El sueño de unas 40 familias en el occidente de Cúcuta de cambiar sus ranchos por casas dignas se empieza a materializar, gracias al empeño de sus integrantes que durante 12 meses han recogido una a una las botellas plásticas para fabricar los ladrillos ecológicos que lo harán posible.

Se trata del proyecto Hormiga, que está basado en la autogestión, la organización y el trabajo mancomunado y voluntario para el desarrollo social en La Fortaleza, un barrio pobre junto al Anillo Vial Occidental de Cúcuta. 

“Lo que puede ser desechos para unos, para nosotros es esperanza de vivienda digna y manejo del medio ambiental responsable”, dice Leonela Pachón, autora y ejecutora del proyecto, quien llamó a la solidaridad de los ciudadanos para que les faciliten la labor a estas familias, reciclando desde sus casas a fin de que ellos puedan ir a recoger ese material.

Estudiante de último semestre de trabajo social de la Universidad Francisco de Paula Santander, Leonela hace su práctica profesional con la fundación Las Misioneras de la Nueva Vida en La Fortaleza.

Allí surgió la idea al ver la necesidad de las personas que día a día iban al comedor La Misericordia Cada Día, que sostienen las religiosas, repartiendo 500 almuerzos diarios, donde se hizo la focalización de las familias que necesitan mejorar sus condiciones de vivienda.

El proyecto Hormiga inició en septiembre de 2019, mediante el cual se empezó a trabajar con los niños en la escuela que regentan las hermanas con profesores voluntarios y todo un voluntariado que cumple una labor social.

La estudiante empezó a capacitar a los niños que asistían a la escuela, trabajando sobre hábitos de higiene, sin embargo, los niños dejaron de asistir por lo que decidió visitarlos en sus ranchos para conocer por qué se estaban ausentando, descubriendo que no iban a estudiar porque debían ayudar a sus padres en oficios del hogar, como la construcción de pozos sépticos.

“La sorpresa fue que los niños me decían, profe yo no fui a clase porque  usted nos está enseñando que debemos estar aseados y no tenemos agua para bañarnos, que debemos cepillarnos los dientes y no tenemos crema dental o tenemos piojos”.

En ese momento entendió que debía enfocar su trabajo de otra manera y vincularse más con la comunidad y sus necesidades, planeando una estrategia  más allá del asistencialismo que venía brindando para llegar al desarrollo social que necesitan los migrantes, colombianos retornados y tanta gente pobre en asentamientos como La Fortaleza, La Esmeralda, La Flor, El Talento, Alfonso Gómez, Brisas del Mirador, que están distribuidos a lo largo del Anillo Vial Occidental. 

Hizo la focalización con el apoyo de Pastoral Social y otras entidades que entregaron mobiliario para el hogar  en una primera fase, como una cama doble y una sencilla con los respectivos colchones, almohadas y sábanas, cilindros de gas y cocinetas, un tanque para depósito de agua, filtros para tratarla, cuñetes para almacenamiento y kit de cocina y de higiene, llegando a 180 familia.

Ladrillos ecológicos

La segunda fase del proyecto es mejora la infraestructura habitacional, buscando para ello una empresa que se encargara de la fabricación de los ladrillos, logrando hablar en primera instancia con unas personas en Medellín, a quien se descartó porque pedía 300 toneladas de material de reciclaje para cada vivienda. Se contactó a otra empresa, pero pedía $16 millones para elaborarlas, hasta que se logró contratar en Cúcuta a la empresa Preplasty, que es la encargada de fabricar los ladrillos ecológicos, faltando apenas la certificación de sismo resistencia que la entrega la UFPS para empezar a producir.  

Se hizo previamente la capacitación de las personas que hacen parte del proyecto en manejo de residuos sólidos, para que supieran qué materiales deben reciclar y cómo seleccionar el material. Una parte de ese material es para la elaboración de las casas y la otra parte será vendida para pagar la mano de obra de la elaboración de los ladrillos.

Los ladrillos tienen 50 centímetros de largo por 12 de ancho y 10 de alto, sin embargo, algunos son de 25 centímetros, dependiendo de las especificaciones del terreno.

Los mismos son ecológicos, fabricados a partir de material reciclable y las casas serán totalmente de material reciclable, de 56 metros cuadrados en promedio, que constarán de tres o dos habitaciones, que tienen un valor en el mercado de $17 millones, pero que a cada beneficiario le saldrá en $8 millones en promedio por poner el material reciclado. 

La construcción de cada módulo habitacional requiere alrededor de 1.200 ladrillos ecológicos con un peso cada uno de 3,8 kilos, es decir, que hacer una vivienda demandará cerca de cinco toneladas de material reciclado, pero cada familia debe reunir alrededor de 10 toneladas, porque la mitad será para vender y obtener de allí el dinero para pagar por la fabricación del ladrillo y otros gastos.

El proyecto general es construir 40 viviendas, pero en un piloto se harán las 14 primeras, cuya construcción iniciará próximamente con base en las necesidades más urgentes de estas familias, puntualizó Leonela Pachón.