El reconocido humorista caleño de ‘Sábados Felices’ cumplió 79 años.
Enrique Colavizza, jubilado pero extraña contar chistes
Hace 79 años, un 7 de febrero de 1938, nació en Cali Enrique. Hijo de Pietro Colavizza e Isabel Spataro, quien sería el mayor de cinco hermanos y, 39 años más tarde, uno de los humoristas más queridos de ‘Sábados Felices’.
Por motivo de su cumpleaños, Q’hubo le hace un homenaje a Enrique Colavizza, también llamado ‘El Caballero de la Sonrisa’. Él, un entrañable, sencillo, alegre y humilde hombre que por motivos de salud en 2013 tuvo que decir adiós al programa de humor al que perteneció 37 años.
En su casa, ubicada en el barrio La Flora, Enrique nos atendió en compañía de su esposa Alba Lucía. Sentado en una silla de ruedas, con oxígeno y con el sentido del humor intacto, hablamos durante una hora de él, de su familia, de su salud, del antes y el después de ‘Sábados felices’ así como lo difícil que fue retirarse de este espacio sabatino.
-Cumplió 79 años...
Sí y muy bien vividos, bien contados y disfrutados. No me arrepiento de nada.
-¿Cómo es su día a día?
Es muy aburridor porque no tengo nada qué hacer. No es porque sea muy activo. Me levanto a las 7:30 a.m. u 8:00 a.m. Me baño y me agarro a dar vueltas en la casa.
Leo mucho, oigo música y no leo prensa porque no me gusta. ¡Los odio!
-¿Y por qué los odia?
En mi casa no encuentras un periódico ni para tapar una gotera. Los odio por la cantidad de mentiras y cosas que publican. Muchos me preguntan cómo me enteraba de lo que pasa y yo digo que lo hago porque yo mismo busco las fuentes de información, y no me entero de lo que los medios quieren que yo sepa.
Veo noticieros a veces porque tienen otro tipo de manejo. No me gusta la tecnología, para mí no existe. Solo el teléfono fijo, es mejor la conversación tú a tú, que por una máquina de esas. Es más humano.
-Antes de entrar a ‘Sábados Felices’ tuvo una discoteca: 'La 20-50'. ¿Usted ha sido un hombre rumbero?
No, eso lo tenía como negocio pero era ¡muy buen negocio! Pero cuando lo tuvo llegó el boom de la coca, de las pastillas, entonces mi papá me dijo “ese negocio no te conviene, van a creer que eres de los mismos. Mejor dedícate a hacer algo más noble. Lo vendimos. Luego tuvimos 'Las Vallas' y después nos dedicamos a la Fábrica de Cauchos de unos tíos, donde quedé como encargado.
-También estudió Arquitectura e Ingeniería...
Desde muy chiquito a mí me gustaba dibujar. Tenía una regla T, escuadras, y toda la familia decía: “este va para Arquitectura”, pero cuando vi que no había arquitecto millonario dije “no sigo con esto, esto no da plata, me voy”.
Me faltaban seis meses para graduarme. Al retirarme me di cuenta que me había ahorrado seis meses de perder tiempo.
Con la Ingeniería Civil vi que tampoco daba pie con bola en mi vida.
-Cuando usted quería entrar a ser cuentachistes, debía pagar 5 mil pesos de la inscripción y no lo iba a hacer porque no tenía dinero. Sin embargo, su amigo William Jiménez me los regaló. ¿Qué pasó con él? Siguió siendo su amigo?
Claro que sí, ¿cómo no si por él logré entrar a 'Sábados felices? Somos muy amigos aún, nunca nos vemos, pero nos queremos mucho. Él es un prestante abogado.
-¿Le gustó hacer humor desde niño?
Recuerdo a mamá cuando llegaban visitas y me gritaba: “Mijo, venga le cuenta el chiste a la señora”.
Cuando nos acostábamos a dormir -yo dormía con mi hermano- y como éramos tan grandes ella me decía córrase 'pa’llacito' (risas). Entonces siempre en la casa fui el payasito.
-Durante 37 años actúo en ‘Sábados felices’. ¿Le propusieron actuar en otra parte?
Muchísimas veces. Es más, yo antes de ingresar al programa hice una película llamada 'La víbora' junto a Pacheco.
¿Y por qué nunca acepté otras propuestas? Lo que pasa es que mi papá tenía un código de vida y era que si tu sabes hacer zapatos, haz zapatos. Si cantas, dedícate a cantar, pero si eres carpintero y te pones a tocar violín, no estás en nada. Si tú haces algo hazlo bien hecho. ¿Así que cómo iba a actuar en algo que no me apasionaba?
En algún momento llegué a cantar, era tenor y toqué el acordeón.
-Fue el presentador del programa por dos meses, pero eso se le alargó por ocho meses...
Sí así fue. Luego tuve que ir donde la directora de Caracol TV para preguntarle ¿Para cuándo regreso a lo mío? (al elenco).
Me resaltó que no volvería, que yo lo estaba haciendo bien. Entonces dije que me iba a retirar porque sentía que presentar no era lo mío y que necesitaba hacer lo que me apasionaba. En ese momento Jota Mario me reemplazó y me retornaron a mi lugar, a donde pertenecía.
-¿Hubo algo bueno de su experiencia como presentador?
No, sabés que no. Yo vivía contrariado con eso, porque eso que hacía era porque me tocaba, porque no era lo mío y me alcé la bata. Eso llega un momento en el que se cansa uno entonces es mejor que te vayas. Afortunadamente no me dejaron ir. Por que a todas estas de otras partes me estaban haciendo ojitos. Al parecer se dieron cuenta y volví a lo mío.
-El apodo de ‘El caballero de la sonrisa’ ¿quién se lo puso?
Jota Mario. Me puso primero ‘El Caballero del Humor’, pero luego me puso 'de la sonrisa' por mi apellido Colavizza, para que rimara.
Me gusta que me digan así porque me siento el caballero de la sonrisa y me engrandece mucho más..., es que mido 1.80 metros ja, ja, já.
-'El doctor pantalla' fue uno de sus personajes. ¿Qué me puede decir de él?
Fue un personaje muy bueno. Duró al aire casi cuatro años pero cuando empecé a recibir amenazas decidí acabarlo.
Imagínate que un día llamaron aquí a la casa y contestó mi hija Ana María e indagaron: “¿Está su papá?”, ella dijo que no y le volvieron a decir “Cuídelo porque se va a quedar sin él”. Ahí me di cuenta que esas amenazas iban en serio y paré el personaje.
-Cuando empezó en ‘Sábados Felices’ lo primero que hizo fue abrazar a sus compañeros. ¿Hoy a quien quisiera volver a abrazar?
A Jaime 'El Flaco' Agudelo, a Carlos 'El Mocho' Sánchez, pero ya no puedo porque ya partieron.
A Hugo Patiño cada que lo veo le pego unos abrazos de aquí a Pekín. A Álvaro Lemmon y a Norberto López les tengo mucho aprecio. ‘Alerta’, La ‘Gorda’ Fabiola, ‘Polilla’ y María Auxilio son entrañables.
-Hablando de Hugo Patiño. ¿Qué es eso tan especial con él?
Que ha sido una permanencia más larga. Él me llama cada ocho días y no nos ‘pegamos’ del teléfono como viejitas chismosas (risas), no. Las llamadas nuestras duran dos minutos..., son cortantes pero constantes.
-Hizo reír durante 37 años en ‘Sábados Felices’, pero a Enrique ¿qué y quién lo hace reír?
Me hacen reír las cosas más fáciles del mundo. Me hace reír -por ejemplo- los chistes de mi nieta Catalina que se inventa unos chistes, le gusta imitar gente, acentos. Me heredó mi buen sentido del humor.
El fallecido Juan Verdaguer me hacía reír mucho. Él tampoco se reía cuando contaba chistes. La gente decía que era más serio que un chivo miando.
-¿El cigarrillo le pasó factura después de tantos años de consumirlo?
Sí, duré 40 años fumando y nadie me incitó a hacerlo. Tenía unos 12 ó 14 años, yo mismo fui a la tienda y compré un Piel Roja, me gustó porque era el más barato. Fue el que fumé toda la vida.
Pero es que en esa época todo el mundo fumaba. Llegaba uno a las casas y permanecía el olor a nicotina en todas partes. Hoy en día es un sacrilegio que alguien fume.
-¿Cuándo paró de fumar?
El 3 de julio del 2005. Por que empecé a notar el ahogamiento. El médico aseguró que el cigarrillo me estaba perjudicando mucho. Ahí dije: “entonces lo dejamos doctor”. Él se rió y no creyó que lo dejaría, pero sí lo dejé. Lo logré.
-¿Fue difícil dejarlo?
Sí, mucho, pero se trataba de una determinación que había que tomarla bien. Tuve apoyo total cuando les dije que dejaría de fumar.
-¿Fumo, pero tomó licor?
(Risas), Sí fui tomador, pero un día una persona (su esposa) le dijo que si me volvía a ver borracho me fuera olvidando de ella. Eso pasó cuando yo tenía 28 años y desde entonces no me tomo ni un trago.
-¿Por qué alejarse del programa?
Eso fue en el 2013 un día que en el aeropuerto de Bogotá no me iban a dejar viajar aquí porque estaba muy ahogado. Yo dije que me trajera bajo mi responsabilidad. Desde entonces solo viajé una vez para un homenaje muy bonito que me hicieron en ‘Día a Día’. Ya no puedo viajar por mi delicado estado de salud.
-Siempre vivió en Cali y viajaba a Bogotá para grabar. ¿Por qué no vivir en la capital?
Porque me tocaba desacomodar mucha gente (carcajada). Mi esposa, los cuatro pelaos que estaban estudiando y tenían a sus amigos aquí.
Además, Bogotá no me gusta porque allá no funciona nada, es una ciudad desordenada. Cuando yo la conocí en el año 1956 era una belleza, una ciudad de paz. Pero hoy en día es un caos total.
-¿Qué lo apasiona?
Mi familia. Nada más, no he sido de tener mujeres ni novias. He sido entregado a mi esposa y a mis cuatro hijos. Y no sería capaz de traicionarlos por nada del mundo.
Yo me he hecho una reflexión: no he sido infiel, no porque no me haya gustado sino porque Alba no lo merece. Hacerle una cosa de tanta trascendencia a la persona que lo ama a uno es un pecado imperdonable.
-¿Qué le dice a la gente que lo recuerda?
Que todas las personas tenemos un ritmo y si nosotros vivimos a nuestro ritmo, ese mismo ritmo nos llevará a la paz y teniendo paz interna, tendremos paz para nuestros semejantes y habrá paz en todo el mundo.
-Se cumplen cuatro años fuera del programa. ¿Cómo ha hecho para subsistir económicamente?
Afortunadamente estoy jubilado desde el 2003 y Caracol todavía me subsidia. Eso es lindo porque me ha permitido vivir bien, sin que mis hijos tengan que preocuparse por enviarnos plata. Además tranquiliza porque muchas veces las cuestiones económicas crean enemigos innecesarios en las familias.
Soy un hombre jubilado que extraña contar chistes la televisión.
-¿Qué sabe de ‘Mandíbula’ y su enfermedad (Alzheimer)?
Él está mal, bastante mal, mal en la parte de salud, emocional, familiar. La última vez que me vi con él fue hace unos cuatro años. Una vez me llamó y lo he llamado dos veces pero no reconoce a nadie. ¡Es muy triste eso!
-¿Cómo se define?
Como un pobre pendejo. Aunque no es lo mismo un pobre pendejo que un pendejo pobre (risas).
Mentira. Mira.. te cuento una cosa, definirse uno mismo es lo más difícil que hay porque uno se puede definir como lo mejor del mundo, sabiendo que no es así. Pero entonces, puedo decir que soy una persona normal, alegre, sin muchas pretensiones. Si se puede bien, si no se puede también. Dios proveerá. Soy muy tranquilo.
-¿Cómo se conoció con su esposa? ¿Cuánto llevan juntos?
Ella estaba en el lugar equivocado y yo también (Risas). Estábamos en una función de beneficio para los bomberos de Ginebra, Valle. Entonces yo era el que contaba los chistes y ella era la que hacía la fonomímica.
Llevamos 46 años de casados por la iglesia y por lo civil. No hemos renovado votos porque no lo vemos necesario pues día a día vivimos nuestro amor.
Alba dice que lo que más le gustó de mí y le impactó fue que yo no me reía al echar un chiste.
-¿Cuál es el secreto para durar tantos años de matrimonio?
El cariño y el respeto. Lo demás es añadidura.
-¿Qué opina de la nueva ola de humoristas vallecaucanos?
Me he sentido abandonado por ellos. Antes se comunicaban más conmigo, aunque hace unos días vinieron a hacerme la visita toda una tarde. Eso me reconfortó, me puso feliz y me llenó de buenas energías.
Yo les tengo un gran aprecio a todos, pero lo que no va conmigo es el hecho de que se rían al momento de contar el chiste. Se los he dicho. No sé cómo les haya caído mi apreciación pero ese estilo no me trama. Se ve muy mal.
-Usted es bien caleño pero sus apellidos son Colavizza Spataro...
Sí, amo Cali. Mi papá vino de Europa en el año 1927 y en 1937 se casó con mi mamá.
El Colavizza es italiano, del norte de italia, y mi mamá Spataro, que era del sur de italia. Aquí en Colombia es una excelente combinación, pero en Italia se ve muy mal porque los del norte y el sur se odian.
-Su peor y mejor chiste...
Qué buena pregunta esa. Pienso que son los de imitación de franceses, italianos, alemanes. Pueden ser los mejores porque nadie lo hace.
Y los peores son los que contienen groserías, a mí no le gusta incluirlos en mi repertorio.
-El haber sido el fuerte en imitaciones de ancianos hasta ridiculizar o caricaturizar ¿no se arrepiente?
No, me doy cuenta que todo lo que hice pa' imitar era cierto.
-El mejor director y animador de 'Sábados Felices'.
Sin duda alguna Alfonso Lizarazo.
Un lugar: Mi casa.
Una persona: Mi esposa.
Una comida: La pasta. Yo hago una salsa para los espaguetis y la dejo seis horas en la estufa.
Un defecto: Inconstante.
Una virtud: Que quiero con toda mi alma.
Un gusto: Leer. Ahora me estoy leyendo 'Breve historia de este puto mundo'.
Música: Me gustan todas las sinfonías de Beethoven. Tengo buena música clásica. Nunca fui de escuchar salsa, merengues, ni baladas de planchar.
Un instrumento: Toco el acordeón y la dulzaina. Quise aprender piano y no me gusta la percusión.
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