Desiré Martínez, de 38 años, y otros 36 paisanos suyos se convirtieron en el primer grupo de venezolanos que pasó un día en el Centro de atención transitoria para migrantes, que abrió sus puertas en el barrio La Parada, en Villa del Rosario.

Ella ingresó al país con su familia el viernes al atardecer, procedente del estado Sucre y, a diferencia de días anteriores en que los nacionales en tránsito del vecino país debían pasar la noche en los andenes y a la intemperie, en esta oportunidad su espera en Colombia la hizo bajo techo, en el centro que el Gobierno Nacional habilitó y que está bajo la operación de la Cruz Roja Colombiana.

No podemos más que expresar nuestra gratitud por el trato de hermanos que recibimos en el centro, fue de maravilla, dado que nos hicieron sentir como en casa, expresó la mujer, quien partió ayer mismo hacia Cali, de donde lo hará al Ecuador, su destino final.

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La iniciativa hace parte de un paquete de soluciones que el Gobierno Nacional dispuso para atender el masivo arribo de migrantes al territorio nacional por esa zona de frontera. 

En el centro, según Victor Bautista, Director para el desarrollo y la integración fronteriza de la Cancillería, se invirtieron 1.000 millones de pesos y se contó con el apoyo de la Unidad Nacional para la Gestión del Riesgo de Desastres (Ungrd), la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), la Gobernación de Norte de Santander y la Alcaldía de Villa del Rosario. 

Los beneficiarios de esta iniciativa son inmigrantes regulares que llegan a Villa del Rosario y deben esperar en la calle uno o dos días mientras continúan su viaje a otros destinos nacionales e internacionales.

En su mayoría, como el caso de Martínez, las familias arriban al país con menores de edad, mujeres lactantes y ancianos que requieren una estadía digna mientras permanecen en Villa del Rosario.

^{Alrededor de 1.200 personas, entre niños, mujeres y ancianos son los beneficiarios del almuerzo que ofrece la Casa de Paso de la Divina Providencia.}

Estas personas, en una cantidad de 120 por día, recibirán allí alojamiento, refrigerios y alimentación durante su permanencia, que será de entre cinco horas y máximo dos noches, según lo determine su plan de viaje.

Pero, además, deben comprobar que están de tránsito, con pasaportes sellados y con pasajes hacia el destino al que se diriges, explicó la presidenta de la Cruz Roja Colombiana (Norte de Santander), Gladis Navarro.

Alberto Anciani, otro de los primeros beneficiarios del centro transitorio, reveló que allá en Ojeda (Estado Zulia) de donde procede, todos están pensando en migrar hacia Colombia, “Lo que se escucha en boca de todos es ¿cuándo te vas y hacia dónde?”.

Este hombre llegó el sábado en la mañana, acompañado de su esposa e hijo, en medio de una pertinaz lluvia. “Me vine a enterar del centro por un socorrista de la Defensa Civil que me informó que allí podía ir mientras coordinaba el viaje a Cali”, dijo Anciani, quien agradeció a nombre de sus paisanos venezolanos este gesto del Gobierno Nacional.

Vienen más ayudas

Ana Lozano, de 75 años, es colombiana y a su arribo a La Parada procedente de San Cristóbal, también buscó el centro migratorio.

“Voy para Bogotá, donde me espera mi hijo. Allá en Venezuela, donde trabajé por 50 años, no pude seguir más, debido a la difícil situación social y económica. Todo está escaso, por eso cerró sus puertas la oficina de asistencia social de la Cruz Roja, donde trabajaba como socorrista”, relató.

Bautista mencionó que este martes el Gobierno Nacional dará a conocer otras alternativas de apoyo para los migrantes que arriban a Colombia procedentes de Venezuela.

El alcalde de Villa del Rosario, Pepe Ruiz, se mostró complacido con la apertura del centro, ya que con ello “se está dando una solución efectiva a los hermanos venezolanos”.

Oasis en el desierto del hambre

La Casa de Paso de la Divina Providencia que abrió la Diócesis de Cúcuta en La Parada, Villa del Rosario, se convirtió para centenares de venezolanos en un oasis en medio de la crisis social  que sufren en su país.

A este sitio arriban a diario a almorzar unas 1.200 personas.

El peregrinaje no se detiene allí y ello ha despertado la solidaridad no solo de todas las comunidades religiosas de la Iglesia católica, sino de comerciantes y ciudadanos que de manera voluntaria hacen llegar a la casa sus donaciones en alimentos y dinero.

Gloria Rangel, de 28 años, madre soltera de dos hijos, relató que a diario se desplaza desde San Antonio con sus dos pequeños a recibir el almuerzo en esta casa de paso. “Para nosotros es una bendición ya que allá en nuestro país las cosas están muy difíciles. Son muchas las mamás que vienen con sus hijos por esta ayuda”.