Aunque Argentina es el mayor productor de vino de Latinoamérica, el quinto en el mundo y el noveno en exportación global, los colombianos parecen preferir esta bebida hecha al otro lado de los Andes, en Chile.

El 45 por ciento de los vinos importados que se consumen en Colombia son chilenos, mientras que los argentinos llegan al 22 por ciento, en esto está trabajando la industria gaucha y sus principales bodegas quienes están trabajando para cambiar ese panorama.

Por eso, para la próxima edición de Expovinos, que se realizará en Corferias en Bogotá de 29 de julio al 1 de agosto, Argentina es el país invitado de honor, y dentro de la delegación que llegará al país estará Jorge Riccitelli, considerado uno de los mejores enólogos del mundo.

Este especialista mendocino es el primer latinoamericano en recibir el premio al Enólogo del año por la revista estadounidense Wine Enthusiast, y en su país se le ha exaltado por su contribución al desarrollo de la vitivinicultura en la región de Cafayate.

Ahora hace parte de las Bodegas Norton, que cuenta con más de 120 años de historia en Mendoza, con la cual ha trabajado algunos de sus vinos ícono, como Norton Reserva Malbec, Norton Cosecha Tardía Dulce Natural, Norton Quorum, Lote y Gernot Langes.

Entre copas

-¿Qué tan importante es el mercado colombiano para la industria vinícola argentina?

Cada vez más importante. Argentina ha venido en los últimos años en mejorar en calidad y variedad de sus vinos; esto tanto para el mercado interno, que sigue siendo muy importante, como para su exportación que hoy en día ya llega a 60 países.

En Colombia nuestra participación viene creciendo y aún tenemos mucho por hacer, que eso lo hace mucho más interesante, porque sabemos que tenemos la materia prima para lograr que más colombianos disfruten de un buen vino argentino.

-¿Sigue tan fuerte el mercado interno argentino?

Vendíamos hasta 90 litros de vino por persona al año, lo cual es una barbaridad, pero no eran vinos de gran calidad. Las exigencias de la exportación y la competencia internacional de los últimos años han hecho que se busque la calidad, incluso por encima del volumen de ventas.

-¿Cómo ve la cultura del vino en Colombia?

Lo de la cultura crece pero siempre será un grupo, un sector. Para mí, lo más importante es lo que está ocurriendo con la gastronomía en Colombia, no sólo ahora en Bogotá y ciudades grandes, también en ciudades más pequeñas pero que han fortalecido su oferta gastronómica.

Para nadie es un secreto que una buena comida es perfecta con un buen vino, y el crecimiento de la buena mesa, de buenos restaurantes hace que cada vez más personas quieran disfrutar de un buen vino.

-¿Qué traen para Expovinos?

Iremos con toda la artillería. Le queremos mostrar a los colombianos los productos de la Bodega Norton pues están seduciendo a personas de más de 60 países, con vinos para distintos gustos, como el Norton Malbec D.O.C., premiado internacionalmente, el Norton Reserva Malbec, el Norton Cosecha Tardía Dulce Natural y los Espumantes Norton Cosecha Especial, sólo por mencionar algunos.

Los secretos

-¿Cuál es el secreto de un buen enólogo?

Que tenga la paciencia y el instinto de saber que los logros que se obtienen en la viña, deben ser trasladados a cada una de las botellas de nuestra bodega.

- A un hombre de vinos, ¿Qué vino le gusta?

Me encantan los vinos elegantes, pero que a la vez sean alegres, que sientas que te dan vida cada vez que regresas a él.

-¿Qué es lo mejor de ser un enólogo?

Tengo pasión por lo que hago; es un arte hacer vino y encima me pagan por eso. ¿Se puede pedir algo más?

-Crear un vino es un proceso difícil, lento y que toma años, ¿Qué siente cuando ve la primera botella de un vino que usted creó?

Es casi indescriptible. Sencillamente siento mucha pasión por lo que hago. Creo que es la misma sensación que puede tener un pintor cuando por primera vez observa su cuadro terminado.

-¿Qué opina de los vinos rosados?

Es una tendencia en crecimiento, en especial en época de verano o en climas cálidos, han encontrado un segmento en el cual poder desarrollarse.

*Por Sergio Villamizar D.| Bogotá