Su nombre artístico surge del apodo que le pusieron desde niño por carecer de una oreja. El ‘Gocho’ lo aprovechó  para distinguirse en el mundo musical. Y así, Edisson Castro, se dio a conocer, primero en su natal Ocaña y después en Medellín y resto del país.

Su primer contacto con el acordeón fue cuando su tía Fanny Castro se  lo regaló de juguete y, pese a ser de pasta, le sacó las primeras notas musicales. Ese corrientazo le advirtió de su futura profesión.

Consiguió uno prestado, con solo dos hileras, y se presentó al concurso ‘El retorno del folclor’ en Ocaña. Se alzó con el primer lugar y de ahí en adelante no ha parado de ejecutar el acordeón.

Hizo una rifa con su mamá Cecilia Soto y con el producido viajaron a Maicao, Guajira, a comprar en el almacén San Blas su primer acordeón.

Los estudios los abandonó porque lo buscaban para tocar en serenatas, en parrandas y solo cursó hasta el cuarto de primaria en el colegio José Eusebio Caro. 

Sin embargo, aprovechó para matricularse en el Instituto Bellas Artes en donde aprendió a tocar  otros instrumentos de viento como la trompeta y el trombón, durante tres semestres, e hizo parte de una papayera en la provincia. 

Conformó el conjunto vallenato ‘Los pitufos’  y en el 2001, su vida le dio un giro extraordinario, al recibir una propuesta de Codisco, en Medellín, para grabar un sencillo. Y vio en la capital antiqueña todas las ventanas abiertas para surgir en lo que más le apasiona. 

Participó en todos los festivales vallenatos que se hacen en el Cesar, La Guajira, Montería, Sampués y Lorica. Ha acompañado a grupos internacionales y por eso ha viajado a Estados Unidos, Perú, Venezuela, Ecuador y Centro América. 

Ahora con 10 acordeones en su haber se prepara para viajar al Festival de la Leyenda Vallenata a concursar como profesional.