Esa es la pregunta que le hace Javier Naranjo a los niños.
¿A qué sabe la paz y huele la guerra?
Paz, es cuando un niño pelea con otro niño y al otro día se dan la mano. Es cuando uno perdona. Hacer paz en el mundo es jugar y trabajar menos, tener tiempo para comer hamburguesa y perro caliente. El primer recuerdo de paz que tengo es cuando era un niño sin preocupaciones.
Las frases, de niños entre 8 y 13 años, aparecen consignadas en el libro: ‘Los niños piensan la paz’, elaborado por Javier Naranjo Moreno como parte de un proyecto de la subgerencia cultural del Banco de la República en alianza con el Laboratorio del Espíritu.
El trabajo, terminado en julio de 2015, fue socializado en Cúcuta. Naranjo Moreno interactuó con los habitantes de la frontera en el área cultural Jorge Gaitán Durán del Banco de la República, allí compartió experiencias y anécdotas de la publicación.
Javier Naranjo, docente de 60 años y actualmente radicado en El Carmen de Viboral, contó que para elaborar la investigación recorrieron 22 ciudades del país. En los talleres de lectura y de escritura se exploró la percepción que tienen los niños de la guerra y de la paz.
“Para ellos la guerra está relacionada con el miedo a perder la familia y la asocian con peleas de los padres, conflictos con hermanos, para ellos no necesariamente está mediada por las armas”.
La estrategia de Javier Naranjo para dialogar con los menores fue utilizar frases con sutiles preguntas, como a qué sabe la paz, a qué huele la guerra. De esa forma exploró el mundo interior de los niños.
“Las respuestas me conmovieron y están cargadas de llamados de atención a los adultos para que les pongan cuidado. Uno de los niños me dijo que si pudiera hablar con la guerra de frente le preguntaría qué le pasó en su infancia. Ahí hay un significado muy fuerte”.
A la luz del actual contexto colombiano -generado luego del dos de octubre cuando el No derrotó al Sí en el plebiscito que buscaba refrendar el acuerdo de paz entre el Gobierno Nacional y la guerrilla de las Farc- Naranjo dijo que los más tristes son los niños, quienes vienen pidiendo a gritos que no se sigan matando.
En el trabajo de campo Naranjo tuvo la oportunidad de hablar con los niños sobre el proceso de paz.
“Uno de ellos me dijo: a los señores que negocian en La Habana los niños les rogamos que no se estresen, que no les dé ‘niervos’ y sigan adelante por el bien del país”.
Los cucuteños que participaron en las charlas que dictó el docente, quedaron fascinados con las reflexiones sobre lo que piensan los niños de la paz, las cuales pasan desapercibidas en la agitada vida y en la rutina que consume a los adultos.
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