En la sala de exposiciones de la Torre del Reloj permanecen expuestas 26 obras alusivas a las artes del fuego, todas de artistas de la región.

Se trata de la quinta versión del Salón de Artes del Fuego, que es organizado por el Grupo Salvador Moreno con el apoyo del Plan Nacional de Concertación del Ministerio de Cultura.

Al concurrido acto inaugural asistieron cerca de 150 personas. En su mayoría las obras que se exhiben son instalaciones, trabajos de vitrofusión, hierro fundido, cerámica, pirograbado y batik.

Los amantes del arte y del furor que causa la muestra pueden apreciarla hasta el 5 de septiembre. En la sala permanece el guía Daniel Grimaldo que es el encargado de acompañar los recorridos por la sala, si los espectadores lo requieren.

En los últimos años se ha visto el interés que despierta en los artistas las artes del fuego. El salón se ha convertido en la plataforma ideal para que den a conocer los avances que han tenido en la depuración de las técnicas artísticas.

Esta versión se caracteriza por la variedad de conceptos y diversidad de técnicas empleadas, en las que se destacan las obras de vitrofusión por su colorido.

El Salón del Artes del Fuego tuvo como jurados a la ceramista Gladys Méndez, de Santander; al escultor Carlos Mantilla, de Cúcuta y a María Teresa Sarmiento, profesora de vitrofusión, de Bogotá.

El primer lugar y que se hizo acreedor a un premio en efectivo ($1,0 millón), fue para la artista Rosa Julia Carillo. Ella logró una pieza en la que fusionó la cerámica con la vitrofusión, que a gusto del jurado fue la mejor.

El Salón de Artes del Fuego entregó tres menciones de honor que fueron para:

-Rufo Alberto Mariño, con la obra ‘Huellas evolutivas’. En ella se juega con la evolución de la especie y del ser humano. El tema fue presentado con rostros de cerámica ubicados en forma de triángulo.

-Sergio Alejandro Durán, con la obra ‘Moneda bolivariana’. El artista reflexiona sobre la situación de Venezuela y elaboró una moneda en metal.

-Samir Quintero, con la obra ‘El tiempo se nos esfuma’. La reflexión gira en torno a como el día a día se consume dejando sinsabores y enseñanzas en el ser humano.

De acuerdo con la jurado Gladis Méndez, la exposición rememora un sustrato del proceso civilizatorio porque usa la imagen del hombre atravesado por la experiencia del manejo de la energía calorífica en la construcción de un objeto nuevo vinculado con lo estético y lo utilitario.

“El laboratorio de las artes hechas con fuego anuncia procesos de vida y de muerte, ya que se funde el material, terminando en una realidad modelada, para pasar a otra con nuevas herencias. Quizá este ir y venir de lo lineal conocido a lo no lineal sea en sí misma la noción de arte que buscamos”, acotó Méndez.