A San Vicente del Caguán llegó en 2013, con la meta de hacer una investigación sobre el conflicto armado que se vive en esa zona del departamento de Caquetá. Producto de ese trabajo son dos libros, el más reciente: ‘Dios lo manda y el diablo lo susurra’, se lanzó esta semana en la biblioteca pública Julio Pérez Ferrero.

El autor es el cucuteño Pablo Iván Galvis Díaz, docente para quien San Vicente es un mundo inverosímil. “Es un pueblo de contrastes como el río Caguán. En verano es un hilo verde con inmensas playas blancas y en invierno es un torrente café que casi se traga al pueblo’.

Pablo Iván, 40 años, viene cada año a Cúcuta y recuerda que en su infancia la ciudad se caracterizaba por el buen humor de los habitantes y la amabilidad de la gente. Además, en el barrio se tejían relaciones de parentesco entre vecinos.

“Estudié la primaria en la escuela Cúcuta 75, en Atalaya. El bachillerato fue en el colegio Nuestra Señora de Fátima y tras 15 años en la ciudad, me fui a Bogotá a hacer la licenciatura en la universidad de La Salle y luego cursé sociología y antropología en la Universidad Nacional”.

Tras la etapa de preparación académica le llegó la hora de asumir el rol de investigador y maestro, y así llegó a San Vicente del Caguán.

El primer libro que publicó fue ‘Narrativas de vida, dolor y utopías. Jóvenes y conflicto armado en Colombia’.

Tres años de aventuras

“Cuando me gradué en 2012, quise devolverle algo a San Vicente y me fui como docente. A partir del trabajo en el aula y colaborando en la biblioteca pública, se enfocó un trabajo en tres líneas que dio grandes frutos”.

La primera hace alusión a memoria histórica, registrando lo que sucedía en el Caguán, la relación de las personas con los grupos armados y la zona de despeje. La segunda línea fue la lectura crítica en las veredas y la tercera la reconstrucción de la memoria local a partir de las historias de los ancianos.

Segundo libro

En la Biblioteca Pública Julio Pérez Ferrero, Pablo Iván presentó el libro ‘Dios lo manda y el diablo lo susurra’, cuentos y diarios a orillas del río Caguán.

“Este segundo libro tiene que ver con todo la construcción narrativa que se hizo en tres años de intenso trabajo en el Caguán. Incluye 25 cuentos que en su mayoría tienen que ver con el conflicto armado, pero también hay historias de mi infancia y relatos de familia”, dijo.

Una de las estrategias que utilizó en San Vicente del Caguán para formar a sus alumnos fue a partir de cuentos y diarios de campo.

El primer año (2013), se dedicó a leer en la biblioteca y lo que captaba se lo narraba a los jóvenes. Al segundo año empezó a escribir cuentos y les leía a los muchachos sus escritos. Al tercer año los estudiantes estaban motivados y juntos construimos historias, lo cual fue enriquecedor.

El maestro Pablo Iván, querido por sus alumnos, contó que en su estadía en San Vicente del Caguán no tuvo encuentros directos con el conflicto armado, salvo a su llegada en 2013, cuando se vivía en Colombia el paro agrario.

“A todos los maestros nos tocó subir a la montaña a hablar con las Farc. Nos obligaron a cerrar los colegios y salir a marchar”.

Promotor de lectura

Durante ocho años la Biblioteca Pública de San Vicente del Caguán estuvo cercada por el miedo. Dos garitas que custodiaban el ingreso a la Alcaldía, destruida por un atentado terrorista en 2005, impedían que niños, jóvenes y adultos accedieran libremente a sus instalaciones.

Esta era una biblioteca con los libros guardados, reinaba la soledad y el silencio. Para poder ingresar se debía pedir permiso a la Policía.

La biblioteca lleva el nombre de Clara Inés Campos Perdomo –maestra de literatura, víctima de la guerra entre la guerrilla y los paramilitares, una vez se dio fin a la zona de distensión–.

Testigo y promotor de la transformación de la Biblioteca fue el profesor Pablo Iván. Inspirado en la lectura de ‘Las mil y una noches’, la primera obra que pidió prestada en la biblioteca, el sociólogo y antropólogo ideó un programa de capacitación a docentes en promoción de lectura con el que las clases se convirtieron en espacios de narración y de creatividad.

La biblioteca ganó en 2015, el Premio Nacional de Bibliotecas Públicas Daniel Samper Ortega.