Las mujeres en Colombia no necesitan migajas, merecen que todas las normas, leyes y programas sean para todos los colombianos sin discriminación de género.
No al machismo
Un hombre pegándole y diciéndole vulgaridades a una mujer en una calle colombiana durante una marcha política muestra el alto grado de intolerancia que vive el país.
Lo lamentable es que todo empieza así, con golpes y agresiones verbales para después terminar, como ocurre en Norte de Santander, con 18 feminicidios en el primer semestre del año.
Una simple disculpa como la que ofreció el golpeador -pero porque fue grabado y el vídeo difundido por redes sociales- no es la solución, puesto que se trata de una cuestión de inculcar desde el hogar valores familiares, de formación ciudadana y valores humanos.
Vemos de nuevo que zanjar problemas intrafamiliares o sentimentales asesinando mujeres es algo que se condena y discute mediáticamente, pero a la larga las políticas públicas no son lo verdaderamente concordantes en aspectos de salud mental, educación para el respeto de género, acciones sicosociales, real apoyo jurídico y cero revictimización, al igual que una real estrategia de Estado para la mujer en Colombia.
La critica condición socioeconómica de cientos de miles de mujeres, que están en la pobreza extrema, sin oportunidades laborales, ha llevado a que sean presa fácil del microtráfico, los proxenetas y organizaciones armadas ilegales.
Situaciones como estas no encajan en ninguna de las aristas del Estado Social de Derecho que Colombia a los cuatro vientos pregona ser.
Lo que pasa con las mujeres, para quienes se escucha decir desde las órbitas estatales que ellas ya tienen la Ley de Cuotas o equis programa, nos hace vernos como si ellas desde que nació la patria no merecieran eso y más.
Las mujeres en Colombia no necesitan migajas, merecen que todas las normas, leyes y programas sean para todos los 50 millones de colombianos sin discriminación de género, raza, credo, condición social o pensamiento político.
La mujer no tiene por qué mendigar o clamar por algo, pues para eso son ciudadanas colombianas, lo que implica el cubrimiento de todos los beneficios del Estado.
En ese sentido también es indispensable la promoción y socialización de la norma que vela por los derechos de las niñas y mujeres en Colombia para que así ellas denuncien sin miedo, porque su silencio termina favoreciendo a los agresores.
Ojalá uno de los cambios a los que se comprometa la sociedad colombiana en la nueva normalidad después de la pandemia, es a sepultar el machismo.
Esa figura machista de arreglar todo a la fuerza y de que la mujer es solo para criar hijos y estar todo el tiempo en las labores del hogar y que además es solo un objeto sexual sin derecho alguno, debe de ser desterrada porque nada bueno nos ha dejado.
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