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Javier Hernández Bonnet y la pasión por los sueños

En desarrollo del diplomado Gerencia y cultura deportiva que se llevó a cabo en Cúcuta, el director del Gol Caracol Javier Hernández Bonnet no ahorró detalles en contar el revulsivo que hizo el técnico de Colombia José Néstor Pékerman en el combinado que logró el cupo al Mundial de Brasil 2014.
Apoyado en 14 momentos del fútbol mundial y dos personales, el dos veces ganador del premio nacional Simón Bolívar y uno del Ondas de España señaló que la tarea del adiestrador fue una labor muy diciente porque contrario a muchas personas que preguntan ¿usted no sabe quién soy yo? Él (Pékerman), sí lo sabía y consiguió la unión del grupo de jugadores en torno a ese propósito.
Refrendó ese hecho con un pasaje del partido de vuelta entre Colombia y Bolivia que se disputó en Barranquilla, y que se saldó con la victoria del equipo nacional (5-0).
Relató qué analizando el juego, días después, con Jorge Barraza el argentino le hizo ver que la aspiración de regresar a la Copa del Mundo era un hecho no solo por el abultado resultado sino por todo lo que rodeó el tanto y la celebración.
Ese día, tras la quinta anotación del lateral izquierdo Pablo Armero, que fue precedida de 27 pases, todo el equipo, titulares y suplentes y cuerpo técnico reaccionó en masa a felicitar y compartir en un abrazo el momento de éxtasis que origina un tanto como ese que no define nada sino por lo que representaba para todos a través de un trabajo táctico y de motivación intrínseca del deportista.
Pékerman demostró ese día que había logrado vencer las barreras mentales de los jugadores que dirigía igual que hizo el brasileño Manuel Francisco Dos Santos, el gran ‘Mané’ o ‘Garrincha’ como lo conoció el mundo, quien tenía la pierna derecha seis centímetros más corta que la izquierda, gracias a una poliomielitis, y que pese a ello conquistó al mundo con sus regates ya fuese con la Selección o el Botafogo.
El comunicador hizo también mención al trabajo de César Luis Menotti, técnico campeón de Argentina en el Mundial de 1978, cuando puso a todo el equipo a jugar bien. Contó que el orientador sentaba o ponía a un jugador de connotada capacidad con otro que si bien tenía condiciones no las había desarrollado o no se había percatado de su potencial con el fin que a través de la observación aprendiera
Pasión a los sueños
Una de las pocas veces donde Hernández Bonnet trajo experiencias al contexto de la primera conferencia para enunciar que no se debe atraer malas noticias y por el contrario hay que ponerle pasión a los buenos para que se cumplan.
Recordó que tras quedar eliminada Colombia en Italia 90 tenía disponible 20 días y gestionó el regreso al país diciendo que su progenitora había sufrido un accidente razón por la cual un gerente de una empresa aérea le ayudó para retornar sin pagar la cláusula de regreso antes de tiempo.
A los pocos días de estar en el país su mamá sufrió un accidente y comprendió que nunca más invocaría momentos desagradables y lo mejor era ponerle pasión a los sueños para que se cumplan. Así fue como se ganó el premio Ondas con un trabajo sobre los niños de Pescadito y un Simón Bolívar con Carlos ‘El Pibe’ Valderrama.
El líder
En la continuación de su exposición que los equipos deben tener líderes positivos y refrescó la memoria de los asistentes con el ‘Maracanazo’, la mayor tragedia del fútbol brasileño al perder (2-1) la final del 16 de julio de 1950 frente a Uruguay.
Señaló, según testimonios, que antes de iniciar el juego los directivos uruguayos pidieron a los jugadores qué si perdían no les hicieran pasar una vergüenza ante el poderío demostrado por el local.
Tras la anotación del brasileño Friaça a los 47 minutos, el capitán Obdulio Varela, tomó el balón y demoró la reanudación del juego cerca de 10 minutos hasta que llegó un intérprete.
El campo de juego era una Torre de Babel, el árbitro George Reader era inglés, y los jugadores hablaban portugués (Brasil) y español (Uruguay).
Obdulio Varela, ‘El gran capitán’ había comprendido que la fortaleza de los locales era el público y apeló a esa táctica para callarlo e incluso había advertido a sus compañeros “los de afuera son de palo”.
Cuando llegó el intérprete Varela le pidió que le dijera al juez que no se preocupara por ellos (jugadores uruguayos) que estaba pitando bien y el juego se reanudó pero ya había cumplido la misión de calmar al monstruo de 200.000 cabezas que llenaban el estadio.
Luego Juan Alberto Schiaffino y Alcides Ghiggia hicieron llorar a Brasil. Esa noche Varela salió a celebrar y se puso a llorar con ellos al ver la tragedia que habían provocado en el pueblo brasileño.
Los equipos ganan títulos
Javier Hernández, en el último tercio de la conferencia, volvió a resaltar el trabajo de los entrenadores y comenzó por el alemán Joachim Löw quien sacó campeón Mundial al equipo teutón de mayores y sub 21 de Europa además de ganar la Copa de Naciones.
Recalcó que el técnico Carlos Salvador Bilardo, campeón del Mundial de México con Argentina 1986, le revaluó el concepto que los equipos pueden tener figuras que definen juegos pero son ellos (los equipos) los que ganan títulos y para ello recordó el papel que cumplió Diego Maradona en el certamen, cuando en primera instancia sacó a Inglaterra (2-1) con dos goles geniales y luego fue un obrero más para conseguir el título ante Alemania (3-2).
Acotó que pueden existir jugadores que no saben lo que valen como líderes como fue el caso del francés Zinedine Zidane quien el 9 de julio de 2006 se hizo expulsar en la final del Mundial de Alemania ante Italia tras dar un cabezazo a Marco Materazzi. Este hecho provocó un impacto emocional negativo en su equipo que perdió en los cobros desde el punto penalti, la oportunidad de obtener el segundo título de su historia.
La importancia del equilibrio
Finalmente plasmó el equilibrio entre la vida sentimental y profesional y puso de manifiesto los 29 años de matrimonio que tiene el técnico Löw y su esposa Daniela que le da una estabilidad emocional al entrenador alemán porque le permite dejar los problemas en un espacio y no llevarlo a la casa o viceversa.
Contó que hace algunos años agobiado por los inconvenientes llegó a su casa y no habló con su esposa ni con su hija. Al otro día, cuando se levantó, ya su hija se había ido al colegio pero le dejo un papel que decía “papá no te olvides de nosotros”. Ese día comprendió que los problemas del trabajo no se pueden llevar a la casa como tampoco los del hogar a la oficina, porque son dañinos.
Pedro León Jáuregui Ávila | jaureguiavila@gmail.com
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