Más de 100 personas reciben su ración de comida en cada jornada de caridad.
Roberney Galvis, la mano amiga del inmigrante venezolano
Niños, mujeres embarazadas, adultos, ancianos y habitantes de la calle, algunos provenientes de Venezuela, con plato, cubiertos y vaso en mano,hacen fila en algún parque de Cúcuta mientras Roberney Galvis, por medio de un micrófono y un bafle, les va pidiendo orden para que su esposa, Erika Basto, les pueda ir sirviendo algún alimento.
En la hilera se escucha a algunos que dicen “gracias, amigo, usted nos devolvió la confianza y el amor por la vida”, “usted es nuestro querubín”, “Dios lo tiene para grandes cosas”, mientras Erika revuelve la olla para enfriar un poco el caldo de menudencias que con mucho amor preparó para estas personas que, seguramente, en muchos días no han probado bocado alguno.
Más de 100 personas de muy bajos recursos terminan sentados, algunos de pie, cenando un gran plato de comida que esta pareja de esposos se prometieron darles todos los viernes. Algunos terminan repitiendo, otros prefieren esperar a que todos hayan comido para poder volver a hacer la fila.
Al final recogen la basura, y se marchan en silencio pidiendo que llegue rápido la semana siguiente para poder asistir a este compartir que una gran familia se prometió a sí misma hacer en el anochecer de los viernes.
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Así, emocionante y llena de compromiso, es la historia de Roberney Galvis, un bumangués de 32 añosquevivió aproximadamente 10 en el país vecino, pero por cuestiones laborales y la grave situación por la que atraviesa esta nación, se vio obligado a devolverse para iniciar una nueva vida. La misma que ahora dedica a ayudarles a algunos de sus ‘excompatriotas’, al menos con la cena, pues muchos de ellos también dejaron a sus familias y llegaron a Colombia sin nada por la misma razón suya.
Una obra de admirar
Para Roberney, locutor y animador, ha sido duro ver la gran cantidad de venezolanos que ha llegado a Cúcuta sin trabajo, sin un hogar dónde vivir y sufriendo por tener lejos a sus seres queridos. Por eso, empezó a pensar qué podía hacer para ayudarles, así fuera de la manera más mínima. Se reunió con su esposa,Erika Katherine Basto Pabón, y llegaron a la conclusión de que lo mejor que podrían hacer era que a ningún venezolano le hiciera falta la comida los viernes; se lo prometieron y así fue.
Estas dos agradables personas iniciaron la labor el día viernes 7 de septiembre en el parque Antonia Santos, en el barrio El Callejón, con ayuda de algunas pequeñas empresas que les suministraron harina, huevos, cebolla y tomate, con los cuales pudieron preparar más de 130 arepas con huevo revuelto que fueron repartidas entre todas las personas que llegaron al sitio.
“Ese día sabíamos que estábamos haciendo una excelente tarea con los venezolanos, la cara de felicidad de los niños, adultos y demás, nos lo decía todo, fue bastante especial”, contó Galvis.
“No podemos negar que ese día también llegaron algunos cucuteños en condición de calle y a los cuales también se les brindó la cena y la disfrutaron”, añadió.
La labor continuó
La semana siguiente, y con la idea de no dejar aguantar más hambre a las personas que hoy habitan las calles de la ciudad, se prepararon para continuar con la actividadque hoy ya ha beneficiado a más de 400 personas en Cúcuta, pero esta vez en el Parque Santander por motivos de iluminación.
De la misma manera, fueron pidiendo la colaboración a diferentes proveedores hasta poder recolectarun buen mercado para poder cambiarles el menú y llevarles sándwiches. Nuevamente fue una gran jornada en donde 150 personas recibieron su comida y su bebida, las cuales fueron pagadas con la mejor moneda: una sonrisa.
Así, poco a poco, Galvis y su esposa han venido mejorándoles un poco las noches de los viernes a muchas personas con esta gran obra hasta llegar a este último, donde se pudo conseguir un gran abastecimiento de utensilios para preparar 200 caldos de menudencias con su respectiva bebida que se les entregó a todo el que asistió.
Aplausos para Roberney y su esposa
Ya son muchas personas las que han presenciado y han sido testigos de la excelente labor que cumplen Roberney y Erika. La viven de la mejor manera y agradecen enormemente el gran corazón que tienen para brindarles un poquito de cariño y amor por medio de un plato de comida.
“Son dos seres maravillosos. Es una alegría enorme ver cómo realizan estas actividades para ayudarnos a nosotros que en este momento estamos pasando por una difícil situación”, dijo una de las beneficiadas. Añadió, “personas como ellos es que necesita el mundo”.
Por su parte, algunos habitantes de calle que durante días tampoco han comido algo, también ven con enorme emoción cuando llega el viernes pues saben que es el día en que no van a pasar tanta necesidad.
“Se me salen las lágrimas cuando los veo llegar en el taxi con sus ollas, vasijas y demás, solo para alimentarnos a nosotros. ¡Es la hora de la felicidad!”.
Así como ellos, también los niños y las mujeres embarazadas ven en ellos un ejemplo a seguir, pues recuerdan que lo hacen pensando en ‘llenarles el estómago’ a ellos y no por recibir algo a cambio.
“El afecto que ellos denotan es increíble. Cada vez que llegan, nos emocionamos porque nos tratan como si fuéramos parte de su familia”, indicó una mujer gestante. Mientras que un niño se refirió a ellos como “un par de angelitos”.
Promesas cumplidas
En medio de la rutina del ‘rebusque’ del mercado para poder realizar la labor, Galvis conoció a José Gallardo, un venezolano discapacitado que se supo ganar su confianza y su cariño en poco tiempo. Una vez entablaron la conversación, Galvis conoció la dura situación por la que atraviesa y que lo trajo hasta nuestro país a ganarse la vida en una silla de ruedas, la cual ya se encuentra bastante desgastada. Este hombre, al dar fe de lo mal que la pasaba este venezolano en su medio de transporte, le prometió que le daría unos cauchos nuevos para que al menos se ‘desvarara’ por unos días.
El pasado viernes, y ante más de cien personas que se acercaron al parque Santander luego de una fuerte lluvia, Galvis le cumplió y se las entregó sin pedirle nada a cambio.
“Estoy muy agradecido con este señor que me dio la mano sin conocerme. Como él dice, todos somos hijos de un mismo Dios, y así nos lo ha hecho sentir. ¡Estoy inmensamente agradecido!”, expresó Gallardo.
De esta manera, esta pareja de esposos sueña con seguir entregándoles una ‘cenita’ a estas personas que tanto lo necesitan todos los viernes, y si es posible, más días a la semana; todo depende de la colaboración que les pueda llegar.
“Yo sé que en la ciudad hay muchas personas buenas a las que les gusta ayudar a los demás, y esta es la oportunidad para hacerlo”, dijo Galvis recalcando la gran población de cucuteños que hacen buenas labores por y para la ciudad. “Si alguien está interesado en comunicarse conmigo para ayudarnos, lo puede hacer al 3138460102. Mi esposa, todas las personas de bajos recursos y yo, estaríamos muy agradecidos de todo lo que nos puedan brindar”, añadió.
Rito Julio Patiño/Q’hubo
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