La salud, la educación, la seguridad y las condiciones sociales empeoran con el cierre de frontera, según algunas autoridades locales. 

En El Escobal (Cúcuta) donde está la escuela Club de Leones, la matrícula es de 265 alumnos, de los cuales 180 son venezolanos, y hoy asisten solo 30 niños.

La coordinadora Graciela Pezzotti dijo que el descenso no es solo por los alumnos de Ureña, sino que los padres de familia del Escobal no envían a los niños, por seguridad.

Pezzotti, quien también coordina la escuela Boconó, dijo que el escenario es el mismo.

En el colegio La Frontera (Villa del Rosario), el rector Germán Berbesí explicó que de los 1.600 alumnos matriculados, 1.400 son venezolanos, y la mayoría vive en San Antonio del Táchira, pero con el paso cerrado dejaron de asistir mil niños.

Berbesí pidió a los padres no arriesgar a los niños por las trochas sino esperar que la situación se normalice. 

En materia de salud, el director del Instituto Departamental de Salud, Juan Bitar, advirtió que el cierre tiene un impacto negativo por la falta de control epidemiológico que se podía dar con la frontera abierta, y que el paso por trochas afecta el diagnóstico de enfermedades que podrían estar ingresando.

También, los pasos irregulares acarrean accidentes como esguinces y fracturas.

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Para el concejal Carlos Camero, lo ocurrido el fin de semana es muestra de que “se logró el objetivo: volver más crítica la situación”.

“Ahí están las consecuencias: la frontera cerrada, la gente sin la ayuda, y esos productos aquí”, dijo. 

El secretario departamental de Fronteras, Juan Carlos Cortés, afirmó que los riesgos de seguridad aumentarán y habrá proliferación de “coyotes”, con altísimos riesgos para quienes busquen pasar por la frontera, en tanto que el desempleo iría en aumento por falta de compradores venezolanos.