El Jueves Santo los cucuteños disfrutan de platos tradicionales preparados para la ocasión
Los siete potajes, verdaderos banquetes de la abuela
Verdaderos banquetes se sirven en los hogares católicos el Jueves Santo, que generalmente preparan las adorables abuelas para sus hijos y nietos que por esta época vuelven al hogar paterno cargados de nostalgia y buen apetito.
Es así que la tradición cristiana pone en la mesa de cada familia exquisitos platos que desde tiempos inmemoriales les han llamado siete potajes, que pocos saben por qué, pero nadie quiere perderse, variando según la región y posibilidades económicas de quienes los preparan.
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Cúcuta, una ciudad transitiva por su condición de frontera, ha recibido el aporte cultural de diferentes regiones colombianas y otros países mediante sus gentes, enriqueciendo la gastronomía local, que en cada Semana Santa pone a prueba los paladares de sus habitantes.
Sabores tradicionales y lo nuevo
El chefRicardo Chaustre, quien recuerda que en casa de su abuela servían los siete potajes antes de que en la iglesia se celebrara la eucaristía y el lavatorio de los pies, ha sabido combinar los sabores tradicionales con nuevos ingredientes logrando atrapar en un solo plato a diferentes generaciones que se sientan a la mesa.
Recuerda que su abuela, con gran sentido religioso, preparaba como plato principal y única comida del día, la tradicional turmada, quese prepara con pan, agua, leche, guiso criollo, huevo y ‘ahogao’, "un banquete como la última cena de Jesucristo".
La turmada, junto a la rampuchada, el cabrito, la sopa de siete granos y las frutas en conserva como higos, duraznos, kiwi, piña y papaya, hacen parte de la riqueza gastronómica de Norte de Santander, presentes como potajes durante la Semana Mayor.
El cocinero Ricardo Chaustre propone para esta fecha especial de oración, recogimiento y buenas comidas,un menú que fusiona lo clásico y lo nuevo.
De entrada ofrece hummus de garbanzo con pan italiano; crema de la abuela preparada con verduras, pollo y maíz; arroz marroquí, que lleva maní y espinacas; ensalada griega que combina mango, lechuga, uvas, tomate, pepino y queso con aderezo de yogurt, y soplos de maduro con bocadillo y queso, que es un postre caliente.
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Las delicias anteriores se complementan con parrilla mixta (carne, pollo, cerdo, chorizo y morcilla), o bien con cordero en panela y café, filete de róbalo con camarones, medallones de cerdo en durazno, entre otras opciones.
Alimento espiritual
El padre Pedro Julio Correa Molina, párroco de la iglesia Espíritu Santo, reconoce en los siete potajes una bonita tradición "muy antigua que se debe a nuestros abuelos que respetaban el Viernes Santo que recuerda la pasión y muerte del Señor y el Sábado Santo un día de silencio, en los que no se hacía ninguna actividad para dedicarlos a la oración".
En las familias esos días nadie trabajaba, por lo que el Jueves Santo se acostumbraba a preparar todos los alimentos para tener para los dos días siguientes.
"Litúrgicamente sucede algo parecido, porque el Viernes Santos es el único día del año que no se celebra la Santa Misa, solo la solemne celebración de la pasión y muerte de Jesús; las hostias con las que la gente comulga ese día, son las que se consagran el Jueves Santo durante la eucaristía de la última cena del Señor".
El jueves se preparaban los alimentos y se comía en abundancia, guardando para los días siguientes que eran de ayuno y de abstinencia; esto se ha perdido y ya es poca la gente que conserva esa tradición.
"El llamado es entonces a que nos llenemos de todo lo que el Señor en la liturgia de la iglesia nos ofrece y que recibamos todo ese alimento espiritual: la palabra de Dios, la sagrada eucaristía y el sacramento de la reconciliación", puntualizó el padre Pedro Julio Correa.
Siete potajes diarios
Tito Alberto Quintero, terapeuta holístico y director del movimiento Hare Krishna, explica que antes la abstinencia de la carne era toda la Semana Santa, pero con el pasar de los años se rebajó al Jueves y Viernes Santo, al punto de que ya nadie conserva esos dos días, "porque la gente piensa en los llamados siete potajes como banquetes de carnes, sin ninguna obediencia a las enseñanzas de Cristo".
Agregó que los Hare Krishna como vegetarianos, tienen un menú diferente para cada uno de los 30 días del mes sin necesidad de repetir, de los 3.000 que hay en su carta gastronómica, todos sin carnes, pollo, huevos y pescado.
Por esa razón dice que todos los días para ellos son de siete potajes, porque degustan de un buen sancocho y un suculento asado, preparados con carnes a base de trigo, zanahoria y remolacha, plátano, soya o garbanzo que son de buen recibo para los comensales en la llamada Semana de Pasión.
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