Un inolvidable paseo a Chinácota, hace 27 años, sirvió para que su abuela predijera su futuro al verla cantar, una a una, las melodías que sonaban en ese entonces en la radio. Ser cantante era el sueño que sus familiares querían que alcanzara, porque desde niña demostró que tenía todo para ser una gran artista. Y hoy, con 29 años, lo logró.

Arrolladora y extrovertida. Así es Stefania Domínguez Cárdenas, una talentosa cucuteña que se ha ganado el cariño y la admiración de cientos de personas en diferentes partes del mundo.

Su vena artista, según su familia, la heredó de su mamá, la cucuteña Silvia Cárdenas Acevedo, quien se destacó en la ciudad en numerosas presentaciones por su particular timbre de voz. Por su parte, su padre, el cubano Alberto Domínguez Balí, también hizo su aporte, porque aseguran que cuando entonaba sus temas favoritos de igual forma le iba muy bien.

¿Quién es Ria?

Stefania, la hija mayor de la pareja, dibuja en su rostro una sonrisa mientras recuerda los mejores momentos de su vida. Sus padres, justo cuando  tenía dos años, decidieron probar suerte en los Estados Unidos y dejaron todo para ir a buscar su futuro.

En Miami creció entre el blues y el jazz, ritmos con los que hoy se identifica al componer, tomó clases privadas y se formó en Berklee College of Music (Boston), una de las universidades más prestigiosas del mundo en materia de música. En su exitosa carrera ha grabado dos discos -el próximo está en proceso- y ha compartido escenario con grandes artistas como Rubén Blades, Melissa Edrich, entre otros. Después de un exitoso comienzo en Estados Unidos, hace tres años el amor la llevó a mudarse a Alemania, donde ha dejado huella en varios escenarios de Europa. “Esto no era parte de mi plan, pero me ha ido muy bien”.

Su nombre artístico es ‘Ria’ y el de su grupo musical, ‘Ria and the money’.  Esta noche, por primera vez,  compartirá con los cucuteños algunas de sus canciones en la presentación que tendrá en La Torre del Reloj a las 7 p.m.

Esta cucuteña, que ya hace parte de las grandes ligas de la música, habló de sus experiencias en exclusiva con  La Opinión.

¿Cómo inicia su carrera musical?

Supe que quería ser cantante en la iglesia, cuando tenía 10 años y cantaba en el coro. Sin embargo, la primera vez que me dieron el chance de hacerlo como solista sentí mucha emoción y dije: esto es lo que quiero hacer. No solamente por cómo me sentía sino también por la reacción de la gente.  

¿Qué pasó después?

Comencé clases privadas más formales y cantaba en diferentes escenarios. Cuando fue la hora de decidir a qué universidad  iría supe que era a Berklee, porque quería hacer música. Hablé con mis papás y acepté una invitación que recibí para un programa de verano por cinco semanas. Allí  comenzó todo.

¿Cuál fue su momento más difícil?

Siempre supe que quería ser cantante. Sin embargo, tuve momentos en Berklee donde con tanta competencia y tantos músicos, uno se pierde y pierde hasta la identidad. Yo allá era la latina y estaba feliz de que la gente me reconociera por eso. Como era latina me pusieron a cantar salsa y otros ritmos de la región, y a mi me gustaba. Pero desafortunadamente, esa no era mi esencia. Yo me crié en el mundo del blues y el pop, y sabía  que estaba perdiendo mi identidad. En ese momento llegó un angelito que fue Juan Luis Guerra. Él estaba dictando un taller sobre la perseverancia. Juan Luis persistió y por eso está donde está. Y al saber que persistir era lo único y que yo tenía un sonido propio, me concentré en lo que amaba. Ese momento fue clave para ser lo que soy hoy día.

¿Cómo define su estilo musical?

Es música muy auténtica. A nivel de instrumentos es muy simple,  no es muy compleja: una guitarra, una voz, un cajón o un piano, de pronto un violín. Es una mezcla muy íntima. Yo me crié en Estados Unidos y mi estilo está influenciado por el pop, soul y el blues, que es un tipo de música muy de allá.

¿Qué ‘ingrediente’ tienen sus canciones?

Son temas que a la gente le gusta y que se les queda inmediatamente en el oído. Siempre empiezo a decir que mi música tiene un toque muy latino.

¿Toca algún instrumento?

 Toco el piano y me encantaría tocar la guitarra, pero es un poquito más complicado. Toco el piano, pero más que todo es para componer y crear ideas.

Y a la hora de componer ¿cuál es su sitio ideal?

Para componer es importante estar sola, bien sea rodeada de naturaleza o en  un cuarto. Todo depende también de lo que se quiera hacer y hasta de lo que se sienta en un determinado momento. A veces  uno escribe porque así se lo piden bien sea para otro artista, para un proyecto o hasta para una tarea, pero hay otros momentos en que la vida lo empuja a uno escribir, porque para nosotros, los músicos, esto es una terapia.

Vive en Alemania, ¿Cómo ha sido la aceptación de su música por ser colombiana?

Allá gusta mucho mi trabajo. Todo lo que he hecho desde que llegué a la gente le fascina. Creo que está relacionado con que para los alemanes yo soy como un poco más ‘exótica’ (risas). Ellos son muy especiales, pero digamos que no lo expresan tan fácilmente como nosotros. Cuando están en un concierto y sienten mi música empiezan a moverse o simplemente les gusta hasta que cante en español. Es claro que yo al principio no sabía cómo iba a ser, pero ahora sé que fui al lugar correcto y que me ha abierto muchas puertas, pues he tenido presentaciones en Londres, Bratislava, Roma y ahora alisto mi próxima parada que será en Finlandia.

¿De dónde nace su nombre artístico?

Desde que empecé a grabar mi primer disco me preguntaron qué nombre quería. Me dijeron que pensara en algo especial, corto y dije para mí era importante que se pudiera decir en muchos idiomas. En eso una amiga me dijo: a mí me encanta como le dices a tu hermana, y Ria es el apodo que yo le digo a ella, y de inmediato dije: “para mi tiene un significado especial, es corto y cumple todos mis requisitos y así quedé”.
 
¿Qué representa Cúcuta para usted?

Representa mi familia y una conexión a mi país. Yo me crié en Estados Unidos, pero siempre venía dos veces al año. Aprendí a bailar acá con mi tío. Aquí tuve mi primer amor y hasta empecé a componer vallenatos. O sea, las veces que vine descubrí una parte de mí que no conocía.