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Domingo, 21 Enero 2018 - 8:31pm

El actor colombiano que compartió set y cama con Catherine Zeta-Jones

Ambos protagonizan ‘Cocaine godmother’, el filme que fue estrenado en el canal Lifetime.

AFP
Catherine Zeta-Jones, actriz, cantante y bailarina británica.
/ Foto: AFP
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Se trata de Juan Pablo Espinosa, quien tuvo la fortuna de compartir set y cama con la conocida actriz Catherine Zeta-Jones. Juntos protagonizan ‘Cocaine godmother’, el filme que fue estrenado ayer en el canal Lifetime y cuenta la historia de Griselda Blanco, la ‘Viuda negra’, la mujer que en las décadas de los 70 y 80 era la ‘reina’ del tráfico de drogas entre Colombia y Estados Unidos.

Juan Pablo Espinosa, 37 años, bogotano, quien se ganó la admiración de muchos colombianos en producciones como A Corazón Abierto o El Secretario, después de esta experiencia con la actriz británica, se siente aún “flotando, como que no me lo puedo creer”.

El pasado domingo, durante el lanzamiento de la película, sentado junto a “esta mujer tan magnífica”, se preguntaba: “¿estoy soñando? En cualquier momento va a sonar el despertador y ah, de vuelta a audicionar”, rememora entre risas, desde su apartamento en Los Ángeles, donde dice gozarse de esa dualidad que le muestra la vida hoy: puede estar preparándose unas arepas para el almuerzo y luego estar poniéndose un elegante vestido de paño para ir a una rueda de prensa junto a la oscarizada artista del musical ‘Chicago’.

¿Soñó algún día protagonizar con Catherine Zeta Jones?

Todo esto es tan irónico. En 1998 estaba de vacaciones y fui a ver Chicago en Broadway, fue una de las obras de teatro que más me gustó toda la vida y dije, algún día me gustaría trabajar en ese musical. En el 2000 estando estudiando en Boston salió la película y con mis compañeros de teatro fuimos a verla y pensé: me muero por trabajar algún día con esa mujer, qué buen personaje hizo. Se ganó el Oscar. Pero la verdad, nunca hubiera imaginado que iba a terminar trabajando con ella (risas). Aunque lo soñé.

¿Qué le ha dejado esta experiencia?

Me ha llenado de mucha humildad, de poder decir: todos tenemos derecho a soñar en grande. Si yo pude hacer esto, te lo digo de corazón, cualquier persona puede lograr lo que quiere porque es solo soñar, creer. Pero no es sentarse a esperar que las cosas le pasen a uno, sino levantándose pensando qué puedo hacer hoy para acercarme un poco más a mi sueño. Qué me pongo a estudiar, qué documental puedo ver, con quién puedo hablar.

¿Cómo fue eso de que usted no sabía que iba a trabajar con Catherine Zeta- Jones y ella era, en últimas, la que decidía quién la acompañaría a protagonizar el filme?

Tal cual. Y fue muy chistoso, porque cuando fui a la audición me habían dicho de qué se trataba la historia, que era una película para Lifetime, incluso, me platearon el proyecto como algo mucho más modesto de lo que era. Solo fue hasta la segunda audición cuando entré y veo que el director es Guillermo Navarro, que ganó el Oscar por la fotografía del Laberinto del Fauno, soy su fan. Él había trabajado con nosotros con Narcos y lo admiro con todo el corazón. Me dijeron, te salió el papel, fui el hombre más feliz. Pero me dicen después: esta semana se reúnen con la actriz que va a ser el papel de Griselda Blanco y ella es la que tiene la decisión final, esperemos que le gustes. Y yo por dentro decía, ¿pero, quién es esta actriz que se puede dar ese lujo? Cuando me llaman mis agentes y me dicen ‘juemadre’, es que es Catherine Zeta-Jones y yo me caigo sentado. ¿¡Catherine Zeta Jones la de Chicago!? ¿¡La del Zorro!? ¿Ella de Griselda Blanco? ¿Pero, cómo así? Y yo mamo gallo diciendo que a la pobre Virgen de Guadalupe le di ‘lora’ todo el fin de semana: ‘Ay, por favor, virgencita, por favor, que le guste a Cateherine , que le guste a Catherine (risas). Finalmente me llamaron mis agentes y me dijeron perfecto, le encantaste.

¿Qué estaba haciendo en esa época?

Yo estaba haciendo casting para el personaje que hoy está interpretando Ricky Martin en la serie sobre Versace. Y cuando de pronto me llaman, vas a hacer Cocaine Godmother con Catherine Zeta-Jones y yo: ¡no puede ser esta dicha! Son bendiciones, todo pasa por algo.

¿Cómo fue esa conexión con esa megaestrella, casada con otro grande del cine: Michael Douglas?

A propósito, en diciembre hicimos una función de la película en Nueva York y llegó Catherine con Michael Douglas y nos presentó, Juan Pablo este es Michael, Michael este es Juan Pablo. Y yo por dentro: ¿qué está pasando? ¿Yo dándole la mano a Michael Douglas? Y tuvimos que ver todos la película en un teatro y yo pensando, ahorita tengo escenas de sexo con Catherine, ¿qué es esto tan incómodo: teniendo a Michael Douglas sentado aquí? La vida es muy chistosa. Pero es una pareja espectacular, son divinos. Es gente que ha dedicado toda su vida a la industria del entretenimiento, de una gran generosidad.

Y muy afortunado usted de tener escenas de cama con Catherine Zeta-Jones…

Me envidia el planeta tierra. Un día, yo molestaba en Colombia viendo mis horarios de grabación en Colombia: mañana tengo escenas con Carolina Gómez en A Corazón Abierto y con la ex reina de Colombia Valerie Domínguez, en Los Caballeros las Prefieren Brutas. Y ahora ¡con Catherine!, ¿Qué te puedo decir? (risas). Realmente soy el hombre más afortunado del planeta, es un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo (risas)… no mentiras, mentiras (risas).

¿Qué exigencias hubo por parte de ambos para la escena de sexo?

Detrás de esas escenas generalmente hay 60 personas: el del micrófono, el de la luz, el del sonido, la del maquillaje, la del vestuario, son lo menos íntimo que uno puede imaginarse. Uno muy prudentemente puede exigir, ¿será que podemos tener un poco de privacidad? Sobre todo, las mujeres, que son más vulnerables en una industria donde casi el 90 % delas personas involucradas son hombres, a la hora de estar en un set.

Pero al llegar al set no tuvimos que decir una palabra. Eso se llama un set cerrado, donde, literalmente, las cámaras se quedan en una posición y donde ni siquiera los camarógrafos estuvieron presentes. Todo el mundo está viendo la escena desde el monitor, pero las únicas dos personas en el set éramos Catherine y yo. Es una película para Lifetime, hay cierta censura, entonces todo se mantuvo dentro de lo normal y respetuoso. No deja de ser una escena para intimidarse uno: tienes a semejante monstruo de la actuación a tu lado y hay que hacerlo lo más cómodo para ella. Y ella muy tierna, preocupada porque fuera muy cómodo para mí.

Al verlos juntos se nota el buen clic que tuvieron…

Sí, sí, di con la fortuna de una mujer que es tremenda actriz, con decirte que muchas veces yo llegaba al set y me decía la asistente, ‘mira, Catherine te está buscando: ¿será que pueden repasar la letra?’. ¡¿Qué es esta maravilla?! En vez de ser uno el que la está buscando, no, era: que Catherine quiere ensayar la escena contigo, que Catherine quiere estar en el set contigo. Y sobre todo, al ser yo colombiano era una gran alianza de poderle decir tips y ella me los daba a mí. Yo le decía: en Colombia jamás haríamos esto, una colombiana jamás haría lo otro, así se canta Happy Birthday, cosas pendejas, pero nos íbamos dando apoyo al igual que con el resto del reparto.

¿Cuánto demoró el rodaje y dónde fue?

Fue en Vancouver, Canadá, fueron cinco semanas. Mi personaje muere de la mano de Griselda, entonces yo tuve tres semanas de rodaje, otros, cinco.

¿Su personaje de Alberto Bravo, el esposo de Griselda, qué le exigió física y emocionalmente?

Siendo uno colombiano cuando ves una historia de narcotráfico sientes un dolor de patria. He tratado de mantenerme al margen de esas historias porque creo que contribuyen mucho a ‘glamurizar’ un poco el dolor que nos ha tocado vivir como colombianos a todos. A la hora de exigencias fue llenarme de coraje y entender que es un papel, que estamos contando una historia con el propósito de educar. Lo que me ha gustado mucho del guion es que no se mete en el morbo, de por ejemplo, mostrar cómo se hacía el proceso de la coca, sino que explora cómo fue la vida de una mujer que era narcotraficante, pero no se enfoca en la miseria de Colombia y eso me parece alentador, dignifica mucho, qué rico contar una historia tal como fue.

¿Por qué estando en lo mejor de su carrera en Colombia decidió marcharse del país?

He saboreado el éxito en nuestro país, en Latinoamérica, estaba en mi mejor momento en ese entonces y me sentía profundamente vacío.

Llega un momento en que había días en que grabábamos 16 horas y salía del set, pero no pude llegar al cumpleaños de mi abuela; te levantabas a madrugar, quiero ver a mi mamá, pero tengo grabación de doce horas y después ensayo de teatro. Pasan así los días, las semanas, tu mejor amiga terminó con el novio, no pude ir a darle un abrazo por estar grabando todo el día… te estás perdiendo de vivir, de ser un ser humano que también contribuyes a la vida de otras personas. Reflexionaba: ¿le apostamos a hacer fortuna? ¿De acumular cosas materiales? ¿O acumular momentos? De hacer cosas especiales, pasar más tiempo con mi familia.

¿Cuáles son esos sacrificios con más alto costo por su carrera?

El que trabaja duro cosecha duro. De todos los años cuando estaba en Colombia recuerdo que muchas veces me tocó decir cuando me preguntaban dónde vamos a pasar Navidad, no cuenten conmigo, no sé si vamos a dejar de grabar, ni donde vamos a estar. Mis papás me decían, ¿en serio no les van a dar vacaciones?

Hay producciones que las veo y me acuerdo: cuando estaba grabando esta escena hospitalizaron a mi papá y no pude llegar al hospital. Esos sacrificios son los que uno empieza a ver como un precio alto por dedicarse a una carrera maravillosa, de algún modo dejas de ser para que estés en función de tu papel, de la producción.

¿Cómo afrontó el reto de encarnar a Luis Carlos Galán, en ‘Narcos’, para Netflix? Un personaje icónico en Colombia.

Para serte honesto, estaba muerto del pánico. Hasta ese entonces cada personaje que había hecho salía de mi imaginación, yo creé a Alejo, de Tu Voz Estéreo; a Carlos, de El Último Matrimonio Feliz. No tenían un referente de cómo hablaban o actuaban. En cambio Luis Carlos Galán existió, dejó una legacía, puedes encontrar audio, videos, sus familiares.

Me intimidó de una manera tremenda, ¡qué tal la responsabilidad de semejante reto! Recuerdo haberle dicho a mi mánager: no soy el actor para ese papel. Y ella sí, por lo menos haz el casting. Ya los de Narcos me habían llamado para personificar a uno de los Ochoa y había dicho que no; me llamaron también para otra cosa y era la tercera vez que me llamaban, ya por educación tocaba ir. Pero yo lo que estaba era muerto del susto.

¿Y qué hizo entonces?

Me di a la tarea una semana de ponerme la mano en el corazón, empezar a estudiar y me enfoqué en cuál era su mensaje, su propósito de vida, yo tenía que conectar con eso y empezar a construir la parte estética, la manera en la que hablaba, cómo movía las manos, cómo respiraba, como movía los ojos y es maravilloso tener este reto y me la jugué y me emocioné y llegué al casting dándolo todo. A la hora me llama mi mánager: ‘listo, te lo dieron’. Fue muy lindo. Para mí es halagador y me llena de honra y humildad celebrar esas personas que nos han plantado soluciones. Debemos aferrarnos a estos soñadores, este tipo de personajes como Luis Carlos Galán son una luz en medio del conflicto y me siento extremadamente honrado de haberlo interpretado.

¿Fue cierto su romance con Angélica Vale mientras grababan La Fan?

Bueno, primero que nada, Angélica es una mujer casada, maravillosa, que amo con todo mi corazón. ¿Sabes qué pasa? Desde el primer día hubo una química increíble, hay una complicidad fenomenal y eso se transmite en tu manera de trabajar, en tu humor. Nosotros terminábamos de grabar y seguíamos parchando, pero para nada, no, no, no. Sobre todo respeto con todo el alma su relación con Otto, su esposo, un hombre maravilloso que conmigo se ha portado increíble.

Que se casó a escondidas, que va a tener un hijo. ¿Qué hay de cierto en eso?

(Risas). No, no, no, no. Créeme que celebraría el amor por lo alto, con bombos y platillos y el día que esté enamorado y me quiera casar el planeta entero lo sabrá, porque ¡qué cosa más rica es estar enamorado, qué fortuna, juemadre! Creo mucho en el respeto, creo que uno debe darle tiempito a todo y pues en el caso de un matrimonio tener la certeza de conocer bien a la persona que tiene al lado.

Y que le dan unas tusas tremendas…

No me han matado, pero me han hecho más fuerte. Miro hacia atrás y me digo: ¡Dios, es que he sido muy pasional! Me entrego sin medida, yo pongo todos los huevos en un canasto. Soy de los que va sintiendo y va actuando, no tengo filtro, no tengo freno, y entonces, muchas veces, cuando me doy cuenta es muy difícil la aterrizada cuando algo no funciona. La tusa es parte de crecer. A mis 37 años comprendo, ah, ok, esto pasó para que pudiera aprender esto. Así que voy con más calma en la vida, agradeciendo cada relación que he tenido, cada persona que ha entrado en mi vida.

¿En esa etapa de tusa es de los que pone música como para cortarse las venas?

Total, total. Claro, yo soy melómano, soy de los que va a buscar dentro de la colección de música la canción que mejor interprete cada sentimiento que estoy teniendo y la pongo y si puedo, se la mando y hago el oso (risas). Al día siguiente estoy diciéndome: qué idiota, ¿para qué mandé eso? Pero bueno. Eso es lo rico de estar vivos: todos sufrimos, todos amamos, todos lloramos.

¿Cómo prefiere las mujeres?

A mis 37 años me cautiva el sentido del humor, me derrite; que sea una persona independiente, que la pueda admirar, no importa que venda fósforos en la esquina, pero que sea la más apasionada vendiendo fósforos, eso me parece fenomenal, si tú no puedes admirar a tu pareja es difícil la cosa; que sea familiar, yo soy de compartir en familia. Ahora con mi sobrino estoy embobado.

¿Tiene o no tiene novia?

No, no tengo novia actualmente, pero me muero de ganas de tener una relación pronto, pero todo a su tiempo, prefiero estar solo que mal acompañado. Pero el corazón está ya listico: que vengan, que vengan.

Parece un hombre zanahorio. No hallé en mi investigación sobre usted que estuviera involucrado en algún escándalo. ¿Es que los sabe guardar muy bien?

Lo más importante es ser auténtico, he tenido una vida donde he contado con la fortuna de mi familia siempre. Cuando quise ser actor fui actor, cuando he querido tomarme un trago, me tomé el trago, cuando he querido salir de rumba salgo de rumba, para todo hay un momento en la vida. Cuando he vivido sobre todo en Colombia he sido muy consecuente con lo que he querido vivir. Comparado con lo que se está viviendo afuera, sí soy un tipo súper conservador, nunca me han llamado la atención las drogas, vengo de una familia donde todo lo hablábamos antes de que pasara. Mi mamá me decía: si algún día quieres fumarte un cigarrillo me lo pides a mí, y yo, sí señora. Y así le pierdes el misterio a muchas cosas. Y el tema de la meditación me ha hecho mucho más consciente: ¿de qué te sirve darle duro al cuerpo, meterle sustancias que sabrá Dios que son? Importante cultivar la espiritualidad, el agradecimiento, pero así siento que he sido la persona que siempre he querido ser, por eso me siento afortunado.

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