Desde finales del año pasado entró en funcionamiento la Andi, seccional Norte de Santander, que busca agrupar y fortalecer al sector empresarial de la región.

Después del cierre fronterizo decretado en agosto de 2015 por el gobierno venezolano y en medio de la crisis humanitaria generada por la expulsión y deportación de miles de colombianos residentes en el vecino país, la Asociación Nacional de Empresarios (Andi), en coordinación con la Fundación Andi y Abaco, lideró la ayuda que se gestionó en todo el país. En total, y gracias al apoyo de 30 empresas afiliadas, se logró abastecer a 4.000 personas con 73 toneladas de productos, entre alimentos, ropa y “kits” estudiantiles.

Adicionalmente, Bruce Mac Master, presidente de la Andi, anunció en una reunión con miembros de la junta de dirección general de la Andi, miembros de la junta directiva seccional Andi Santanderes, empresarios locales y autoridades del orden departamental y municipal, la apertura, en el mes de septiembre de 2015, de una oficina permanente de la Asociación para esta región.
 
Apertura seccional

Desde su inauguración, la seccional de la Andi Norte de Santander se ha trazado como funciones y objetivos fundamentales convertirse en vocera de los empresarios regionales ante el gobierno nacional; promover la economía formal y la lucha anti contrabando; impulsar proyectos de infraestructura que aumenten la competitividad de la región; y fomentar la productividad y las inversiones en Investigación, desarrollo e innovación (I+D+i).

La seccional comenzó actividades con ocho empresas afiliadas y cerrará el año con 23. Este significativo incremento da cuenta del interés del sector empresarial por unirse a la seccional, consolidar el gremio y buscar soluciones estructurales que conduzcan a un incremento de la competitividad de la región.

Cambio empresarial

Si bien el sector empresarial se enfocaba en actividades relacionadas con el comercio fronterizo, desde que las relaciones de intercambio con Venezuela comenzaron a verse afectadas  debido a la falta de pagos por el control cambiario y la escasez de dólares en el vecino país, la orientación de las empresas empieza a cambiar. Al cierre del2015, dentro de las 20 empresas más grandes del departamento se ubicaron dos del sector agroindustrial; igualmente, se han consolidado empresas estables e innovadoras de servicios públicos.

De otro lado, el carbón, que ha sido motor de la economía regional por décadas, tuvo un fuerte impacto negativo por el cierre fronterizo, así como a la prohibición tácita que existe en el vecino país para que este transite por sus carreteras. No obstante, las empresas han hecho ajustes a su funcionamiento y logística, de la mano de los acuerdos logrados con el Gobierno, para seguir operando por las carreteras y puertos colombianos.  Por último, el calzado, que había disminuido su importancia, ha resurgido y tiene dos empresas pioneras en el país, con presencia en todo el mercado nacional.

Nuevos paradigmas

Los cierres fronterizos de 2015 y 2016, así como el deterioro de la economía venezolana, han planteado un cambio de paradigma en Cúcuta y Norte de Santander. Cúcuta ya no es aquella ciudad que se beneficiaba económicamente del país vecino, ni en la que las personas de otras partes del país podían venir a vivir en la informalidad. La frontera actual genera más incertidumbre y retos que oportunidades, sin embargo, debe hacerse todo lo posible para que esta permanezca abierta y lo lazos de hermandad entre las poblaciones de los países fluyan de manera natural.

Aun así, dado el contexto actual, hay que tener en cuenta que la frontera abierta no significará prosperidad económica. Por esto se hace cada vez más necesario que la región se vincule a las cadenas globales de valor, siguiendo el ejemplo de los palmicultores y los arroceros, quienes han podido desarrollar cultivos, procesamiento y comercialización de sus productos, de manera exitosa, para mercados que no están en la región ni en Venezuela.

Otro de los retos importantes es la integración de sus regiones, con el fin de generar riqueza y empleo en cuatro zonas específicas: Cúcuta, Pamplona, Ocaña y Tibú. El primer obstáculo para iniciar este proceso es la conectividad regional: si bien los proyectos de las vías Cúcuta-Pamplona y Pamplona-Bucaramanga están dando sus primeros pasos administrativos, las vías Cúcuta-Ocaña y la transversal de Catatumbo aún no parecen tener proyectos ni recursos asignados.

De otra parte, el mal estado del puente Mariano Ospina Pérez se ha convertido en un cuello de botella para las empresas y en un riesgo para la comunidad. Se espera que con las obras que se adelantan su vida útil aumente dos años más; tiempo en el que Cúcuta y el área metropolitana, el departamento y la nación, tendrán que planear y ejecutar, , una obra que evite el cierre total de la salida a la costa y los puertos.

Francisco Unda