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Martes, 1 Marzo 2016 - 1:00am

La nueva frontera

El control se debió ejercer apenas los gobernantes venezolanos cerraron la frontera de manera inconsulta.

Exigirles pasaportes a los venezolanos que vengan a Colombia es una medida necesaria, oportuna y especialmente recíproca, que se debió adoptar hace muchas semanas. Sin embargo, no es la principal acción que se requiere en la frontera.

Es necesaria, porque en las actuales circunstancias de unilateralidad y hasta de clara enemistad de parte del gobierno vecino, Colombia debe saber quién llega y a qué. Porque no todos los venezolanos que cruzan vienen en busca de soluciones que no tienen allá: estudio, trabajo, salud y comida. También pasan delincuentes.

Oportuna, porque, como se dijo antes, el control se debió ejercer apenas los gobernantes venezolanos cerraron la frontera de manera inconsulta.

Y recíproca, pues en materia de relaciones internacionales, un estado puede, y debe, adoptar las mismas medidas que establezcan los otros estados. Si, como es el caso, Venezuela exige pasaporte y visado a los colombianos que quieran visitarla, Colombia está autorizada para actuar igual. Sin lugar a quejas ni protestas vanas.

Solo que acá jamás ningún funcionario, como ocurrió en Táchira, invitará a almorzar a los venezolanos que, a las patadas, como pasó allá, mañana forzará a irse acusándolos de terroristas y obligándolos a dejarlo todo. Incluso a los hijos. En eso jamás seremos recíprocos, y todos los venezolanos lo saben, incluidos aquellos lenguaraces del gobierno que tienen acá a sus hijos estudiando, y a otros parientes.

Para disgusto de funcionarios venezolanos que se desgañitan gritando que en su mínimo criterio Colombia violó el Tratado de Tonchalá, es buen momento para que se enteren de que ese modelo de frontera del que allí se trataba, está mandado a recoger. Es un modelo anacrónico, obsoleto, y hay que cambiarlo por uno acorde con el mundo actual en el que primen la seriedad, la formalidad, la reciprocidad y, por sobre todo, que deje atrás el parroquialismo acostumbrado en el vecindario...

El tratado aún existe, muy a pesar de los esfuerzos del presidente Maduro por hacerlo añicos con medidas unilaterales, con amenazas baladíes, con abusos y con bravuconadas aptas para sus gobernadores. Pero, si Venezuela quiere, hay que renegociarlo. Si no está de acuerdo, ni modo. Esas son ahora las condiciones acá.

Desde el domingo pasado, los venezolanos deben venir con su pasaporte, o no venir. Es una decisión oficial, que no será echada atrás aunque para algunas autoridades regionales del vecino país sea una especie de exabrupto. Como si todo lo hecho allá contra Colombia fuera una charla de buenos consejos.

Y si, como se rumora, Venezuela no tiene papel para elaborar los pasaportes, ese parece ser un problema que allá deben resolver, y explicarlo a sus ciudadanos.

Sin embargo, la del pasaporte, creemos, no es la medida más urgente que se debe adoptar en Colombia respecto de la frontera de 2.219 kilómetros.

El control del contrabando y de otras formas de delincuencia características de las zonas fronterizas es una necesidad inaplazable, para contrarrestar el flujo de mercancías venezolanas, estimulado por los muy altos niveles de corrupción de los militares y de otros funcionarios de Venezuela destacados en la frontera.

La gasolina sigue pasando a raudales… Y con ella, detergentes, productos de aseo personal, enlatados, productos básicos que luego los contrabandistas envasan y empacan con marcas colombianas, carne, mucha carne, toda en pésimo estado de conservación.

Y pasan militares armados. Cada que lo desean vienen y, como Pedro por su casa, entran y salen sin que nadie les diga nada. Y en el entretiempo, atropellan al colombiano que se les cruce por esos caminos colombianos. Y lo torturan y roban, y se van orondos, solo para volver al día siguiente, en la seguridad de que obstáculos no habrá.

Desde luego, el pasaporte no será un ábrete sésamo que les permitirá a todos cruzar. No más recordemos, que hasta no hace muchos años los colombianos necesitábamos visa para entrar a Venezuela, a pesar de que ellos no, aun habiéndose retirado de la Comunidad Andina de Naciones.

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