Walter Caicedo cayó en una redada que se adelantó en el entonces parque recreacional San Rafael, cuando jugaba un partido de fútbol, para  que pagara el servicio militar.

Apenas tenía 18 años y había terminado el bachillerato en el  colegio ‘11 de Noviembre’ del municipio Los Patios. Y esos 20 meses de servicio en la Armada Nacional, en Coveñas, Sucre, le sirvieron para adquirir disciplina, que aplica en todas las acciones de su vida.

A su regreso de Coveñas desembarcó en Cartagena y el encanto de la Haroica lo embrujó y decidió quedarse.

De eso hace 25 años y recuerda que su primer trabajo fue en la secretaría de gobierno de la Alcaldía que aprovechó para iniciar a formarse como literato. Se reunía los fines de semana con amigos formalizando así un tertuliadero.

Aclara que desde los siete años escribía y esa vocación la consolidó en la universidad Católica de Argentinca donde estudió Lingüística y Literatura gracias a una beca que se ganó. Allá, en el cono sur, permaneció cuatro años.

Al regresar a Cartagena  retoma sus tertulias y se concentra a escribir poesía para después pasar a cuentos cortos y  terminar en novelas. 

Lleva escrito ocho libros bajo el auspicio de la editorial Ibáñez: ‘La voz del silencio’,’El espantapájaros’, ‘El acertijo del duende’, ‘Los conjuros del Unicornio’, ‘Palabras para calmar el frío’, ‘Cartagena bajo el agua’, entre otros.

Además creó la metodología pedagógica Imagenología, en la Escritura Creativa y desarrolla  tallares nuevas formas de creación en la poesía y el cuento literario, con estudiantes y docentes.

Y mientras investigaba y reunía elementos para la novela ‘El coleccionista de aretes’ un asesino en serie,  se dio a la tarea de organizar, hace tres años, la primera Feria Latinoamericana del Libro que en esta tercera versión se hará de manera virtual a partir del 20 de julio por la pandemis que mantiene al mundo confinado. Pese al coronavirus participarán 15 países, 26 escritores internacionales y 80 nacionales. 

Su itinerario es tan agitado que el año pasado decidió radicarse en Bogotá, con su esposa, porque en la capital, dice, están las librerías, los escritores, las editoriales, en fin todos los medios para continuar desarrollando, además, talleres y actividades que buscan, por medio de su fundación ‘Mundo Alterno’ impulsar a  los demás artistas y recolectar libros para distribuir entre la población más vulnerable.

Hoy este patiense se sienta feliz de poder zarpar al mundo de las letras y pertenecer a la Red Nacional de Ferias  y contar con el respaldo de la Cámara Colombiana del Libro y del Ministerio de Cultura.