Los ‘en vivos’ los inició los sábados y dentro de ocho días estará en directo por Facebook. No se considera un versado en composiciones, pero lo intenta.
Sánchez Guerra desafía su visión con música
Juan Carlos Sánchez Guerra no se ha dejado vencer por la oscuridad y ha encendido antorchas por medio de la música.
Aunque nació en Santa Fe de Bogotá, el 18 de febrero de 1975, se considera hombre de frontera porque su padre lleva sangre motilona.
Recuerda que a muy corta edad comenzó a tomar sus primeras lecciones de solfeo, flauta y guitarra. Pero en su camino se interpuso la secuela de la toxoplasmosis que afectó de manera severa su capacidad visual al nacer. “Ha sido bastante influyente en todo los aspectos de mi vida ya que se reduce a un 25% aproximadamente, y entra a jugar un papel importante en mi formación académica y musical por lo que mis estudios musicales siempre se han visto interrumpidos)pero la lectura de partituras siempre ha sido un problema complejo, que me ha obligado a mantenerme al margen de la educación profesional tradicional”.
A Cúcuta llegó en enero de 1988. Al comienzo fue un cambio drástico. El clima, las costumbres. “Fue un choque cultural fuerte, pero poco a poco fui asimilando la cultura, y la idiosincrasia de los lugareños, adaptándome e incorporándome a un estilo de vida un poco más relajado”.
Su segundo intento con la música fue en 1996 cuando ingresó a la Universidad Autónoma de Bucaramanga donde alcanzó a cursar tres semestres de música. Pero le tocó retirarse, nuevamente por problemas visuales con las partituras. “Esto marcó fuertemente mi trayecto personal desviándome un poco del camino tanto por la frustración que esto suponía, como por la incertidumbre que se genera al ver que lo que amo no lo puedo estudiar, y debo pensar en algo que medianamente se le parezca a una pasión laboral”. Entonces decidió estudiar Diseño Gráfico obteniendo un título técnico, y con lo que se pudo solventar económica y emocionalmente durante un tiempo prudencial.
La música siempre estuvo ahí, llevándola de manera un poco clandestina, “alimentando mi deseo personal de expresarme, y creciendo desde el anonimato, perfeccionando mi técnica vocal y lo que se supone es mi manera de acompañarme con la guitarra en un formato bastante rústico, todo esto, de manera empírica en lo que se conoce como la universidad de la vida”.
En el 2014 tomó la decisión de echar todo a la borda para salir en busca de su felicidad.
“Había vivido del diseño, ya lo había intentado casi todo, y no era feliz. Me casé, me divorcié, me fui, volví y mi mente y mi corazón siempre estaba pendiente de hacer música” apunta en medio de esta pandemia que ha sabido aprovechar.
“Es entonces cuando decido volcar todas mis fuerzas a retomar este noble arte que tanto amo y que me había brindado simples placeres personales al estar en contacto con el público, en pequeña medida, pero muy significativa para mi alma”.
A partir de ahí ha venido haciendo recitales en locales comerciales de la ciudad, de manera regular. En el año de 2017 participó en el proyecto Laso de la gobernación de Nor de Santander y la secretaría de Cultura, donde cristalizó uno de tantos sueños: grabar un tema en estudio, y “a partir de allí me he venido reinventando, he estado componiendo, pero lo más importante es que ya no me rindo, ya no desisto, no me doy por vencido”.
Actualmente, y por la cuarentena ha estado alimentando su fanpage (@juancasage) con pequeños videos de versiones personales de temas muy conocidos, para intentar mantener un hilo de comunicación virtual con las personas que lo apoyan y creen en su talento.
Ha hechoo dos transmisiones en vivo por este mismo medio obteniendo un éxito relativo desde su punto de vista.
Actualmente está trabajando en un proyecto personal, muy ambicioso, que “supone el subir algunos peldaños en mi trayectoria profesional”. Se trata de un concierto acústico virtual, este trabajo es el que actualmente ocupa m días porque supone la planeación de una serie de acciones y eventos, que sólo había visto desde lejos.
El concierto virtual lo hará por una plataforma que estrenará y dará a conocer de manera oportuna a mediados de octubre junto a su amigo Mauricio Álvarez con baladas conocidas y también de su autoría. Y asegura que le gusta salirse un poco de su zona de confort como cantando y tocando rock.
Sánchez Guerra es su nombre artístico haciendo un homenaje a sus padres, quienes han permanecido al pie del cañón, apoyándolo.
Compone, al menos, dice que lo intenta y en su haber tiene alrededor de unas ocho inspiraciones, algunas de vivivencias y otras que le han contado. Siente más la necesidad de componer sobre el desamor, que el amor mismo. Encuentra una fascinación con el despecho, es completamente inherente a la música, va muy de la mano.
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