La quindiana volvió a quedarse este jueves con la Copa Mundo AMF de Bolos, en Polonia.
Clara Juliana Guerrero no se cansa de ganar títulos de bowling

Ser múltiple campeona mundial, integrar el Hall de la Fama Internacional del Bolo y estar entre los diez colombianos que en Toronto completaron Ciclo Olímpico dorado rumbo a Río 2016, son los logros más importantes de la quindiana Clara Juliana Guerrero Londoño, quien este jueves (19 de noviembre) sumó uno más a su vitrina de trofeos.
La bolichera colombiana defendió con éxito la corona que logró hace un año en Breslavia (Polonia) y se consagró de nuevo como campeona de la Copa Mundo AMF de Bolos, un certamen que reúne a los mejores exponentes del bolo internacional y este año se cumplió en Las Vegas, Estados Unidos.
Sus logros no han sido cuestión del azar, ya que Clara Juliana ha dedicado su vida entera a entrenar y perfeccionar sus lanzamientos con una disciplina única, exclusiva para los grandes atletas, quienes construyen, a base de esfuerzo, carreras deportivas exitosas, que luego se convierten en prototipo a seguir por niños y jóvenes.
Aunque la historia de Clara Juliana empezó como una fantasía para cualquier bolichero, en una cuna de pines, bolas, pistas y muchas moñonas, la vida la ha llevado por un camino de sacrificios, disciplina y esfuerzos que se describen de forma perfecta con su apellido: Guerrero, que se convirtió en una cualidad que ha combinado con su primer nombre, pues desde que se enfocó en el bolo siempre ‘la ha tenido Clara’.
Su abuelo, Leonardo Guerrero, fue uno de los fundadores de la Corporación Bolo Club, la primera bolera de Armenia, lugar donde se conocieron Diego Guerrero y Clara Inés Londoño, padres de Clara, quienes junto con su primer hijo, Diego Fernando, iniciaron un sueño en familia que hoy ha hecho realidad la menor de la casa.
Con tres meses de embarazo, Clara Inés todavía lanzaba en las pistas del Bolo Club. El 22 de abril de 1982, llegó la nueva integrante de la familia de bolicheros: Clara Juliana, quien dio sus primeros pasos cerca de las pistas y se convirtió en la fan número uno de sus padres, al punto de querer lanzar y jugar como ellos, los héroes de la infancia.
“Me acuerdo haciéndoles barra, viéndolos jugar torneos y me emocionaba mucho, sentía una admiración inmensa y cuando empecé a jugar, mis primeros lanzamientos eran para intentar ser como ellos”, recordó Clara Juliana, quien luego tendría dos aficiones más. La natación y el voleibol aparecieron en el camino. En la mañana entrenaba natación, iba al colegio, en la tarde lanzaba bolas en las pista de la bolera y los fines de semana integraba el equipo de voleibol del Colegio San Luis Rey, una rutina tan exigente que la obligó a elegir, a tomar la primera gran decisión de su vida cuando sólo tenía nueve años.
Y no fue fácil, porque alcanzó a ganar medallas en interclubes de natación y el título del intercolegiado de voleibol, pero por el ejemplo de sus padres y la disciplina de su hermano, la pequeña Clara Juliana prefirió seguir con el linaje familiar, extender la dinastía de bolicheros y emprender la ruta de su vida ligada al deporte del hogar.
Esa determinación no sólo fue familiar, también fue motivada por Floberto Valderrama, el entrenador que llegó a Armenia, vio a Clara Juliana y se sorprendió con el potencial de un talento de nueve años que podría ganar rápidamente el Campeonato Nacional Sub12.
Valderrama, formador de una gran generación de bolicheros colombianos, se reunió con los padres de Clarita –como le dicen en la familia— para diseñar un plan que llevaría a la niña a cumplir un sueño que venía por generaciones: ganar un título nacional individual.
No obstante, en ese primer año el objetivo no se cumplió, pero “seguí entrenando súper fuerte, me entregué demasiado al deporte y a los 12 años quedé campeona nacional en Medellín”, dice Clara, quien evocó ese evento de 1994 como “algo impresionante, lo que me motivó a decidir definitivamente que este era el deporte en el que me quería quedar; menos mal escogí el que era”.
El debut con ‘La Tricolor’
Con 12 años, más una disciplina y madurez incomparables, Clara Juliana se dedicó a su deporte, que en la familia ya había dado alegrías en eventos regionales y nacionales con su abuelo, sus padres y su hermano Diego Fernando, el motor de la infancia para ir a aprender y a entrenar.
Don Leonardo Guerrero (abuelo) fue campeón departamental del Quindío por muchos años; don Diego Guerrero (papá) fue campeón nacional en equipos y en ternas; doña Clara Inés (mamá) fue subcampeona nacional de segunda fuerza, y Diego Fernando (hermano) ganó medallas juveniles, siempre representando al Quindío, pues no tuvieron el privilegio de llegar a una Selección Colombia de Mayores, en una “carrera deportiva muy linda que me inspiró a intentar hacer algo grande en este deporte”, dice con orgullo Clara Juliana.
El talento la llevó a, con 15 años, integrar la Selección Nacional de mayores, en los Juegos Bolivarianos de Arequipa, en Perú, donde la orgullosa representante del Quindío comenzó el exitoso camino, lleno de moñonas con el tricolor nacional y con la ilusión de llegar al profesionalismo.
Fue por eso que se declaró admiradora del venezolano Amleto Monacelli, el primer latino en llegar al Circuito Profesional de Bolo en los Estados Unidos, quien por su estilo motivó a Clara Juliana a visualizar un sueño: competir y ganar en el PWBA, el equivalente en bolo del LPGA del golf o el WTA del tenis: la máxima carpa mundial.
En medio de ese camino vivió un suceso que le cambió la vida: la tragedia del terremoto de su ciudad, el 25 de enero de 1999. Clara estaba en el garaje del edificio donde vivía y con su padre se disponían a ir a una cita odontológica.
Por el sufrimiento de conocidos, amigos y familiares Clara asegura que “me cambió la vida, porque dejé de tomarla porque sí, aprendí a disfrutar y dar lo mejor, pues no sabes en qué momento se va; fue de un hecho muy triste que me afectó, pero también me enseñó a vivir la vida segundo a segundo”.
El salto a Estados Unidos
Ese impacto aportó a la fortaleza mental de Clara Juliana, quien una vez finalizó el colegio se radicó en Medellín para estudiar Negocios, sin descuidar la meta que se había trazado con el deporte, un propósito que alimentó en cada concentración con la tricolor, cuando su amiga Sara Vargas la empezó a motivar para dar el salto a Estados Unidos, la cuna del bolo mundial.
Sara la convenció, pero la decisión no era individual, como su vida y el bolo; la última palabra era familiar. Viajó a Armenia, se reunió con sus padres y, con total apoyo, como los más grandes patrocinadores de su vida, Clarita viajó en 2002 con pocas palabras aprendidas en inglés, pero cargada de ilusiones, desafíos y sueños.
La Universidad de Wichita, en Kansas, una de las mejores de los últimos tiempos en la formación de bolicheros, recibió a la hija de Armenia. El primer año fue para aprender inglés y entrenar, pues si no sabía hablar el idioma no podía jugar para el selecto equipo de su plantel.
“El proceso no fue fácil, sobre todo por lo cultural, porque estaba sola, con la dificultad del idioma, el clima, el invierno y recién llegada de Armenia. El impacto fue grande, porque también me hacían falta la familia, la comida y me subí de peso al principio. La transición no fue fácil, pero siempre mentalizada en que quería estar ahí, en que quería ir al Tour de mujeres, ser la mejor y ese era el lugar”, cuenta Clara.
Pasó el 2002, regresó en 2003 a Colombia, presentó los exámenes exigidos de idiomas y en agosto, con otro gran esfuerzo familiar (que implicó venta de casa y carro) regresó a Kansas, para integrar el equipo de la Universidad de Wichita, con el que se hizo grande durante tres años, a pesar de que todo el esfuerzo parecía ser en vano, pues en ese mismo 2003, por falta de recursos, cerraron el PWBA Tour. Su sueño parecía imposible.
En 2006 terminó la Universidad y aún no había Tour, un impacto grande para Clara Juliana, pero “todo ese proceso me ayudó mucho a ganar títulos para Colombia, tener mi nivel de juego mejor y en 2007 me integré al Tour masculino, lo que me ha sostenido en un alto nivel”.
Una fortaleza que llegó en ese momento difícil tuvo nombre propio: Joshua David Kubiak, quien desde Texas se fue a estudiar y a jugar bolos a Wichita, donde conoció a Clara Juliana, una gran amiga con quien luego vivió una historia de amor. Joshua se radicó en Austin (Texas), con propuesta de matrimonio en Cartagena. Hubo boda civil en Estados Unidos en 2007 y por la Iglesia Católica, en Colombia, en 2008.
Con esa ayuda y la desaparición del PWBA Tour, Clara empezó a competir contra los hombres en el PBA Tour, la única opción para sostener el rendimiento que le permitiera vestir el tricolor nacional en cada certamen internacional; lo hizo con méritos, como en el Campeonato Mundial de Las Vegas en 2009, cuando alcanzó la hazaña más grande de su vida deportiva: Ganó dos medallas de oro en todo evento y la final de maestros, para ser elegida la Deportista del Año en Colombia del Diario El Espectador y ser incluida en el Salón de la Fama Internacional del Bolo.
El resto de sus logros son más conocidos, como la medalla de oro panamericana de hace menos de un mes en Toronto, junto con Rocío Restrepo, que le permitió cerrar su Ciclo Olímpico con seis oros: tres en Bolivarianos Trujillo-2013, uno en Suramericanos Santiago-2014, otro en Centroamericanos Veracruz-2014 y el último en Panamericanos Toronto-2015.
Y este 2015 es más que especial para Clara Juliana, ya que no sólo acaba de ganar esta nueva corona de la Copa Mundo AMF, sino que el Circuito Profesional de Bolo Femenino regresó a los Estados Unidos. El PWBA volvió con un contrato de tres años y así el sueño de niña empezó a hacerse realidad, cuando ya tiene un terreno abonado de medallas, títulos, récords y reconocimientos, que la constituyen en la imagen del bolo colombiano ante el mundo.
Frases de Clara Juliana
“De las cosas que más me inspiran son mis padres, mi familia, el hacerlo todo muy bien, para que estén orgullosos, porque lo dieron todo por mí, para poder seguir mis sueños y hacer lo que amo, que es jugar bolos. Esa es mi motivación diaria: el apoyo de mis padres y de mi esposo”.
“Ahora que el tour femenino volvió, el sueño que vine a buscar desde 2002 por fin se está cumpliendo, después de tantos años; además, estar con mis amigas: Sandra, María José, Anggie y Rocío”.
En definiciones
- El título más importante: “Los dos oros del Mundial de Las Vegas”.
- El triunfo que más disfrutó: “El bronce del Mundial en 2012 con el equipo femenino”.
- Una comida: “Bandeja Paisa”.
- Un color: “Dorado”.
- Una película: “The Notebook”.
- Un libro: “El Secreto”.
- Una ciudad, aparte de Armenia: “Florencia, Italia”.
- Un sueño cumplido: “Ganar un título regional del Circuito PBA de hombres”.
- Un sueño por cumplir: “Ganar un título del Circuito PWBA de mujeres o un Major”.
Frases de amigos
“Clara es una persona súper especial para mí. Soy muy feliz de haber escogido Austin como la ciudad para irme después de graduarme, porque siento que allí encontré una familia. Hicimos una química muy buena y ha sido una persona importante para mi carrera”, María José Rodríguez, bolichera colombiana.
“Somos los fan número uno de Clara Juliana, nos sentimos súper orgullosos, porque es una gran campeona, con mucha fortaleza y disciplina, es un ser humano espectacular”, Diego Fernando Guerrero, hermano.
“Clara representa un orgullo inmenso para muchos de nosotros, es un modelo a seguir impecable, una motivación para seguir practicando el bolo, porque ha ganado títulos tan importantes que todos disfrutamos y nos enorgullecemos”, Tatiana Muñoz, bolichera colombiana.
Bogotá | Colprensa
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