Su sueño a largo plazo es implementar un curso de robótica con sus pupilos, pero no cuenta con las herramientas necesarias.
Un instructor de mecánica con mucho corazón
Hace siete años José Antonio Uscátegui dejó su trabajo para asumir un oficio que siempre amó pero que por sus ocupaciones no había podido desempeñar: la enseñanza.
Sentía que el universo le había dado mucho y era su hora de retribuir un poco, por lo que puso sus conocimientos al servicio de los más pobres. Llegó a los Centros Integrales de Atención a la Familia La Libertad y Niña Ceci con talleres de mecánica de motos, soldadura, electrónica, entre otros 20 cursos.
Primero llegó a La Libertad y creó su grupo de trabajo bajo el nombre Escuelas Industriales de Norte de Santander.
Allí acobijó a aquellos jóvenes que querían capacitarse laboralmente pero eran excluidos del Sena por no cumplir con los requisitos de escogencia, entre ellos haber cursado hasta noveno grado.
Su propuesta encajó en el plan de trabajo del Ciaf y consiguió que le cedieran un salón para sus clases. De eso ya han pasado algo más de cuatro años. Hoy, tiene cerca de 40 aprendices por curso.
“Logré este espacio en el Ciaf, porque me sé portar bien y me ajusto a las normas de este establecimiento, aquí no estoy pagando ningún favor político”, aclara.
Hace un par de meses quiso extender su labor, y gracias a un conocido pudo abrir un curso de mecánica de motos en el Ciaf de este barrio.
La convocatoria fue exitosa y en menos de una semana tenía una docena de aprendices, pese a no contar con herramientas ni maquinarias para tal fin.
Con esfuerzo e ingenio motivó a sus muchachos, como él los llama, a crear sus propias herramientas para realizar mediciones. Todos llevaban alicates, pinzas, llaves y destornilladores que conseguían en sus casas.
Para pasar de la teoría a la práctica consiguió tres motos de la comunidad casi desbaratadas y retó a sus estudiantes a dejarlas como nuevas. Tras varias semanas de trabajo solo les queda una por reparar.
El profesor de 65 años es algo más que un tutor para los jóvenes de Niña Ceci, que con extrañeza ven cómo alguien les tiende la mano por los cinco meses que dura el curso y sin cobrarles un peso.
“El profe sabe mucho y nos tiene paciencia. Siempre quise aprender mecánica, pero como solo terminé la primaria, no me podía inscribir en ningún curso”, dice uno de sus estudiantes.
Su sueño a largo plazo es implementar un curso de robótica con sus pupilos, pero no cuenta con las herramientas necesarias. Así mismo, desde hace 2 años trabaja en la construcción del primer carro eléctrico de Cúcuta.
El proyecto sistema de parqueo horizontal es la primera cuota de esta iniciativa.
En su canal de Youtube explica el paso a paso.
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