Con pala, cemento, arena y piedras, cuatro venezolanos oriundos de Trujillo, se tomaron la calle 27 con avenida 1, hasta llegar al puente Benito Hernández, para remendar la malla vial con sus manos, tapando esos enormes huecos que la administración municipal no ha sido capaz de arreglar.

“Lo que el gobierno no hace, lo están haciendo estos venezolanos”, comentó un transeúnte de la congestionada calle.

Los chamos

Son de Trujillo. Dos son maestros de obra y los otros dos, ayudantes de construcción, por eso saben lo que hacen. Y al no conseguir un empleo en Cúcuta se le midieron tapar los huecos de gran parte de la malla vial de la ciudad. Pero a diferencia de otros, ellos invierten dinero para que el trabajo les quede bien hecho.

Carlos Benítez, de38 años, es uno de los maestros de construcción, en Venezuela no recibía lo que necesitaba para alimentar a su familia, por eso se vino a Cúcuta a buscar un mejor futuro.

“Llegué y no conseguí empleo, pero si mayores oportunidades para rebuscar el buen comer”, contó el hombre.

Para Ramón Valero, de 28 años, también maestro de construcción, dejar su ciudad para intentar empezar de cero en Colombia ha sido bueno.

“La gente nos ayuda, ven que hacemos las cosas bien y nos dan una que otra moneda”, contó el tímido hombre.

Los dos ayudantes Elvis Alfredo Villareal, de 25 años, y Alfonso Soriano, de 37, esperan que esto sea pasajero, pues la meta también es encontrar trabajos más estables.

“Nos paramos acá en la vía, hacemos el trabajo y una vez listo nos ponemos a pedir; pero lo que más nos gustaría es que alguien nos ofrezca un trabajo donde podamos ganar más”, dijo Elvis Alfredo.

Invierten para recuperar

El trabajo de estos cuatro extranjeros tiene un costo que siempre aspiran a recuperar.

“La gente creerá que los materiales son regalados, pero no. Cada uno pone su parte para poder comprar lo que se gasta y por eso al final, cuando ya termina la jornada, se divide en partes iguales las ganancias y se saca de nuevo lo que debemos invertir”, contó Alfonso Soriano.

Según el grupo, 39.500 pesos es lo que gastan cada día que se proponen trabajar tapando huecos en diferentes puntos de la capital nortesantandereana.

“Son $18.500 del cemento, $12.000 por cuatro bolsas de arena y $9.000 por tres bolsas de piedra. Esa es nuestra inversión”, contó Soriano.

Gracias a las monedas y uno que otro billete que les dan los conductores de carros y motos, estos cuatro hombres logran reunir entre 100 mil y 150 mil pesos para ser divididos en partes iguales.