Monseñor Moronta, quien fue cercano a Chávez, afirmó que se debe reconocer que se vive una profunda crisis.
El revocatorio es un derecho y hay que respetarlo: Obispo del Táchira
El obispo de la Diócesis del San Cristóbal, monseñor Mario del Valle Moronta, aseguró que el “referéndum revocatorio es un derecho” y pide reconducir “el rencor y hasta el odio con sed de venganza” y hacerlo desembocar en la paz y en la reconciliación.
“Es necesario reconocer que se vive una profunda crisis de carácter social, económico y político, agravada por el relativismo ético y por una especie de “amoralismo” que está golpeando a muchísimos en el país. Incluso, los entendidos en la materia hablan ya de una descomposición moral. Esta crisis es global y ataca a todos, pero de manera especial a los sectores medios de la sociedad y, por supuesto, a los más pobres”.
En una entrevista ofrecida al medio católico español RD, reconoció además el “desabastecimiento” que reina en Venezuela, pero dijo que se debe al “acaparamiento y a la especulación”.
“Lo que sucede en Venezuela es algo inédito en nuestra nación. A lo largo de la historia podemos comprobar cómo ha habido momentos difíciles y crisis, que se han superado. Pero lo que actualmente se vive en el país pareciera no tener comparación con otras situaciones ocurridas en el pasado... El desabastecimiento es un hecho que no se puede negar”.
Las causas del desastre
Al analizar la situación del país, señaló que Venezuela pasó de ser un país con enormes recursos y que vivió momentos de bonanzas a lo largo de su historia, a una condición que es difícil definir, pues aunque sigue siendo un país muy rico en minerales (en petróleo, hierro, etc.) y en recursos naturales, pero se ha venido a menos por muchos factores.
Entre ellos dice, el que los venezolanos se acostumbraron a un país donde todo se arreglaba con dinero; con poca inversión para la producción, sobre todo en el campo de la agricultura; a que el gobierno se ocupara de todo, por lo que cuando de la noche a la mañana empezó a faltar lo que daba el gobierno, no estaban preparados para afrontar las crisis de desabastecimiento y de improductividad.
A esto –explicó Moronta- se puede unir el “desgobierno” de los últimos tiempos, que profundizó en defectos que se venían teniendo desde años atrás respecto a la dificultad de hacer de la democracia representativa un modelo adecuado para el país, el rechazo a la descentralización y el pensar que se podía imponer un pensamiento hegemónico. “No se superó, sino que se profundizó en un defecto que debía haber sido corregido desde hace tiempo, se confundió Estado con Gobierno.
Agregó que desde el punto de vista de lo moral, no se enfrentó lo que calificó como “uno de los tumores muy presentes en nuestras sociedades democráticas”, la corrupción, que “ya no se da sólo a un nivel de dirigencia política (aunque se ha crecido en ella) sino que abraza también el sector privado”.
“No podemos dejar a un lado otro problema: el consumismo materialista”, continúa el Obispo del Táchira al tiempo de manifestar que esto es algo que ha golpeado a todos, ricos y pobres, clase media y sectores populares.
“La lógica del capitalismo salvaje, según nos hablaba Juan Pablo II, desembocó en actitudes reñidas con el evangelio: el ansia de poder y el ansia de tener. Esta ansia de tener se acrecentó por el dinero fácil, producto de la economía rentista, de la corrupción y de la falta de inversión no sólo para producir, sino, sobre todo, para dignificar al ser humano”.
El Revocatorio es un derecho
“Además de otras propuestas, considero que acá nos encontramos con la clave del éxito para salir adelante: permitir que el pueblo (y no es una palabra sin sentido o sólo con determinadas connotaciones políticas y sociales) sea el verdadero sujeto tanto de su progreso como de la solución de sus problemas. Una de las dificultades que a lo largo de la historia nos hemos encontrado en Venezuela es el de los “caudillismos” o “mesianismos”. No hay nada tan cortante de la esencia protagónica del pueblo. Los líderes deben surgir y trabajar desde allí: desde su sentido de pertenencia al pueblo, sin que les dé vergüenza”.
Aseguró que hoy el país corre el riesgo de volver a repetir los mismos errores“muchos líderes de los diversos bandos políticos se presentan como “mesías” para salvar, pero en su discurso no se autoidentifican con el pueblo.Quienes fuimos educados bajo las brisas renovadoras del Vaticano II, Medellín y Puebla, sabemos que es una propuesta irrenunciable: promover al pueblo como sujeto social de su acontecer”.
“Hay hechos que han venido rompiendo la serenidad y la sana convivencia en algunos lugares. Sobre todo por el cansancio y hasta la desesperanza de la gente. Pero los venezolanos, aún con nuestros defectos que los tenemos, somos gente de paz. La historia nos cuenta cómo los venezolanos salieron de su país para apoyar la gesta libertaria en otros países, pero para edificar la paz. La violencia existente tiene visos de delincuencia: no sólo por la inseguridad, sino porque se ha ido perdiendo el respeto por la dignidad humana y el compromiso por el bien común”.
Consultado sobre su parecer respectoa la propuesta de un referéndum revocatorio en Venezuela, Moronta dijo que “es un derecho estipulado y promulgado por la Cosntitución. No hay que temerle. Es un derecho y hay que respetarlo”.
Una Diócesis en frontera
Aseguró que la suya es una Diócesis en frontera (no de frontera). “Compartimos la tarea evangelizadora con las hermanas iglesias de Cúcuta, Tibú y Nueva Pamplona en Colombia. Solemos tener encuentros periódicos los obispos de las diócesis fronterizas… Sufrimos los graves problemas que atacan la frontera: un contrabando indiscriminado (digo indiscriminado por lo siguiente: se pasan insumos, junto con la gasolina, por lo barato que son en Venezuela); es un problema duro que hay que seguir atacando”.
Se refirió además a otros problemas que asegura son obviados por la colectividad en general y que sólo se abordan desde la iglesia, como el tráfico de personas (sobre todo de niños), la trata de blancas, la venta de órganos (productos del aborto o de la desaparición de personas que luego son halladas sin vida), la prostitución… “Y algo de lo que nadie quiere hablar, el narcotráfico. Este quiere penetrar los diversos sectores de la sociedad y controlar el eje geopolítico de la frontera que se considera como la más viva de Suramérica”.
“La frontera entre Colombia y Venezuela está cerrada desde agosto del 2015 por una decisión unilateral del gobierno venezolano. Los obispos colombianos y venezolanos estamos tratando de mediar para su pronta apertura. A quienes más sufren esta situación, las diócesis de Cúcuta y San Cristóbal les estamos atendiendo sin más interés que el de la caridad sin límites. Es una diócesis hermosa a la cual he ido entregando mi vida y a la que amo con todo el corazón”, dijo finalmente.
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