Fallas en el manejo de la seguridad ciudadana desde todos sus componentes y un imaginario que se ha ido construyendo de que la migración venezolana es otro de los responsables de buena parte de los problemas colombianos, pueden ser el motivo obvio de la xenofobia en redes sociales detectada por el barómetro medidor.

Aquí, muchas cosas ya andaban mal antes de que llegaran cientos de miles de venezolanos que huyendo de la crisis en su país pusieron como destino a Colombia.

Por ejemplo, andábamos mal en atención hospitalaria por las precarias condiciones de dotación de equipos, insumos y recursos económicos, como también sucedía cuando en marzo desembarcó la pandemia del coronavirus en territorio colombiano.

Lo que ha pasado es que muchas de esas dificultades se volvieron realmente notorias, dejaron de ser invisibles y se están convirtiendo en un ‘muy fuerte dolor de cabeza’ para la sociedad, que reclama soluciones inmediatas.

Pero aquí igualmente existen dos factores adicionales de comportamiento: uno que los colombianos no estábamos acostumbrados a ser impactados por un fenómeno migratorio de la magnitud del que se registra y que hoy, según cifras oficiales, indica que en el país se han quedado 1’722.919 personas llegadas de la tierra de Simón Bolívar.

El otro se relaciona con la educación, es decir, en que las autoridades nacionales con el respaldo de organismos internacionales conocedores de la materia, desarrollen una estrategia de largo aliento  y gran difusión para  generar esa empatía y eliminar cualquier vestigio de odio y discriminación hacia quien debió abandonar su patria para radicarse lejos de ella por motivos políticos, económicos o sociales. 

Por ejemplo, hacer más proyectos como el de ‘Somos panas Colombia’, pero que contengan elementos que les enseñen a los todos los habitantes de ciudades, corregimientos y veredas desde la etimología de la xenofobia, hasta lo inhumano y peligroso que es incurrir en ello. 
 
Es bueno recordar que xenofobia proviene del concepto griego compuesto por xénos (“extranjero”) y phóbos (“miedo”). La xenofobia, por lo tanto, hace referencia al odio, recelo, hostilidad y rechazo hacia los extranjeros.

Nada bueno se advierte en una sociedad cuando sus integrantes, luego de la ocurrencia de un fenómeno como el de las declaraciones de la alcaldesa de Bogotá, Claudia López: “(...) hay unos (venezolanos) que en serio nos están haciendo la vida de cuadritos”, salen de una vez, y sin ningún tipo de valoración, a lanzar una operación de estigmatización.

Barómetro de Xenofobia analizó en ese momento las redes sociales detectando un comportamiento ‘disparado’ de comentarios en contra de los migrantes; en Bogotá, la conversación de xenofobia aumentó en 918% con respecto al día anterior; en Cúcuta 900%; en Cali, 376%, en Barranquilla 300% y en Medellín, 250%.

Luego Migración Colombia y los ministerios de Educación y de Cultura -buscando aliados como Unicef, ACNUR y OIM- deben de ponerse manos a la obra hacia masivas, intensivas y profundas campañas educativas y cívicas para decirles a los 50 millones de colombianos que los migrantes no son el enemigo, pero a la vez, el Estado tienen que atajar el desempleo, la pobreza, la desigualdad social y la falta oportunidades, porque de lo contrario la tendremos como otro de nuestros males.