Prácticamente todo el gobierno está de visita en Cúcuta, lo cual significa una oportunidad que ni mandada hacer para que, del presidente Iván Duque hacia abajo, se acerquen un poco más a nuestra realidad, que especialmente en lo rural pareciera estancada en la medianía del siglo pasado.

Que es difícil de creer para la visión centralista, lo sabemos, pero no por eso dejaremos de insistir en que desde el alto Gobierno se están cometiendo errores de apreciación y, por lo mismo, de aplicación de soluciones.

No es la primera vez que un presidente viene a Cúcuta a prometer soluciones. Ya estamos acostumbrados a eso, como lo estamos también a que muchas de estas promesas se quedan en palabras. Sin embargo, nuestra simpatía y nuestro beneplácito por visitas ilustres como la actual permanecen inalterables.

Queremos aprovechar la oportunidad de que el presidente Duque y su gente están aquí, para formular algunos planteamientos y hacer algunas preguntas que tienen que ver con asuntos que vienen desde hace muchos años, desde hace varios gobiernos, pero que hoy le corresponden a la actual presidencia asumir y, sobre todo, solucionar. 

Uno que ya hemos repetido es que la solución para todos los problemas  del Catatumbo, no pasa por convertir esa región en un fuerte militar, con artillería pesada y planes que incluyen operaciones aéreas y tropas ultra especializadas.

Realmente, somos modestos: salud, vías, educación, apoyo financiero y técnico para el agro, telecomunicaciones es lo que se necesita. Alguien de esa región planteaba una inquietud válida: ¿quién querría acogerse al plan de la economía naranja con ideas en internet, si solo saliendo de Cúcuta se pierde la señal, y si en el Catatumbo hay miles que no tienen la menos idea de qué es eso de la gran red?

Abramos un paréntesis para una invitación al presidente a recorrer esa gran zona por carretera, en un viaje para el que no preparen nada, ojalá de sorpresa. Así tendrá la oportunidad de conocer un país de comienzos del siglo pasado. Sin citar otras necesidades: la carretera a Tibú estaba mejor cuando la abrieron hace ya cien años, que ahora. Y si el presidente cree que hay una exageración, debe recorrerla.

Es tiempo perdido hablar de por qué los campesinos se dedican a cultivar la coca en terrenos abruptos. Perdido, porque nadie cree en que la necesidad es la que los obliga, por la misma dinámica que por décadas se ha consolidado en esta zona: la ley la imponen las guerrillas y las bandas criminales. Y los habitantes solo conocen la parte menos atractiva del Estado, la represiva…

De las muchas preguntas, estas nos parecen oportunas: ¿será este el Gobierno que por fin permita a Norte de Santander conectarse al gasoducto central para garantizar el suministro y hacer competitivas las empresas e industrias que subsisten en la región y las nuevas que quieran asentarse en esta zona?

¿Al fin, cuál es el futuro del programa de internación de vehículos, necesario para generar la equidad que nunca ha habido entre los usuarios de las vías, pues el impuesto de rodamiento solo se les cobra a los vehículos colombianos?

De los planes de redención económica de Cúcuta no preguntamos esta vez. A nombre de todos los cucuteños lo hemos hecho muchas otras veces y nada ha ocurrido. Quizás los administradores del Estado están cansados de escuchar quejas sobre lo mismo, y los cucuteños lo estamos de formularlas y que nadie responda.

De todas maneras, presidente Duque, siéntase como en su casa.