Fue Belisario Betancur Cuartas un estadista, humanista, escritor y poeta. Y un gran colombiano. 

Ejemplo de superación, que desde temprana edad construyó con base en el conocimiento, en las letras, en el periodismo, en la sana política. 

Desde su natal Amagá hizo todo el camino,  y en ascenso siempre, hasta llegar a la Presidencia de la República, sin herir a nadie, con y respeto a la Ley. 

Luego, al terminar su periodo de Gobierno,  se retiró honrando la prudencia,  sirviendo de consejero a quienes se lo solicitaron. No se enfrascó en controversias con los nuevos gobiernos, no se inmiscuyó en  sus asuntos, no buscó reelecciones, a diferencia de otros exmandatarios.

Persistió y persistió, hasta lograr la Presidencia de Colombia. Impuso sus tesis de Movimiento Nacional, tras muchos años de un Frente Nacional en donde primó el bipartidismo. 

Entonces rompió con la tradición del voto ciego y sectario, congregando alrededor de su nombre y su candidatura a ciudadanos de diversas ideologías y corrientes. 

Le debemos este avance. Los colombianos comenzamos a entender que no debíamos matarnos a causa de liderazgos y populismos politiqueros.

Inició su mandato enfrentando la herencia de la anterior administración, caracterizada por un incremento en la deuda externa y un déficit fiscal creciente. 

En el inicio de su Gobierno contribuyó a la  descentralización fiscal y administrativa. Luego fortaleció la austeridad en el gasto con medidas como incrementar los salarios a los servidores públicos por debajo del índice de inflación, y en los servicios personales del sector público no financiero. 

Al terminar su Gobierno pudo mostrar un avance en la reducción del déficit consolidado del sector público. Su exitoso programa de ajuste económico y  una política cambiaria adecuada llevaron a recuperar para el país  el apoyo de los organismos multilaterales, siendo Colombia en ese momento el único país latinoamericano que salió de la crisis de deuda sin tener que recurrir  a su reestructuración. 

Betancur fue el estadista que comenzó a actuar en Colombia sobre la paz,  como meta de Estado. Sembró la semilla, aunque en pleno su objetivo no fructificó, acaso porque primó el afán vengador de fuerzas sectarias. 

Se acercó a quienes pretendían cambiar nuestro modelo con las armas, logrando avances frente a las Farc, el Epl, el M-19, el Eln y la ADO. Otro hubiera sido el destino de Colombia si hubiéramos entendido y aceptado  a plenitud sus objetivos. Un estadista de similar corte, como fue Virgilio Barco, logró consolidar la paz con el M-19, en buena parte por las bases que sentó Betancur. 

Le tocó enfrentar la tragedia de Armero y supo sortearla. También enfrentó decididamente al narcotráfico, rompiendo con la costumbre que venía tomando fuerza en Colombia, de congraciarse con sus promotores. 

El asesinato de su ministro de Justicia, Rodrigo Lara, fue el punto de partida.

Ha fallecido Belisario Betancur en medio de las letras, las que impulsó desde cuando muy joven colaboró con Generación, la separata dominical del diario El Colombiano. 

Como gobernante le dio apoyo total a Colcultura, el instituto que desembocó luego en el actual Ministerio de Cultura. En su retiro promovió letras y artes a través de la Fundación Santillana y los festivales culturales en Barichara, Santander. Su último aporte lo hizo hace unos dos meses, durante el homenaje nacional a su amigo de toda la vida, el exministro Jaime Posada, en la Academia Colombiana de la Lengua, en medio de música y poesía, sus dos grandes pasiones y propósitos de vida. 

Su herencia es ejemplar y los colombianos debemos seguir perseverando en la búsqueda y el logro de la paz. Es el mejor homenaje que podemos rendirle. Paz a la tumba de este hombre de paz que se nos ha ido para siempre.