En Cúcuta, en donde la descalificación es radical, puesto que apenas un 10% de la gente dice sentirse segura en su barrio.
En Cúcuta, en donde la descalificación es radical, puesto que apenas un 10% de la gente dice sentirse segura en su barrio.
La Alcaldía de Cúcuta, la Gobernación de Norte de Santander, la academia, los sociólogos, los sicólogos, los gremios y la comunidad tienen en los resultados de la fase dos de la encuesta de percepción ‘Mi voz mi ciudad’, un interesante elemento de análisis y de toma de decisiones.
Por ejemplo, solamente el 14% de los encuestados dijo que la ciudad va por buen camino, lo cual es equivalente a que el pesimismo se ha apoderado de todos los rincones de la capital de Norte de Santander. Es como decir que para la mayoría de personas el presente y futuro están llenos de nubarrones.
Y es lógico puesto que desde la aparición de la pandemia, hace nueve meses, en este 2020 se trastocaron, alteraron y afectaron todos los aspectos de la vida diaria.
No solamente la ciudad es hoy una de las que registra alta letalidad del coronavirus y la aceleración en los contagios, sino que se perdieron miles de empleos y muchas empresas quedaron maltrechas, por impacto de esta inesperada crisis sanitaria.
Muy bien lo expuso Mario Zambrano, director del programa Cúcuta Cómo Vamos, cuando afirmó que el pesimismo campea en esta ciudad fronteriza “dado el contexto de la pandemia y sus efectos en términos económicos y sociales”.
Y cómo no andar con ese estado de ánimo si el 62% de los encuestados sufrió la pérdida de empleo y el rebusque es la única alternativa que queda para poder paliar las necesidades del hogar.
Y la insatisfacción también se detectó en asuntos como el servicio de salud donde apenas el 25% dijo estar complacido con la atención recibida por algún miembro de la familia, mientras que el campo educativo también se raja en esa medición, con solo un 31% de los consultados satisfechos por la educación encasa que recibieron los niños y adolescentes en este 2020.
Pero donde se nota que no hay mejora de ninguna clase es en el frente de la seguridad, en donde la descalificación es radical, puesto que apenas un 10% de la gente dice sentirse segura en su barrio, como lo detectó la encuesta ‘Mi voz mi ciudad’.
Pero además, como lo advirtió Zambrano, en Cúcuta un 64% de los encuestados está insatisfecho por las entidades prestadoras de servicio de justicia lo que es preocupante porque debilita el capital social, traducido en confianza, en un contexto de inseguridad y que puede llevar a efectos sociales indeseados.
Tienen entonces ahí las administraciones regionales y los expertos unos importantes insumos para que urgentemente en enero de 2021 comiencen a definir y adoptar acciones para que los cucuteños empiecen a girar hacia el optimismo, pero con soluciones reales a los problemas que los asfixian y desmejoran sus condiciones de vida.
Eso se hace con planes de choque de empleo, con inversiones en obras públicas, con generación de empleo, con el impulso a la apertura de nuevas empresas, al igual que mediante planes sociales y el fortalecimiento de la salud, la educación y las TIC (que ya no son un lujo sino una necesidad).
Es mucho lo que debe hacerse ante una inmensa inquietud ciudadana que mientras se cuida de evitar caer enferma por el virus, espera tener una respuesta real y efectiva desde las políticas del Estado, puesto que por algo será que el 86% ha dicho que la ciudad no va por buen camino.
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