China y Estados Unidos acordaron renunciar a una guerra comercial y distanciarse de las amenazas de un alza de los aranceles.
Este anuncio se produjo después de las conversaciones de alto nivel en la capital estadounidense y después de meses de tensiones debido a las críticas del presidente estadounidense Donald Trump que considera que las relaciones comerciales entre ambas potencias son injustas.
Liu, que encabezó la delegación china que viajó a Washington la semana pasada para fraguar un acuerdo con Estados Unidos dijo que “ambas partes alcanzaron un consenso, no van a librar una guerra comercial y van a dejar de subirse los aranceles respectivos”.
Un comunicado conjunto difundido por ambas partes desde Washington indicó que “hubo un consenso sobre el hecho de tomar medidas para reducir de manera significativa el déficit de Estados Unidos en el intercambio de mercancías con China”.
El acuerdo fue fraguado ante la amenaza de que Estados Unidos podía gravar la importación de productos chinos por un valor de 50.000 millones de dólares a partir de la próxima semana.
Ambas partes también acordaron fortalecer su cooperación en materias de energía, productos agrícolas, cuidados médicos, tecnología y finanzas, dijo Liu.
El funcionario chino calificó el acuerdo como una “necesidad”.
“Al mismo tiempo debe quedar claro que derretir el hielo no puede lograrse en un día, resolver los problemas estructurales de la economía y las relaciones comerciales entre dos países va a tomar tiempo”, indicó.
Si Estados Unidos y China enfrentan más dificultades en el futuro, Liu dijo que ambos deben abordarlas “calmadamente, manteniendo el diálogo y manejándolas de forma apropiada”.
Esta distensión se produce después de meses de crispación que alertaron a los mercados por el temor a que se desatara una guerra comercial.
Un aumento significativo
El comunicado no adelantó cifras, aunque la Casa Blanca exige una reducción de 200.000 millones de dólares de su déficit con el gigante asiático, que el año pasado llegó a 375.000 millones de dólares.
“Con el fin de satisfacer la creciente demanda de consumo de la población china y la necesidad de un desarrollo económico de alta calidad, China va aumentar significativamente sus compras de bienes y servicios desde Estados Unidos. Esto respaldará el crecimiento y el empleo en Estados Unidos”, señaló el texto.
Los negociadores de Estados Unidos y China también acordaron “un aumento importante” de las exportaciones estadounidenses en los sectores energético y agrícola, en un intento de satisfacer a Trump, ya que Pekín apuntó en sus represalias a los productos agrícolas estadounidense, incluida la soja, extremadamente dependiente del mercado chino y cuyos estados en los que se produce son favorable al presidente republicano.
La carne de cerdo y los coches fabricados en Estados Unidos están actualmente en el punto de mira de las aduanas chinas, que anunció un refuerzo de las inspecciones sobre estos productos.
“Estados Unidos enviará un equipo a China para trabajar en los detalles” de un acuerdo, aseguró la Casa Blanca, lo que sugiere que la delegación china que llegó a principios de semana ya se fue de Washington.
Las dos partes subrayaron su compromiso para resolver de forma “proactiva” sus diferencias comerciales.
ZTE, el gran ausente
Las dos partes aseguraron el sábado que le dan “suma importancia” a la protección de la propiedad intelectual, por lo que acordaron “reforzar la cooperación” en este campo.
“China va a hacer las modificaciones adecuadas en sus leyes y reglamentos en este ámbito, incluida la ley de patentes”, explicaron.
Por último, Washington y Pekín dijeron que querían fomentar “la inversión mutua y crear una competencia justa y en igualdad de condiciones”.
Trump no ha parado desde que llegó a la Casa Blanca de denunciar las “injustas” prácticas comerciales de sus socios chinos.
“China se ha tornado muy malcriada... Porque siempre obtuvo el 100% de lo que pide a Estados Unidos”, dijo Trump a periodistas la semana pasada.
El acuerdo no hace referencia al caso del gigante de las telecomunicaciones chino ZTE, que cesó su actividad después de que Washington prohibiera a las empresas estadounidenses exportarle componentes claves para sus productos, a pesar de que China lo había puesto sobre la mesa de negociación.
Trump aseguró recientemente que había dado instrucciones a su secretario de Comercio, Wilbur Ross, para encontrar una solución alternativa a este caso.
Propuesta Europea
Bruselas, al igual que Tokio, busca “compensar de manera equivalente el impacto de las medidas arancelarias estadounidenses”, de un monto de 2.800 millones de euros (unos 3.300 millones de dólares).
La UE exportó hacia EEUU en 2017 acero por 5.300 millones de euros y aluminio por 1.100 millones.
Esta medida de represalia podría implementarse con toda legalidad si lo decidiese el bloque europeo “a partir del 20 de junio de 2018”. Entre los productos concernidos hay tabaco, burbón, vaqueros, motos, productos de belleza o textiles así como toda una serie de productos derivados del acero.
La UE espera sin embargo que la medida de exención arancelaria estadounidense se extienda. Los dirigentes de los 28 países de la UE acaban de definir una oferta comercial para convencer a Estados Unidos antes del 1 de junio.
El bloque estaría dispuesto a negociar una reducción de las barreras arancelarias en la industria, acercar las reglamentaciones, profundizar las relaciones en materia de energía y trabajar en una reforma de la OMC.
La UE está dispuesta “a hablar de liberalización del comercio” con Estados Unidos “pero sólo si deciden una exención ilimitada de los aranceles al acero y al aluminio”, resumió el jueves el presidente del Consejo Europeo Donald Tusk.
‘Made in USA’
Por su parte, Tokio endurece el tono tras el fracaso del diálogo con Washington cuyos aranceles “podrían tener un grave impacto en las relaciones económicas” de los dos países.
Por esta misma decisión de Estados Unidos, Rusia y China acudieron a la OMC en abril.
Pekín, que está además amenazada con otros aranceles por un valor de 50.000 millones de dólares, amenazó con represalias por un monto equivalente.
Donald Trump fustiga regularmente las prácticas comerciales de Japón que considera desleales y lamenta los “millones y millones de coches” japoneses que invaden el mercado estadounidense, cuando muy pocos vehículos “made in USA” se venden en Japón.
Este delicado tema comercial será tratado en negociaciones bilaterales a mediados de junio entre el representante estadounidense de comercio Robert Lighthizer y el ministro de Economía japonés Toshimitsu Motegi.