Luego de dos años de preparación, la orquesta sinfónica del Colegio Inem José Eusebio Caro (Cúcuta) y sus 37 integrantes llegaron al Festival de Música Cartagena 2018. 

Su historia comenzó en 2015, cuando Óscar William Nieto, licenciado en música, llegó a Cúcuta con su esposa durante el éxodo masivo de colombianos desde Venezuela. Los alojaron en el albergue del Inem.

Tras una charla con el rector, Nieto propuso un proyecto para promover los talentos de los estudiantes y organizar una orquesta sinfónica, con el objetivo de que los jóvenes alcanzaran la calidad de vida soñada, “amando lo que hacen”.

Mientras, pidió apoyo a la Universidad Pedagógica Nacional para la formación grupal e individual, y lo logró. Desde ese entonces, Nieto dicta clases como voluntario. 

“Nada ha sido fácil”, dijo, pues encontró la mayoría de instrumentos abandonados, polvorientos, e ‘intocables’, pero pidió apoyo por escrito a la Fundación Salvi para su arreglo y hoy, hay 65 instrumentos sinfónicos casi nuevos. 

“El trabajo era conjunto. Los chicos cada día se esmeraban por mejorar y sobresalir”, afirmó Nieto.

Cartas y una travesía

Para llegar al festival, “en medio de la incertidumbre, el miedo al rechazo y un mar de sentimientos encontrados”, Nieto escribió otra carta a la Fundación Salvi, esta vez para recibir asesoría en la inscripción al Festival.

La espera se hizo eterna, pero “no fue en vano” y fueron invitados. “La respuesta nos dejó perplejos, pero felices”.

A partir de ese momento, estar en el Festival era una misión incompleta, porque faltaban recursos para el viaje. 

                           ^{Hasta el próximo 15 de enero, los músicos disfrutarán de Cartagena.} 

“Ansioso y tembloroso”, Nieto redactó más cartas para pedir patrocinio, y aunque fue prudente, deseaba llevar buenas nuevas a sus alumnos, esperando impaciente los mensajes que garantizaran el traslado. 

Aguas Kpital fue la primera empresa en aportar un millón 500 mil pesos, a cambio de  presentarse y tocar en el pesebre en vivo que organizó en diciembre.

Luego, la Secretaría departamental de Cultura les dio 5 millones de pesos, pero “hasta allí llegó la dicha”.

Aún con esperanza,  todos trabajaron por más fondos con rifas, conciertos y ayuda de los papás.

“Los chicos nunca se desanimaron”, afirmó Nieto. “Lucharon, se prepararon y siempre le apuntaron, y le apuntan, a la excelencia en sus ensayos”. 

“La presencia de estos estudiantes en el Festival es fruto de sus esfuerzos, tesón y ganas por hacer las cosas bien”, dijo con orgullo el rector Alberto Rosas, quien por su parte recaudó un millón 500 mil pesos adicionales para los pasajes. 

Ya en Cartagena, el Inem de esa ciudad abrió sus puertas para el hospedaje en esta travesía con la que Nieto espera “borrar el estigma de que Cúcuta es solo una ciudad de paso”. 

Violines, violas, violonchelos, trombones, clarinetes, baterías, bajos y saxofones son los cómplices de los artistas, que hasta la próxima semana aprenderán de grandes maestros, con la claridad de que la música da felicidad y permite conocer otros mundos.

Se agota el presupuesto

Pese a que han tratado de economizar al máximo sus recursos, el presupuesto recaudado se reduce considerablemente. 

Por ello, y después de tanta escritura de cartas, siguen esperando las respuestas de algunos mensajes que enviaron, entre ellos, uno que se dirigió al gobierno municipal, que no ha aportado un solo centavo. 

“Tal vez seamos soñadores, pero deseamos que el alcalde, César Rojas Ayala, no solo ponga su mirada en el Inem para cerrarlo, sino para que nos apoye en este logro, que resulta ser tan valioso para los estudiantes y la ciudad misma”, dijo. “No solo se deben enfocar en resultados académicos, sino en apoyar las cosas buenas que le aportan a Cúcuta y al proyecto de vida de muchos jóvenes”, dijo Nieto.

Por eso, y con base en la inusual experiencia, el docente enfatizó en que “si hemos logrado, sin mucha ayuda, llegar a Cartagena a un festival internacional; imaginen cuánto alcanzaríamos con más apoyo...”.