Capacitar a la población vulnerable: desplazados, retornados, inmigrantes, entre otros, para generar un empleo que les permita la sostenibilidad y hacerlos autosuficientes económicamente. Esta es la meta trazada por la Red Internacional de Migración Scalabrini (SIMN por sus siglas en inglés) y que viene a dar una respuesta al tema del fenómeno migratorio en Colombia. 

Van a construir unos centros de atención integral y académico, en Cúcuta y Bogotá, en los cuales se les brinde más que una asistencia humanitaria a estas poblaciones.

Leonir Chiarello, director ejecutivo de la red Scalabrini, explica que estos centros de atención a los migrantes y población vulnerable tienen 60 años de tradición, pero los primeros 40 años se dedicaron exclusivamente al tema de la ayuda humanitaria; sin embargo, hace dos décadas comenzaron a implementar este sistema de formación sumándolo a la asistencia de emergencia.

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“La persona que llevaba a estos centros le dábamos alimentación, alojamiento, medicinas, asesoría jurídica, y luego se marchaba. La pregunta que nos hicimos fue ¿cuántos de ellos se van del centro de una forma distinta a la que llegaron? La mayoría se iba igual que como habían llegada”, enfatizó.   

Esta fue la razón que sustentó el proyecto que emprendió la red de migración Scalabrini y que ha sido implementado en varios países. “Este modelo busca la forma de darles autosostenibilidad, a través de capacitaciones, para que tengan dinero en el bolsillo”, indicó.

Chiarello explicó que capacitándolos y conectándolos con una opción de empleo es una de las formas de apostar a buenos resultados de estos procesos migratorios.

“Hace 20 años este modelo se empezó a implementar en Chile con una bolsa de trabajo, a través de la cual se capacitan más de 4.000 personas al año, y que posteriormente se logran insertar al mercado laboral”, explica. 

Esta inserción puede darse tanto con empleadores en Cúcuta, a nivel nacional, e incluso internacional, a través de las alianzas que tienen los misioneros en otros países. 

Este modelo tiene su éxito, explica Chiarello, en que los Scalabrini sirven para construir un puente de confianza entre la persona que necesita el trabajo y el empleador que requiere de ese trabajador.

La persona que acudirá a estos centros debe hacerlo por voluntad propia. Son registrados en una base de datos. A la par la red conforma una base de datos con la lista de posibles empleadores y hacen el nexo entre los dos. “Es decir, la persona que se capacitó tiene unas opciones de trabajo que se ofrece en la bolsa”, dice.

De este grupo de personas queda un 5 por ciento que decide autoemplearse, a través de programas de microemprendimientos.

El modelo Scalabrini funciona así: si es una persona que busca un empleo se les proporciona la capacitación y luego la opción de la bolsa de trabajo. Si es una persona que busca autoempleo igualmente se capacita, presenta un plan de negocios, se les busca un pequeño financiamiento y asistencia técnica. 

“Este es el modelo ha funcionado a nivel internacional, ubicando en el mercado de trabajo unas 25 mil personas al año, y que buscamos replicar en Cúcuta”, sostuvo.

Tradición en Cúcuta

Los misioneros Scalabrini tienen 40 años trabajando por las poblaciones vulnerables en Cúcuta. El padre católico, Francesco Bortignon, explica que a través del centro de migraciones, en el barrio Pescaderos, atienden a unas 150 personas, a pesar que su capacidad es para 100.

En el aspecto educativo enfatiza que actualmente tienen 7 sedes en la comuna 6 y 7, en las cuales atienden a 4.500 estudiantes. “Tenemos un 30 por ciento de los hijos de desplazados, y unos 400 alumnos hijos de venezolanos, más los hijos de los retornados. Además, hay otros 300 en espera para el próximo año escolar”, dijo. 

Bortignon explica que en los últimos meses están dando de comer a unas 1.300 personas al día. 

“Mediante el apoyo de la Cruz Roja tenemos atención médica, desde hace dos meses”.

En el barrio Camilo Daza los Scalabrini conformaron un centro piloto en el que diariamente 300 personas llegan para cursos, alimentación, y orientación.

La Red Internacional de Migración Scalabrini tiene tres grandes ejes de trabajo: ayuda humanitaria, educación y centro de capacitación. En Cúcuta estaban atendiendo las dos primeras, haciendo falta la inserción laboral. 

Leonir Chiarello, director ejecutivo de la red Scalabrini, explica que están buscando el terreno y articulando con las entidades locales y departamentales para la ejecución del proyecto que es financiado por esta organización.

“En el centro integrado tendríamos la parte de protección humanitaria, se crearía una clínica médica y se conformaría el centro de capacitación. Actualmente, se está dando alimentación para 1.300 personas al día, la proyección es triplicar esa cifra. Y en la clínica recibir a unas 200 personas diariamente. Mientras que en la parte de alojamiento duplicar las 150 personas que hoy se reciben”, detalla.

Niveles de capacitación

Las capacitaciones se brindarán en distintos niveles. Los misioneros los explicaron de la siguiente manera: 

Nivel 1: son capacitaciones básicas y rápidas, llamadas de sobreviviencia, como cursos de manicuristas, peluqueros, construcción.

Nivel 2: son dirigidos a microemprendimientos y son dictados cursos que requieren hasta 200 horas de capacitación en conformación de microempresas, procesos productivos, marketing, gestión. Los que quieren seguir esta línea tienen que presentar un plan de negocios, que es evaluado para la financiación.

Nivel 3: son capacitaciones técnicas, que dictan a través de Sisco y Microsoft. Se conforman técnicos en computación y si requieren una formación previa, de al menos estudios secundarios. Para esto hay acuerdos con el Sena.

Nivel 4: son capacitaciones a nivel universitario, con alianzas trazadas con el Grupo Mondragón.