Siempre se ha dicho que los niños y los jóvenes son el futuro del país, por lo cual la familia, la sociedad y el Estado deberían esforzarse en brindarles toda la atención y cuidados, y toda la mejor formación que se merecen. 

Otro principio con idénticos y nobles fines es el de que hay que educar bien al niño de hoy para no tener que castigar o sancionar al adulto de mañana. Son principios sabios que en Colombia nos cuesta trabajo o no queremos aprender o asimilar.

En nuestro país no se resuelven los viejos y complejos problemas coyunturales que tanto nos agobian como la corrupción, el desempleo y la inseguridad  – para citar solo unos pocos –, sino que tampoco somos capaces de prevenir situaciones catastróficas sociales y de todo orden, que en otras latitudes sí pueden avizorar y prepararse para afrontarlas o mitigar sus efectos.

En los últimos años el desempleo entre los jóvenes ha venido creciendo en forma preocupante. 

Según el Dane, la tasa de desocupación en este sector de la población se ubicó en 17,5 por ciento en el trimestre mayo-julio, el más alto desde 2013.

De 2’564.000 desocupados que tuvo el país en el trimestre julio-agosto, 884.000 tienen menos de 24 años. Es decir, el desempleo juvenil en ese lapso se trepó al 17,7 por ciento.

Mientras se conocen estas preocupantes cifras, la Asociación de Instituciones Financieras (Anif) lanzó su polémica propuesta del salario diferencial para los jóvenes, es decir, remunerar a los menores de 25 años con un salario que esté por debajo del mínimo, supuestamente para que tengan acceso más rápido al mercado laboral formal y de paso enfrentar los altos índices  de desempleo entre la juventud.

Lo primero que se le ocurre a los profanos y a los expertos es que esta iniciativa está en total contravía con los derechos fundamentales al trabajo y a la igualdad, consagrados en nuestra Constitución. 

Como era de esperarse, la propuesta de Anif ha generado una amplia controversia. El centro de estudios Fedesarrollo está de acuerdo con esta iniciativa, pero siempre y cuando que sea para nuevos puestos de trabajo y no para abaratar mano de obra.

Anif plantea que por un decreto conjunto de los ministerios de Hacienda y Trabajo se active un plan de choque mediante la fijación de un salario mínimo diferencial para los menores de 25 años, equivalente al 75 por ciento de la asignación mínima mensual vigente, con lo cual su ingreso sumaría un poco más de 621.000 pesos. 

Como no se trata de un asunto de poca monta, llama la atención que Anif no considere para nada pertinente tener en cuenta al Congreso de la República ni un debate amplio y serio con todos los sectores gremiales y de la producción. 

Según el director del Observatorio Laboral de la Universidad del Rosario, Iván Jaramillo, la primera barrera en la propuesta de Anif es la constitucionalidad, ya que, según explica, la Carta política “garantiza como principio del derecho al trabajo, una remuneración mínima, vital y móvil para los trabajadores en Colombia”.

Otros sectores advierten sobre los riesgos de abusos y arbitrariedades que casi siempre ocurren en situaciones como esta, pero en detrimento de los trabajadores. Además, la propuesta de Anif parece no tener en cuenta los ingentes esfuerzos que vienen haciendo con su creatividad e ingenio miles de jóvenes emprendedores dentro y fuera del país. A éstos sí que hay que seguir apoyando y estimulando.

Hasta ahora nada hace prever que la situación del desempleo de los jóvenes va a mejorar. En las propuestas y programas de los candidatos a las Alcaldías y Gobernaciones del país es poco lo que hay sobre el tema.