El cierre temporal que el miércoles iniciaron las casas de cambio en Norte de Santander, no afectó el flujo de transeúntes que a diario se movilizan entre Colombia y Venezuela.

Desde muy tempranas horas de la mañana se observaba –como ya es habitual– una larga fila de viajeros aguardando completar los trámites para ingresar a salir del territorio venezolano, la mayoría de ellos sin planes de retorno.

La Avenida Venezuela, principal vía de tránsito hacia la frontera, también evidenció abundante actividad. Al llegar a territorio colombiano, los viajeros se encontraron con las casas de cambio cerradas, lo que los tomó por sorpresa, pues algunos solo tenían bolívares en el bolsillo.

Esta situación, que aumentó el intercambio informal de divisas, también generó cierta tensión entre los venezolanos, que se quedaron sentados junto a sus maletas, pensando qué hacer y negándose a regalar más su dinero ante los bajos precios de cambio que estaban ofreciendo los vendedores callejeros.

Julio Banda, un colombiano oriundo de Arauca, pero residente desde hace muchos años en el país vecino, llegó a La Parada para seguir su camino hacia Cúcuta, el problema es que no tenía pesos para pagar el pasaje.

Este carpintero, que como muchos llegó a buscar un mejor presente a la capital nortesantandereana, debió recurrir a una amiga en la ciudad y pedirle que lo recogiera a él y sus cuatro maletas.

Pero no todos contaron con esta suerte. Otros, contó una vendedora del lugar, se regresaron “porque no hay pesos”.

Otros, por su parte, contaron con suerte y, casi como si tratara de un trueque, encontraron venezolanos con pesos en el bolsillo que iban de regreso al país, con los que cambiaron sus bolívares a la tasa del mercado en los últimos días.