‘Río muerto’, novela que escarba en el drama de un mundo violento.
El autor Ricardo Silva Romero presenta su obra en la Flic
A las afueras de Belén del Chamí, un pueblo que aún no consigue aparecer en el mapa de Colombia, el mudo Salomón Palacios es asesinado a unos pasos de su casa. Después de los primeros días de duelo, su viuda, la corajuda y deslenguada Hipólita, vuelve de la oscuridad del tormento para perder de una vez por todas la cordura y salir a buscar su propio fin. Pero en medio de aquel viaje desesperado y en el enfrentamiento con un bestiario de personajes llenos de humor y de vida en el contexto de la muerte, se topará con una tardía e inesperada vocación por seguir viva.
Así se da a conocer la trama de ‘Río muerto’, la novela del bogotano Ricardo Silva Romero que hace tres meses salió al mercado editorial y será presentada hoy, a las 7 de la noche, en la Fiesta del Libro de Cúcuta, un encuentro virtual al que se puede acceder desde la página www.fiestadellibrocucuta.org.
‘Río muerto’ ha recibido elogios de la crítica y autores como Juan Gabriel Vásquez afirman que es una exploración certera y conmovedora de la pregunta: cómo llevar una vida buena en un país tan violento, mezquino y cruel como Colombia.
La historia apareció en uno de los típicos trancones de Bogotá. El autor Silva iba saliendo de la capital del país y allí le contaron un relato cruel y conmovedor que caló en su esencia, cambiando sus planes literarios y se lanzó a escribirla, a escarbar en lo que hay más allá de la muerte.
¿Qué tanto de ficción y de realidad hay en ‘Río muerto’, su novela?
Es una historia real, lo que se lee es lo que pasó y los personajes son quienes lo vivieron. Pero, mi promesa no era solo contar la historia, sino llevarla en forma de novela y aquí la ficción no necesariamente es mentira, es una forma de hacer comprensibles los hechos, más digeribles. La ficción permite atreverse a ir a espacios a los que no puede ir el periodismo o los informes de memoria histórica, a esos rincones de la mente de los personajes que han vivido el horror de la guerra. Aquí aparece un hombre asesinado, un fantasma, un espectro. La ficción permite ponerse en sus zapatos y conocer su dolor.
¿Cómo describe a Belén del Chamí, el pueblo de la novela?
La construcción del pueblo es literaria y muchas de las cosas que suceden allí se ven reflejadas en la realidad colombiana, aunque se da pistas de que podría ser en el occidente, no se enmarca en un punto fijo porque Belén del Chamí podría estar en Norte de Santander o en otro espacio del país. Es un pueblo abandonado a su suerte, donde entran grupos violentos que imponen su ley.
¿Es un pueblo sin esperanza?
Los hechos narrados suceden en el 92, aunque se tiene la sensación de que están mas presentes que nunca. Allí se vive sin esperanza, hay muertes como la de los líderes sociales de la actualidad colombiana.
Un personaje central es el mudo Salomón Palacios, quien deja un mensaje más allá de palabras, ¿qué representa su figura para Colombia?
De un lado hay un hombre mudo al que ni siquiera ser mudo le salva la vida. De nada sirve callar o hablar para garantizar el derecho a vivir, el efecto es triste, de dolor y aparece una convicción que compartimos los colombianos de que no podemos solo morir de viejos, lo cual refleja a una cultura transformada. Salomón es un fantasma y en él se encarna el miedo de lo que va a pasar con su familia tras su muerte, se ve su sufrimiento por haber dejado solos a sus hijos.
¿Cómo analiza desde la literatura la ruptura de estos fuertes lazos familiares?
Cuando se dan a conocer noticias de asesinatos de líderes todos se quejan, lo califican de horror, pero luego el relato informativo queda atrás. Solo en una novela se ahonda en lo que viene después, en esa ruptura familiar, en el hueco en que caen tras un acto de violencia, generándose traumas en una cultura que propone pasar la página y reemplazar el dolor por alegría; cuando debería existir una terapia.
¿Con ‘Río muerto’ se dio una terapia para usted como ser humano, más allá del escritor?
La novela es justamente eso y me llegó en el momento en que había perdido a mi papá. Representa mi propia terapia, como hijo que se queda con la tarea de honrar a su padre y cuida a sus hijos en el contexto de un país donde impera la cultura de la violencia.
¿Cuál es la expectativa con la novela en la Fiesta del Libro de Cúcuta?
La capital de Norte de Santander siempre me ha parecido un espacio con lectores agudos, valientes y frenteros, con los que espero encontrarme en la presentación del libro. En Cúcuta tengo buenos amigos y más allá de ser una feria virtual, la expectativa es generar sensibilidad e intercambiar vivencias con el buen humor de los cucuteños.
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