La falta de atracción de inversiones de multinacionales y empresas colombianas, los costos de las licencias de cultivo y la falta de apoyo estatal tienen estancada la agroindustria del cannabis medicinal. Un nuevo negocio que mientras en el resto del país va viento en popa en Norte de Santander aún no despega.

En enero se presentaron los resultados del plan piloto de cultivo de la planta por parte de la Asociación indígena Ambengapa de Colombia. La asociación tenía un vivero experimental en el corregimiento de Samoré, municipio de Toledo, con 5.000 plantas trabajadas por el cabildo de la etnia Uwa en el resguardo Segovia.

Sin embargo, el plan inicial de solicitar una licencia de cultivo mudó hacia un permiso para ser pequeños y medianos cultivadores. Nelson Torres, representante legal de la asociación, explicó que los tres puntos que han impedido el desarrollo de esta agroindustria son la falta de conocimiento de los beneficios médicos del cannabis, la poca inversión de las industrias locales y el nulo apoyo gubernamental para implementar este sector como una solución de empleo para la zona rural.

A nivel nacional, con corte al 30 de julio de 2019, el Ministerio de Justicia y del Derecho, a través de la Subdirección de Control y Fiscalización de Sustancias Químicas y Estupefacientes, ha expedido un total de 258 licencias para el uso médico y científico del cannabis y sus derivados en el país.

De las licencias expedidas, 30 corresponden al uso de semillas para siembra, 89 para cultivo de plantas de cannabis psicoactivo y 139 para no psicoactivas.

En el listado de pequeños y medianos cultivadores del Ministerio de Justicia, con corte al 30 de agosto, hay 4.021 productores que ya solicitaron esta condición para poder plantar cannabis. Sin embargo, en Norte de Santander aún no hay ninguno.

La asociación ya está en proceso de solicitar el permiso para ser medianos cultivadores, Torres indicó que tienen adelantada conversaciones con una empresa norteamericana que está en el país y una en Medellín para empezar cultivarles plantas no psicoactivas, para posterior producción de derivados.

El representante de la asociación también aseguró que han propuesto a los candidatos a la Gobernación que el sector del cannabis medicinal haga parte de los planes de gobierno, “que se vea como una solución para generar empleo rural, que es un negocio rentable y que sea una forma de inclusión para las etnias indígenas del departamento que han trabajado esta planta desde tiempos ancestrales”.

Norte de Santander quedará relegado si no se dan los primeros pasos para desarrollar la industria en la región, actualmente Cundinamarca es el departamento con mayor número de autorizaciones para trabajar con cultivos de cannabis con 75; seguido de Antioquia con 45 licencias; Valle del Cauca, 24; Cauca, 23; y Tolima, 22.

La asociación Ambengapa de Colombia está cerrando negocios con dos empresas importantes del sector del cannabis en el país para cultivar plantas y vendérselas.

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ABC del negocio

En Colombia el marco jurídico actual permite que se soliciten cuatro tipos de licencias o modalidades para el negocio del cannabis, las cuales son:

1. Para fabricación de derivados de cannabis

Esta permite la fabricación de derivados para uso nacional, para investigación científica y para exportación. Esta licencia la otorga el Ministerio de Salud.

2. Para uso de semilla para siembra

Esta permite la comercialización o entrega de semillas de diferentes tipos de cannabis, con fines científicos. La licencia la otorga el Ministerio de Justicia y el costo para obtenerla es de $9,7 millones.

Los requisitos que se deben tener son: una descripción de equipos y áreas, un protocolo de seguridad, el número de matrícula inmobiliaria o cédula catastral.

3. Para cultivo de cannabis psicoactivo

Esta permite la producción de semillas para siembra, de grano, fabricación de derivados (con la previa autorización del Ministerio de Salud), fines científicos, almacenamiento y disposición final. La licencia la otorga el Ministerio de Justicia y su costo es de $33,9 millones.

Los requisitos para obtenerla son: tener una licencia de fabricación de derivados, un contrato con el destinatario de cosecha (cuando este no sea el mismo cultivador); el número de matrícula inmobiliaria o la cédula catastral. Además de la descripción de equipos y áreas, el protocolo de seguridad, un plan de cultivo y contar con un concepto favorable en la visita previa de control.

4. Para cultivo de cannabis no psicoactivo

Esta permite la producción de grano y semillas para siembra, la fabricación de derivados, los fines industriales y científicos, así como el almacenamiento y la disposición final. La licencia la otorga el Ministerio de Justicia y para obtenerla el costo es de $11,6 millones.

Los requisitos con los que se debe cumplir son: contar con un número de matrícula inmobiliaria o cedula catastral, la descripción de equipos y áreas y de las variedades de cannabis utilizadas, acreditando la condición de no psicoactividad; y contar con un concepto favorable en la visita previa de control.

Vale la pena aclarar que hay dos tipos de productores para esta actividad, los pequeños y medianos cultivadores que son las personas naturales cuya área total de cultivo de la planta no supere las 0,5 hectáreas, es decir, 5.000 metros cuadrados. Y los grandes cultivadores, que son las personas jurídicas que deben solicitar los permisos anteriormente mencionados para poder establecer invernaderos o cultivos a gran escala.

La asociación Ambengapa solicitará las licencias de pequeños y medianos cultivadores por tener una oferta de compra del producto, la cual duraría cinco años y puede tener una prorroga a siete años. Según Nelson Torres, un invernadero de 5.000 plantas tendría un costo entre $200 a $500 millones.

El conflicto, un obstáculo

“Para nadie es un secreto que en el departamento hay un problema de orden público, esa situación evita que las multinacionales que ya están en el país inviertan en Norte de Santander”, manifestó Torres.

Las condiciones del departamento son ideales para el cultivo de cannabis, además en Colombia se pueden producir cuatro cosecha al año, aseguró el representante de la asociación y agregó que la presencia de los grupos armados en zonas como el Catatumbo desmotivan la inversión de las empresas.

El director de investigación de Medcann Colombia, Sergio Eastman, explicó a La República, en un reportaje, que “la seguridad es algo prioritario para las empresas. Los cultivos en un principio, buscaron ser cultivados en lugares donde el Ejército garantizara 100 % la tranquilidad, pues siempre se pretende estar protegidos frente a detalles del conflicto armado o intervenciones criminales, sean guerrillas o cualquier grupo”.

 Medicamentos, a punto

Mientras que en la región la industria no despega, en Colombia el Invima entregó el sello que certifica que la planta de producción farmacéutica y los laboratorios de investigación, desarrollo y control de calidad de Clever Leaves cumplen con las Buenas Prácticas de Manufactura (BPM) para la fabricación de productos fitoterapéuticos.

Andrés Fajardo, presidente de Clever Leaves, explicó que con la certificación BPM, Clever Leaves que ya está elaborando productos para atender pacientes en varios países del mundo está a la espera de algunos detalles regulatorios para que pacientes en Colombia puedan acceder a estos productos farmacéuticos.

El presidente de la compañía agregó que lo que falta para que Clever Leaves empiece a producir medicamentos en el país es una certificación de Buenas Prácticas de Elaboración (BPE) del Invima, cuya regulación espera sea definida para el final de este mes.

Fajardo finalmente puntualizó que se debe separar el mercado tradicional de cremas y ungüentos de cannabis con las medicinas y derivados de la planta que se realizarán por las industrias que están en el país.