La mujer, residente del barrio Chapinero,  había salido de su vivienda minutos antes  a visitar a un pariente, cuadras más abajo.

La distancia se le hizo eterna. No entendía qué podía haberle pasado a la que fue su casa durante los últimos 20 años.

Cuando llegó encontró una romería de vecinos a las afueras. Parte de la viga y el canalete del frente de su vivienda se vinieron al piso producto de un fuerte ventarrón.
 
Los vecinos aseguraron que luego de escuchar un fuerte estruendo vieron salieron a mirar y encontraron los escombros y pedazos de hojas de eternit en el suelo.

Ella acostumbraba a sentarme en la mañana con su hija y nieta en el antejardín de la casa.  “Gracias a Dios esto sucedió cuando no estaba nadie afuera”, dijo la angustiada Miriam.

El único que se encontraba dentro de la residencia era un amigo de la familia, quien se encontraba durmiendo en el momento. El ruido del pedazo de concreto que se cayó lo despertó alarmado. Su habitación quedó con un enorme hueco.

La emergencia que no tuvo ninguna víctima fue atendida por los bomberos de la subestación Atalaya. Centrales Eléctricas de Norte de Santander (Cens) también estuvo presente. El servicio de energía fue cortado de manera preventiva.

Aunque hasta el momento ningún funcionario de Gestión del Riesgo ha ido al lugar a hacer la visita de inspección,  la junta comunal y la propietaria de la vivienda ya  enviaron la petición de visita.

Esta es la segunda casa en la misma cuadra que sufre daños por la acción de la naturaleza. Hace dos años, una vivienda vecina se desplomó por completo.