A pesar de que en Colombia la paz ha sido el sueño de millones de personas en las últimas décadas, y contra toda previsión, más importante que ella resulta hoy para muchos tener un empleo, cualquier empleo.

Es por eso que la imagen del gobierno va en caída desde hace varios meses: acostumbrados a vivir en guerra, porque era de las que los expertos llaman de baja intensidad, a los colombianos les preocupa mucho que las posibilidades de hallar un puesto de trabajo sean cada vez menores.

Parece ilógico, pero en casos así no opera la lógica de que es mejor vivir en paz que en guerra. La que funciona es la que dice que, sin importar si hay paz o guerra, lo que de verdad vale es tener un empleo que permita obtener, aunque sea modesto e insuficiente, un ingreso que a la economía familiar le permita sobreaguar.

El desempleo en Colombia, como en la gran mayoría de países, es fenómeno de vieja data, pero acá se agrava a medida que pasa el tiempo. Según el Dane, en las 13 principales ciudades, la falta de empleo completó ocho meses consecutivos en baja constante.

En el total nacional, durante septiembre se contabilizaron 22,4 millones de personas con trabajo y 2,27 millones de desempleados.

La razón no es que no haya creación de puestos de trabajo, sino en que esa generación es menor que el ingreso de personas al mercado laboral. Por ejemplo: en septiembre, en todo el país se crearon 111 mil puestos, totalmente insuficientes para absorber a las 315 mil personas que llegaron al mercado.

La explicación de por qué la oferta de empleo es reducida hay que buscarla, entre otras posibilidades, en el índice de crecimiento de la economía, de apenas un mediocre 2 por ciento anual, que anula cualquier estímulo, cualquier esfuerzo que busque el pleno empleo.

Otra razón, como ocurrió esta vez, consiste en que mientras un sector crece, otro decrece. Durante el trimestre de julio a septiembre, el sector del agro generó 176 mil puestos de trabajo, mientras comercio, hoteles y restaurantes perdieron 132 mil empleos.

El problema del desempleo para Cúcuta es que desde hace varios años es la principal causa de reclamos contra el gobierno, y que, en las circunstancias de hoy, parece insuperable. Y si cada año que pasa la creación de empleos es menor que la llegada de jóvenes al mercado, será una situación que no tendrá fácil solución.

La cifra de 15,3 por ciento para nuestra ciudad en septiembre es la más alta del desempleo que se registra desde hace 14 años, cuando fue de 15.4, y la tendencia es a continuar aumentando, pues en el horizonte no aparecen las soluciones.

En relación con Cúcuta hay un detalle que llama la atención desde hace ya varios meses: mientras acá aumenta la cifra desempleados, en Bucaramanga, la capital más cercana, y ciudad más pequeña que la nuestra, se reduce. El índice de desempleo allí es de 8,3 por ciento, muy similar al de Sincelejo, una ciudad mucho menos dinámica y con menos producción que la nuestra.

¿Qué falla acá? Tiene que ser algo clave, porque por años Cúcuta ha tenido las más altas cifras de desocupación, y eso es más que preocupante.