La primera vez que Luis Castellanos escuchó cantar a Cristian Camilo, 10 años, quedó estupefacto con el talento del pequeño.

Castellanos y sus hijos, Linda, Edwar y Jeffer, acaban de terminar una presentación musical en el centro de la ciudad, y Cristian cantaba a capela en el puesto de ventas ambulantes de su madre.

De inmediato Castellanos lo acogió en su corporación artística y cultural Los Ángeles de América, para ayudarle a explorar su vena musical.

“Talentos cómo este son los que apoyamos en nuestra corporación”, dice emocionado Castellanos, mientras explica que en el último año han apadrinado a por lo menos 30 niños con talento y aptitudes para la música, que no tienen cómo pagar una academia.

Niños y jóvenes de La Pastora, Cormoranes, Motilones, Comuneros, Ospina Pérez, entre otros sectores de la ciudadela Juan Atalaya, acuden a diario a la casa de Castellanos para una nueva clase.

Por un par de horas la sala y el antejardín de la familia Castellanos se convierte en un gran salón musical. Aunque en  la corporación  no tienen un gran número de instrumentos, se valen de un par de guitarras, un piano, una batería, entre otros, para enseñar.

“Convertimos nuestra casa en un templo musical bajo el compromiso de ganarle terreno a la violencia y los malos vicios por medio de notas musicales y melodías”, explica con orgullo Castellanos.

Precisamente este compromiso social y musical también es familiar. Padre e hijos hacen las veces de coordinadores, cantantes y profesores de música en la corporación. Su paso por el concurso musical el Factor XS, en 2011, les sirvió para pulir sus conocimientos musicales.

Linda está a cargo de las clases de piano, Jeffer de batería y bajo, Edwar de guitarra e instrumentos de viento, y Luis enseña requinto y triple.

Pese a que la gran parte de estudiantes son niños, también les enseñan a adultos de los sectores vecinos.

La ayuda de los Ángeles de América a sus pupilos no finaliza con las clases. Periódicamente buscan espacios en centros comerciales, colegios, empresas, o barrios para que sus  estudiantes toquen o canten.

Castellanos dijo que pese a que la corporación ha buscado ayuda municipal para atender a un mayor número de población, sus peticiones no han tenido eco.

“En algún tiempo buscamos enlazarnos con la Secretaría de Cultura Municipal pero la respuesta siempre era la misma, que no habían recursos”, explicó el músico.

Pese a que en esta entidad le cerraron las puertas, Castellanos decidió abrir las puertas y ventanas de su casa para convertirse en los ángeles de los sueños musicales de sus vecinos.