El Presidente de la Conferencia Episcopal, Rubén Salazar Gómez, se confesó ante Colprensa y contó, entre otras cosas, que es muy difícil pensar pronto en una nueva visita de un papa a Colombia.
En cambio, Salazar está muy optimista por la forma como el Gobierno ha manejado las relaciones exteriores y cree firmemente que en este periodo del presidente Santos se podrá alcanzar la paz.
Lo siente en un momento clave, por la posibilidad de que obispos católicos intermedien en una eventual entrega de integrantes de bandas criminales.
Así mismo, el jerarca hizo un balance de lo que significó para la Iglesia Católica haberse separado del Estado en la Constitución de 1991.

Cómo avanza Colombia hacia la paz?

Se han hecho avances muy importantes. Pienso que la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras es un hito verdadero en el camino de la paz; en Colombia, infortunadamente, se había pensado siempre en los victimarios, nunca en las víctimas. El hecho de que se empiece a pensar en las víctimas, que se empiece a buscar la manera de repararlas y por lo tanto de hacer posible que dejen de serlo y se reintegren totalmente a la vida nacional, es un paso de extraordinaria importancia para la búsqueda y la consecución de la paz.
 
Cómo puede ayudar  la Iglesia en ese proceso de restitución de tierras?

Estuvimos muy cercanos a todo el proceso de elaboración y aprobación de la Ley de Víctimas y adelante en el proceso de implementación; también, a nivel regional y local, vamos a estar presentes tratando de que esa ley llegue verdaderamente a lo que debe llegar, es decir, logre su efecto y por lo tanto podamos tener pronto un país sin víctimas, en el que todos los ciudadanos sean igualmente activos y participantes en la vida de la Nación y no gente que como víctimas estén marginadas y excluidas.
 
Se dice que el gobierno del presidente Santos es el Gobierno de la paz, ¿usted lo cree?

Pienso que el señor presidente Santos y todo su equipo de Gobierno están realmente interesados en alcanzar la paz para el país. Espero que el Señor les conceda la gracia de alcanzarla para nosotros los colombianos; qué mejor que después de tantos años de conflicto, tantos años de guerra, de dolor y angustia, tengamos definitivamente la paz. Todos los días le pido al Señor que así sea, pero predecir qué va a suceder en estos tres años siguientes, pues ya es prácticamente imposible.
 
Aunque no se hable mucho del tema en el Gobierno usted ha dicho que sí se están llevando acercamientos para hablar de paz…

No he dicho que haya pasos concretos, porque no puedo decir cosas que sencillamente no conozco, lo único que he dicho es que hay una voluntad real de parte del Gobierno de encontrar los caminos de la paz y por lo tanto estoy seguro de que el Gobierno está haciendo todo lo que está a su alcance para lograr un acercamiento y para iniciar procesos de paz.
 
Si Alfonso Cano llegara a morir, ¿sería más difícil llegar a acuerdos de paz con las Farc?

Es tan difícil predecir el futuro; lo único que uno podría decir es que una vez más, infortunadamente, se ha producido muerte en el país, así como cuando se dio de baja al ‘Mono Jojoy’  o a ‘Raúl Reyes’. Son acontecimientos que dentro del conflicto que vivimos infortunadamente tienen que darse, pero que Dios quiera que no sea necesario llegar allí, sino que antes de que se sigan presentando muertes, de que siga avanzando el conflicto armado, se pueda llegar a un acuerdo con las guerrillas, con todos los grupos armados y que por lo tanto podamos tener la paz. Que no haya un solo muerto más en todo el país.
 
Si usted pudiera reunirse con Alfonso Cano, ¿qué le diría?

Lo mismo que le he dicho siempre a través de los medios de comunicación: desmovilícese, la guerra no tiene sentido, Colombia es en este momento un país diferente a lo que fue hace 40 ó 50 años, cuando empezó la guerra de guerrillas en el país y por lo tanto en este momento estoy seguro de que se dan las condiciones para que puedan trabajar todos legítimamente por los medios democráticos en la construcción de la justicia social. No es necesario, como nunca lo ha sido, recurrir a las armas, por lo tanto no tiene sentido seguir en esta guerra fratricida que lo único que causa es destrucción y muerte.
 
Cómo se podría hacer para una desmovilización de las bacrim si ya se ha dicho que estas únicamente operan con fines delictivos y no pueden participar de una Ley de Justicia y Paz?

Es claro que cuando hay grupos criminales el único camino es un sometimiento a la justicia, eso es perfectamente claro; con ellos no se puede hablar de la Ley de Justicia y Paz y por lo tanto no se puede hablar de privilegios especiales en una situación de justicia transicional. Pero indudablemente que sí se podría llegar con ellos a cierta aplicación de la justicia que permita una desmovilización mucho más masiva y por lo tanto más definitiva.
 
A pocos días del primer año del Gobierno del presidente Santos, ¿qué balance le hace?

Pienso que es un balance muy positivo. El país ha entrado en una tónica diferente de búsqueda de la paz, de la justicia social, de la prosperidad para todos, es un Gobierno abierto al diálogo y a la concertación, que escucha y que busca sinceramente crear un ambiente de unidad y concordia. Eso vale muchísimo, porque infortunadamente uno de los grandes problemas que tenemos en Colombia es que generalmente buscamos la confrontación, los enfrentamientos, los altercados y las radicalizaciones. El hecho de que el presidente Santos busque la concordia y la unidad nacional y nos ponga propósitos comunes hacia los cuales podemos marchar todos, a pesar de pertenecer a diferentes partidos políticos o a diferentes concepciones de lo que tiene que ser la democracia, allí, a mi modo de ver, radica el principal logro de este Gobierno.
 
Las políticas del Gobierno Santos van más acorde con los valores cristianos?

Muy buena parte sí, porque busca precisamente la unidad, la concordia, la igualdad entre todos, la justicia, que son valores fundamentalmente evangélicos.
 
Y ¿qué balance las hace a los ocho años de gobierno de Álvaro Uribe Vélez?

Fue un gobierno muy importante dentro de la historia del país indudablemente; significó un cambio de perspectivas en muchos aspectos, logró mucho en muchos campos, fue un Gobierno realmente positivo, por lo cual estamos agradecidos al señor presidente Uribe y al Señor que le permitió que ejerciera ese Gobierno.
 
Se cumplen 20 años de la Constitución Política de Colombia, ¿cómo le ha ido a la Iglesia Católica en ese tiempo que ha estado separada del Estado?

El que haya separación entre Iglesia y Estado es positivo, porque el Estado no puede ser confesional y no puede adoptar una religión. La religión, el acto de fe, es personal, lo hacemos las personas y el Estado como tal no puede hacer una promisión de fe. Lo importante es que se respete el derecho a la libertad religiosa y el sentido de la conciencia religiosa, eso es lo que nosotros tenemos que bregar que en Colombia se dé siempre, que la separación entre Iglesia y Estado no signifique enfrentamiento, sino una colaboración estrecha entre dos entidades que tienen una gran importancia para la vida y el bienestar de nuestra patria. Debemos seguir avanzando siempre en la consecución de todo aquello que debe perseguir el Estado y que también nosotros perseguimos, en cuanto que son principios que nacen del evangelio de Jesucristo, el respeto a la vida, a la dignidad de las personas, a todos y cada uno de los derechos de las personas, el crear ese verdadero Estado Social de Derecho que permita que todos puedan desrrollarse verdaderamente y en donde cada uno tenga todos sus derechos custodiados y pueda también cumplir con todas sus obligaciones, esos son objetivos comunes entre el Estado y la Iglesia y tienen que permitirnos trabajar en equipo.
 
Esa misma Constitución de 1991 dio paso a que se crearan lo que algunos llaman iglesias de garaje. ¿Cómo analiza usted esto?

Son, infortunadamente, consecuencias inevitables de un respeto a la libertad religiosa y por lo tanto, aun cuando eso ha hecho daño a la unidad religiosa del país, pienso que está en toda la justicia de la Constitución el que sean respetadas esas minorías religiosas y por lo tanto a ellos también se les garanticen sus derechos.

Se podría decir que a partir de la Constitución de 1991 muchos fieles de la Iglesia Católica se fueron para esas nuevas iglesias?

No creo que sea consecuencia de la Constitución, es un fenómeno que valdría la pena analizar mucho más a fondo y que no se comprende solamente a partir de la situación de Colombia, sino que también hay que analizarlo a la luz de todo lo que sucede en el mundo. Una de las tendencias, no en Colombia, sino en todo el planeta, es precisamente esa pluralidad religiosa, ese supermercado de las religiones en el que cada uno elige lo que quiere y como quiera y cada uno se crea su propia religión, de tal manera que no es algo que podamos decir que es consecuencia sencillamente de la Constitución de 1991.
 
Tras 25 años de la visita del papa Juan Pablo II a Colombia, ¿cuándo podrán los colombianos tener una nueva visita de un pontífice?

Es tan difícil también este tema, porque sabemos perfectamente que el papa tiene en este momento 84 años de vida y una persona de 84 años no es que esté muy ágil para emprender vuelos permanentemente. No sé que tenga el Santo Padre para sus planes y por lo tanto es muy difícil pensar si viene o no viene.
 
Algún día habrá un papa colombiano?

Todo es posible, el Señor hace milagros también.