Cali, Bucaramanga, Bogotá, ahora Medellín y también Chile lo mismo que Ecuador, pero también sin olvidar Perú, fueron destinos en los que se asentaron miles de venezolanos que salieron de su país por los múltiples problemas que los aquejaban.

Pero como si fuera un estigma que marcara su condición de migrantes, ahora de nuevo la situación adquirió características adversas para ellos, razón por la cual ahora Venezuela es el destino anhelado, porque la pandemia del coronavirus les transformó sus sueños en pesadillas que no están dispuestos a soportar lejos de sus hogares.

Agencias internacionales de noticias dan cuenta, por ejemplo, que cientos de migrantes que hace un par de años habían fijado como rumbo a Colombia para rehacer su vida, ahora estaban varados a las afueras de la central de transportes de Medellín a la espera de poder viajar hacia la frontera y cruzar el río Táchira para llegar a los estados y ciudades de origen.

De acuerdo con datos conocidos de Migración Colombia, entre el 14 de marzo y el 13 de mayo de este año, han retornado 55.888 ciudadanos que al quedar sin fuentes de ingresos económicos por impacto de la crisis sanitaria, han preferido devolverse a tierras venezolanas.

Esta es una cantidad muy pequeña del 1’800.000 venezolanos que llegaron a nuestro país, aunque todavía es muy temprano para aventurarse a señalar si el fenómeno del regreso continuará creciendo, puesto que el mismo se lleva a cabo casi que a cuenta gotas y con estrictas medidas  para prevenir problemas que puedan degenerar en un peligro de contagio masivo, tanto entre ellos como en las localidades por donde cruzan o que sirven de zona de paso, como ejemplo La Parada (Villa del Rosario).

Se escuchan historias dramáticas como la de una familia que huyó de la pobreza y falta de oportunidades en su natal Venezuela y ahora le tocó escapar de la muerte en Ecuador donde hay un alto número de contagiados con la COVID-19.

Así como antes se les veía caminar por la vía a Pamplona rumbo a Bogotá o diciendo que ‘para Chile me voy cruzando la cordillera’, ahora repiten esa larga y tortuosa caminata para volver a la tierra que los vio nacer, donde los problemas sociales, económicos y políticos abundan como la maleza.

Desde Santiago de Chile se escuchan voces de venezolanos que duermen en las calles y claman volver: “Todos se vino abajo, como decimos nosotros; fue por la pandemia que empezaron a cerrar negocios, empezaron a cerrar empresas y, en vista de que no estaba funcionando, empezaron a botar personal y nos quedamos sin empleo”.

¿Y a qué vuelven a su país si la situación tampoco es la mejor? “Allá pienso que vamos a estar mejor, porque acá estamos en la calle, no tenemos nada, no tenemos trabajo, en cambio allá, con lo poquito que podamos trabajar, tenemos un techo seguro, estamos con la familia y no nos va a sacar nadie de nuestra casa”.

Con la pandemia en pleno furor, las economías maltrechas, millones de empleos destruidos, quiebras a granel, la pobreza disparada y las desigualdades llegando a niveles insospechados, muchos de los venezolanos han decidido no ser más migrantes errantes y por tal razón han empezado a devolverse también de Bolivia, Brasil y otros países.