Tiene la edad de Cristo: 33 años, pero su recorrido musical es tan largo que pareciese más adulto.Su encuentro con la música ocurrió a los nueve años. Un tío, que ya falleció, dejó a su alcance una guitarra y discos compactos de punk rock y rap core que sonaban para la época.

Desde ese momento quedó impregnado a ese instrumento, de cuerpo de mujer,  hasta el sol de hoy.

A Rodolfo José Osorio Cuervo nunca lo llamaron por su nombre, en casa, porque todos le decían ‘Fito’ por cariño y ‘Fito’ se quedó. Y lo adptó como nombre artístico, ese que se ha paseado por varias bandas y ha ganado galardones y ha sonado por la radio y ha estado detrás de cada creación.

 En el colegio La Salle, donde estudió primaria y secundaria, organizó  una banda  de rock con el singular nombre de  ‘Kalzoncillo amarillo’ y además compuso una docena de canciones  como ‘No me importa’, ‘Perdiendo el tiempo’, ‘Señorita mil amores’ y ‘Qué diablos’. También se encargó de la producción del video. Lo acompañaron en esa hazaña Raúl Hoyos (baterista) y  Andrés Clavijo (guitarrista).

‘Kalzoncillo amarillo’ nació exactamente en el 2003 y cuatro años después fue nominada a los Premios Shock. De ahí en adelante se le abrieron las puertas e inició una gira por varios departamentos del país y fueron invitados a todos los festivales. Sin embargo, como eran estudiantes cada uno empezó a tomar su rumbo y en el 2011 se desintegró la banda.

Fito Osorio se inclinó por la comunicación social y se matriculó en la Universidad Francisco de Paula Santander, atraído por la escritura de guiones, composiciones y audiovisuales.

Ese alto con la banda de rock lo aprovechó para producir programas juveniles locales como MC2 y Ciudad Cero.

En el 2015 retoma la música apoyando al grupo Romanzza con el que grabó un álbum de doce canciones. Dos años después enfiló baterías con la parte creativa por medio de las redes sociales y ofreció sus servicios a empresas  y canales locales.

El año pasado se reencontró con la banda ‘Kalzoncillo amarillo’  y ofreció un concierto en Bogotá con un lleno de unas tres mil personas, que considera muy positivo por tratarse de una banda local. A  finales del año organizó  otro concierto en Cúcuta que logró reunir a exalumnos de La Salle y evocar  toda esa época estudiantil y los éxitos del momento.

Al mismo tiempo alternaba con su otra pasión: la de crear. Trabajó con Caracol televisión en la parte de posproducción para un programa y se codeó con productores de talla nacional.

Solista

 En el 2017 lanzó un sencillo que lo denominó ‘Sonríele al momento’ donde “experimenté con beats que son la base de la música urbana. Pero la letra de la canción es de esperanza porque en ese momento el paso del migrante venezolano era muy fuerte y eso me inspiró para la letra. Y por tener un ukelele y un beat se sentía urbano entonces era un sonido de momento”. Pero con eso entendió “que las raíces son más importantes por eso hablo de rock, es la música que oigo cuando trabajo, y es la que se hace sin pretender que le guste a las personas, me parece que es una música sincera”, advierte cuando se le pregunta su preferencia por el rock.

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En la cuarentena

Estos seis largos meses de cuarentena los ha aprovechado en muchas aristas. “En lo musical escribí canciones que pienso lanzar a futuro en mi canal de YouTube. También en mi canal Fito Osorio dicto curso de guitarra y subo experiencias y tutoriales. En lo profesional tengo un pequeño espacio donde ofrezco el servicio de creación audiovisual. Entonces de manera independiente manejo para empresas la creación de sus estrategias digitales audiovisuales. Y por pandemia, se ha trabajado de la mano con las pequeñas empresas y emprendedores que necesitan resaltar sus productos  vía on-line (en línea).

Metido en la cocina

El Canal TRO lo invitó para que fuera el conductor del programa ‘La cocina de la abuela’ que empezó a emitirse el  domingo.

“Fui sorprendido con esta propuesta y me encantó porque es un viaje por la gastronomía de la región. Nos dedicamos a investigar y a encontrar la idiosioncracia de los platos, porque cada plato es un mundo”.Ahí  se adentra a los sabores  por medio del libro de recetas que hereda de su abuela. Al lado de una chef, especializada en comida.

“La idea es rescatar platos que se creían en vía de extinción y resaltar otras recetas de nuestra cultura”.