Desde cualquier lugar de Colombia o del exterior envían para ayudar a sus familiares en Venezuela.
Las remesas, salvavidas para los venezolanos
Nathaly Araque esperaba impaciente a ver si corría con la suerte de alcanzar el último número de los 75 repartidos por la empleada del Western Union de la Avenida 5, pero no fue así. Había esperado por más de cuatro horas bajo el sol y la lluvia y ahora debía volver al día siguiente para intentar cobrar el giro de 100 dólares, que desde Nueva York le había enviado su esposo.
Como ella, cientos de venezolanos comparten a diario la larga espera, para recibir las remesas que desde cualquier lugar de Colombia o del exterior envían quienes migraron para abrirse paso en tierras extrañas y desde allí ayudar a sus familiares en Venezuela.
Se estima que unos cinco millones de venezolanos han emigrado en los últimos cuatro años, y continúan haciéndolo, según el economista Aldo Contreras, la mayoría de ellos envía remesas a sus familias y el 80% de esas remesas llegan a Venezuela desde Norte de Santander.
“La prohibición que existe en el país para recibir encomiendas y envíos de dinero desde el exterior, ha convertido a Cúcuta en el centro de los envíos de remesas de los venezolanos en el exterior; la mayoría de estos envíos no superan los 200 dólares y tienen una media de 100 dólares, que aunque en la mayoría de los países no representan una gran suma de dinero, para los venezolanos, al convertirlos en bolívares les representan unos 29 salarios integrales, una cifra que ninguna persona podría obtener trabajando en Venezuela”, dijo.
Destacó que aunque el monto por remesa no es exacto, se estima que en el 2017 entraron a Norte de Santander y especialmente a Cúcuta de 1.200 a 1.500 millones de dólares, producto de las remesas que reciben los venezolanos de sus familiares en el extranjero.
Eso llevó –asegura el experto– a que a principios de 2018 el presidente Nicolás Maduro decidiera reactivar el Dicom y pedía a los familiares enviar sus remesas a través de este sistema. “Sin embargo, como el Dicom no reconoce el tipo de cambio real del mercado, sino que se maneja aún como una divisa controlada, no resulta atractivo, pues nadie va a enviar remesas para ser cambiadas a una tasa Dicom de 25 mil bolívares por dólar o 30 mil bolívares por euro, mientras en el mercado paralelo estas divisas se pagan por diez veces ese valor”.
Según Contreras, estas remesas están beneficiando la balanza de pagos de Colombia, en vez de beneficiar la balanza de pagos de Venezuela, “pues existe un Banco Central que ha decidido darle la espalda a esta entrada de divisas, que bien pudiera dinamizar el mercado nacional, mientras insiste en un sistema de control de cambio que acaba de cumplir quince años en Venezuela”, apuntó.
¿Cómo invierten los venezolanos?
En medio de su decepción por la larga espera perdida, Araque, una periodista institucional de 29 años, relató en qué invierte los 100 dólares que recibe como remesa.
“En mi casa somos tres adultos y una niña, pues vivo con mis padres, mi papá es educador jubilado y recibe pensión. Trabajo como periodista en la alcaldía de San Cristóbal y gano un salario mínimo, con la remesa compro mensualmente diez kilos de arroz, diez de harina, diez de azúcar, granos, manzanas y las meriendas para el colegio de la niña, con los bolívares que ganamos en Venezuela, completamos para carne, pollo, huevos y queso, porque en realidad no alcanza para mucho más”, explicó.
Juan Daniel Meza lleva tres meses viviendo en Medellín, allí trabaja como obrero especializado en el área de confección, su hermana Anny acaba de regresar a San Cristóbal cargada de los productos que compró con los 250 mil pesos que envía Juan Daniel todos los meses. “Traigo 12 kilos de arroz, 10 de azúcar, medio fardo de harina para arepas, dos kilos de harina de trigo, uno de leche, atún, jabón de baño, jabón de lavar, papel de baño”, enumeraba a medida que hacía recuento de sus bolsas.
Los Meza hacen un solo mercado para dos familias, los dos varones trabajan en Colombia por temporadas para ayudar a su hermana, que se queda con sus padres ya mayores, su esposo y su bebé, pues explican que de esta forma les rinden más los gastos.
Según Contreras, aunque la mayoría de las remesas están destinadas a suplir las necesidades alimentarias de las familias, también hay un pequeño porcentaje que se destina a la compra de bienes inmuebles y automóviles, que constituyen el sistema de ahorro de los migrantes con planes de retornar a su país en el futuro.
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