Se considera una joven íntegra, capaz de medírsele a los grandes retos solo para complacerse a sí misma. Y ha hecho, hasta ahora, parte de lo que le gusta. A Jennifer Dayana Cañizares García la acompaña su 1,74 de estatura y medidas perfectas para reina.

Sin embargo, aprovecha todos esos dotes que le regaló la naturaleza, no solo para subirse a una pasarela, sino para conseguir objetivos que vayan en pro de los demás como los ancianos, los niños  desamparados y los animales que carecen de voz.

Es la típica mujer de frontera que nació en Cúcuta y vivió (16 años) parte de su adolescencia en  Llano de Jorge, Venezuela, y ha sufrido, además de la crisis del país vecino, la separación de sus padres. Pero pese a todo ello se ha fortalecido y ha salido adelante por sus propios medios.

Al regresar a Cúcuta, hace tres años, acompañada de su mamá Arely García, se metió a estudiar diseño y confección en la Universidad Fesc de Comfanorte para  complementar los conocimientos que había adquirido en la práctica, en los talleres de su papá Edwin Cañizares.

Y así montó su propio taller JR  de yines desde donde surte a varios almacenes de la ciudad. Se ha convertido en una joven empresaria, pero al mismo tiempo modela en los diferentes escenarios donde se puedan exhibir sus prendas. Esa vocación también la ha puesto en práctica desde niña y ahora recibe clases en  la agencia Class Fashion Models de John  Franco.

Tiene habilidad para el baile y se considera una artista innata porque pinta al óleo y al carboncillo. Canta aunque no con todas las técnica que requiere interpretar una canción, pero se place hacerlo siempre que puede y delante de quien sea.

Su personalidad es arrolladora, le fluye el ser una comunicadora social, preocupada por  todo lo que la rodea.

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Y entre esos avatares de la vida tuvo la oportunidad de representar a Cúcuta en Salazar de las Palmas en el reinado departamental del café, donde sobresalió, pero no ganó. Investigó la historia de ese grano que entró precisamente por ese turístico municipio.

Y fue allí donde la conoció el delegado de la franquicia de Maja Colombia y le propuso competir por Norte de Santander. Le llamó la atención su porte, su elegancia y su definida personalidad. Animada por esa especie de trampolín de los reinados regresó a prepararse para viajar a Buga, ciudad situada al oeste del departamento Valle del Cauca, conocida por su emblemática basílica del Señor de los Milagros, y conquistar por primera vez la corona para esta franja fronteriza.

Tuvo empatía con el certamen porque no se detiene tanto en la belleza de la mujer sino en lo pueda aportar a las distintas causas sociales. De entrada en una de sus maletas tiene que llevar quince regalos para entregarlos a niños desamparados y además deberá visitar el ancianato. Aunque Maja signifique elegancia, también se cumple con otros requisitos. El reinado siempre se ha hecho en Corozal, Sucre, pero este año se descentralizó y será Buga la anfitriona. El evento empezará mañana  con la entrega de llaves de la ciudad.

El viernes tendrán recorrido por las obras benéficas del departamento del Cauca. Y por la noche será su primera prueba ante los jurados en el desfile de vestido de baño. El sábado, a partir de las 3:00, será la cabalgata y  el desfile de carretas del rocío. El domingo estará frente al jurado, entrevista donde considera saldrá airosa porque tiene todas las herramientas para convencerlos de ser la mejor. Ese sueño quiere cristalizarlo por la noche, en el Hotel Guadalajara, donde se cumplirá la ceremonia de elección y coronación. A sus 21 años quiere tener en su haber otro título que le servirá para abrir más puertas y continuar siendo una candidata altruista.