Los descuentos ofrecidos por el comercio colombiano durante la última semana de noviembre, durante el evento conocido como Viernes Negro o Black Friday, generó los dos últimos años una inusitada afluencia de compradores venezolano que, provenientes de todos los rincones del vecino país, llegaban a Cúcuta para aprovechar la zafra de ofertas comerciales.

Sin embargo, este año, por causa de la pandemia y la agudización de la crisis interna venezolana, las autoridades fronterizas desestiman que se produzca una presencia masiva de compradores en la zona limítrofe.

Aunque el paso de venezolanos hacia Colombia se ha mantenido con la pandemia, a través de las trochas, quienes se movilizan por la frontera son, en su mayoría, caminantes que migran en busca de oportunidades de sobrevivencia, con pocos o nulos recursos económicos.

William Gómez, alcalde de San Antonio del Táchira, recordó que en los dos últimos años, para esta época predecembrina, se generaba una importante movilidad de unidades de trasporte terrestre y de personas que acudían a la frontera para hacer sus compras en Colombia.

Gómez destacó que en la ruta que conduce hacia la entidad fronteriza, desde los estados Barinas y Apure, se ha implementado un reforzamiento del pie de fuerza militar, para contener la movilidad hacia la frontera venezolana que pudiese intentar llegar desde el interior del país.

“Solo pueden entrar al Táchira vehículos de carga con productos como alimentos, medicamentos y repuestos, mientras que las personas que deseen ingresar a la entidad deben contar con los respectivos salvoconductos de sus estados de origen”, indicó.

Lea aquí: Migrantes abren oportunidades para el mercado de las remesas

Marynell García, comerciante que en 2019 viajó desde Maracay, con otros 20 comerciantes para comprar en Cúcuta los inventarios navideños, dice que este año “no hay movimiento”.

“La Guardia, la Policía, todas las alcabalas que han colocado en el camino hacen muy difícil pasar, más allá de la pandemia, de que no hay transporte ni gasolina para moverse y de que con la lluvia los ríos están crecidos; es que ya no es rentable viajar porque quitan mucha mercancía en el camino, solo entre Maracay y Caracas hay ocho alcabalas en apenas 120 kilómetros”, precisó.

Sobre la oferta comercial e industrial de los municipios de frontera, la misma es casi nula. Isabel Castillo, presidenta de la Cámara de Comercio e Industria en San Antonio del Táchira, precisó que el 92 % del parque industrial está completamente paralizado y el 8 % que permanece operativo funciona apenas a 10 de su capacidad instalada, mientras en lo que respecta al comercio 90 % está paralizado.

Desde su perspectiva, la temporada decembrina está paralizada, debido a la situación económica, sumada a la pandemia. “El comercio se mueve muy poco”, apuntó.

A pesar de que en otros municipios del Táchira, bajo el modelo nacional de 7x7 hay semanas de flexibilización, para los municipios fronterizos de San Antonio y Ureña tal flexibilidad no existe, por lo que se mantienen las restricciones a la movilidad vehicular desde y hacia esta zona de frontera.