Hace tres años, recién graduada como comunicadora social y vinculada a una revista en la capital del país, decidió vivir una Navidad solitaria, no viajó a Cúcuta porque no se sentía identificada con las dinámicas navideñas en la frontera y en medio de la soledad, extrañando a sus parientes, sintió que se quería morir un poco.

Al descubrir que algo no estaba bien, Mariángela Urbina Castilla, quien en la semana previa a este suceso que marcó su vida había hecho entrevistas para un especial sobre salud mental, decidió hacer una maleta e irse a internar voluntariamente en una clínica psiquiátrica.

“Eran las 11 de la noche del 23 de diciembre, creí que me iba a internar a escondidas por el fin de semana y al llegar el médico me dijo que debía llamar a mi mamá. Como a la una de la mañana lo hice y se desesperó, al día siguiente viajó a Bogotá”, dijo Urbina.

A su mamá no la dejaron verla en varios días y su papá días después también viajó. “Tenía 22 años y la estadía en la clínica me hizo reconocer un espacio lleno de detalles que podían resultar literarios y empecé a escribir. Los personajes que me rodeaban tenían historias muy dignas de contar”.

Al salir de la clínica la historia llegó a manos de la editora Carolina López Bernal, quien estaba vinculada a la editorial Planeta.

“Me había ido a trabajar a Chicago buscando opciones literarias en inglés, en español sentía que era muy difícil publicar y más para una mujer cucuteña, de provincia”.

En ese momento le llegó la propuesta de Planeta. López le dijo que con 80 páginas más la historia sería un libro y ahí empezó la tarea de pulir cada frase y párrafo.

“Se hizo un libro muy terapéutico. Las historias de los personajes se convirtieron en un espejo para contarme a mí misma y a partir de ello me encuentro con un poco de ficción y de realidad, pero en últimas que es la realidad sino una ficción que nosotros mismos armamos”.

Visión de Cúcuta

Mientras estuvo en Cúcuta, hasta los 16 años, Urbina siempre anheló salir para encontrarse consigo misma y curiosamente, desde que lo hizo, en lo único que piensa es en volver.

“Cúcuta se convirtió en una obsesión desde que empecé a hacer periodismo, sobre todos los temas del mundo es de lo que quiero hablar. Hago un programa que se llama Las Igualadas en El Espectador y desde allí habló de temas de género, hace tres meses grabamos en la frontera y siempre quiero contar lo que pasa en la ciudad”, dijo.

Desde Bogotá Urbina transmite un mensaje de empoderamiento fuerte de la mujer y ahora que su publicación salió al mercado la satisfacción es inmensa.

“Cuando tuve el libro en las manos sentí que me habría encantado viajar en el tiempo a decirle a esa Mariángela de 13 años: tranquila vamos a escribir y todo va a estar bien. Pero, como no puedo hacerlo, les digo a las niñas en Cúcuta que sueñan con escribir, con crear o montar una empresa y ser las jefas, que hay que tener paciencia y persistencia, que el tiempo premia los esfuerzos”.

Para Urbina las mujeres pueden contar historias sin pedir permiso. “Cuando escribí el libro, sin proponérmelo y sin ser una feminista activa, hice una apuesta por la igualdad”.

Líder en ventas

“Es conmovedor y bello ver que el libro es bien recibido y se convirtió en el texto de todos los rechazados, de los que alguna vez en Cúcuta se han sentido tristes y solitarios”. 

En Cúcuta la publicación -que hoy se lanza en Bogotá en Prólogo Libros- ha tenido buenas ventas y “siento que es un libro que ha servido para que la gente que se ha hecho preguntas y no está cómoda, sepa que hay alguien que se ha sentido así”.

Para Urbina la distancia cambió la manera en que ve a la ciudad fronteriza, no solo desde la razón sino también desde la emoción.

A futuro la talentosa cucuteña espera seguir fortaleciendo el proyecto de Las Igualadas con el Espectador, con el que se hizo una feminista activa publicamente. Además espera recorrer el país llevando su mensaje de empoderamiento de la mujer y promocionar el libro: Mi Navidad en un psiquiátrico.