Eludir y evadir los compromisos con el fisco es el deporte de los que tienen, solo que no todos los que tienen lo practican. Pero estos son una minoría que ha logrado el dominio sobre las tentaciones.

Los países más avanzados en su desarrollo son aquellos en los que pagarle al Estado lo que le corresponde (en algunos, los empresarios deben pagar más del 50 por ciento de sus utilidades) es una obligación moral y social que nadie discute, y que se cumpliría aun si no hubiera normas legales que castiguen al contribuyente que se atreviera a hacer trampa.

En Colombia, gambetear al fisco es también un deporte, aunque de práctica más generalizada que en otras partes, pero, además, una práctica sin ninguna clase de consecuencias, sin castigo, amparada por una impunidad sin límites. Acá, darle al Cesar lo que es del Cesar es para muy pocos que no eluden (les buscan desvíos a las leyes fiscales) y que no evaden (simplemente mienten en su declaración anual de impuestos o no pagan).

En Cúcuta, la cultura del no pago adquiere dimensiones inmensas, y más si el acreedor es el Estado. Es una de las ciudades donde menos se paga al fisco.

Estos días, el futbolista James Rodríguez está sintiendo las consecuencias de lo que significa burlar a un Estado. Tendrá que pagarle al fisco español nada menos que 11,65 millones de euros (16,3 millones de dólares o 45.000 millones de pesos), de impuestos que no pagó por sus contratos de publicidad.

No es el primer futbolista famoso sancionado por el Estado español, por no pagar todos los impuestos, ni él y los demás sancionados son los culpables, sino el círculo de asesores cercanos que los convencieron de que, en el caso de Rodríguez, al declarar los ingresos dijera que era residente fuera de España, lo cual era mentira, y hasta el más despistado lo sabía...

La alternativa para el futbolista era clarísima: pagar o ir a la cárcel. Pagará… Casi una tercera parte de la deuda es de intereses de mora, acumulados durante el tiempo del proceso, menos de dos años.

En un lío similar estuvo Radamel Falcao García, y también tuvo que pagar a las malas lo que no pagó a las buenas.

Pero, lo que queda a la luz, es que en los estados serios no hay impunidad en lo relativo a los impuestos: allí se paga o se paga, no hay otra posibilidad. Pero, si hubiera sido en Estados Unidos, por ejemplo, donde las normas tributarias son aún más rígidas, además de pagar, quien no paga impuestos como le corresponde, va a la cárcel.

En Colombia, en cambio, no pagar impuestos cabe entre las habilidades que se elogian, que incluso se ponen de ejemplo y se imitan, como se imita a quien, de un plumazo, traslada los dineros para alimentar a los niños en la escuela, a su cada vez más abultada cuenta bancaria.

Es todo lo mismo, un afán incontrolable de apropiarse de lo que es de todos los ciudadanos: los recursos económicos del Estado, los cargos públicos heredados, el espacio público, los puestos en la cola de los bendecidos por la impunidad. Todo.