Esta guerra sanitaria que la humanidad libra contra un enemigo invisible como los es el coronavirus, ha llevado a los gobiernos de todos los países del planeta a disponer de paquetes económicos y sociales para salir en auxilio de las sociedades que tuvieron que confinarse obligatoriamente.

Esta pandemia, cuyo curso final aún se desconoce, ha desnudado demoledoramente las grandes fallas y carencias de los sistemas imperantes, como el  de salud, que para el caso colombiano es debilucho y raquítico, pues  ha sido trofeo de los corruptos y equivocadamente manejado por los esquemas vigentes.

La desigualdad afloró de las frías cifras y estadisticas y dejó de ser invisible  para el resto de colombianos que ahora se asombran de la gran cantidad de población vulnerable que se medio alimenta y está por debajo de los índices de necesidades básicas, porque todas las tienen insatisfechas.

En los últimos días, al presidente de la República, Iván Duque,   se le ve en la televisión con su equipo de gobierno dando a conocer las últimas decisiones que ha ido tomando para apoyar a la población que cumple el confinamiento, al empresariado, a los trabajadores y a los sectores más necesitados de la población.

Para el fortalecimiento con equipamiento al sector de la salud para enfrentar esta gran batalla contra la COVID-19 se empezaron a hacer anuncios sobre compras de equipos, como por ejemplo, 1.500 respiradores, aunque causa  preocupación que la única máquina que tiene el país para las pruebas del coronavirus estuvo dañada un par de días.

¿Una sola máquina? ¿Eso significa entonces que pudiéramos estar ante un subregistro de casos? En esta lucha  pandémica al país se le tiene que hablar con la verdad. Y, ¿para cuándo estarán listos los laboratorios regionales-entre ellos en Norte de Santander-para hacer tests?  Aquí en la frontera eso es urgente. Ojalá el Ministerio de Salud nos tenga dentro de su prioridad.

Hablando de alivios, sería bueno  que las EPS y el gobierno pagaran ya,  sin ninguna dilación, los dineros adeudados a hospitales como el Erasmo Meoz que necesitan urgentemente consolidarse para lo que se avecina, pues es muy grave y deprimente que muchos centros asistenciales no cuenten con los materiales especiales para proteger al personal médico y de enfermería, aparte de que en materia de unidades de cuidados intensivos la situación deficitaria es delicada.

En esos aspectos hay que actuarse  muy rápidamente y con toda la prioridad que esto requiere, acelerando también la habilitación de clínicas y centros hospitalarios que al ‘enfermar’ y ‘morir’ financieramente por el esquema vigente, sirvan para atender la oleada de pacientes infectados que puedan empezar a llegar.

Razón tuvo el papa Francisco cuando el pasado viernes,  ante una desolada plaza de San Pedro, dijo que a la humanidad la sorprendió una “tormenta inesperada y furiosa”, de “una tempestad que desenmascara nuestra vulnerabilidad y deja al descubierto esas falsas y superfluas seguridades”. 

En este marco, Colombia no solo debe luchar desde las casas sino desde la adopción y ejecución de acciones extraordinarias para hacer lo que no se ha hecho nunca: darle a la salud pública el sitial de  trascendencia que merece.