En 1958 Cúcuta era una ciudad intermedia, con una población aproximada a los 100.000 habitantes y la dinámica natural de su condición fronteriza, vecina de la petrolera Venezuela.

Colombia iniciaba el experimento político del Frente Nacional, tras una desgarradora etapa de violencia atizada por el beligerante sectarismo partidista, con un saldo de más de 200.000 muertos y el golpe de Estado de los militares en 1953 que impuso al general Gustavo Rojas Pinilla en la Presidencia hasta 1957.

Los medios locales de comunicación eran los periódicos Diario de la Frontera y Sagitario y emisoras de radio, además de la televisión tanto de Colombia como de Venezuela.

En la perspectiva política de contar con un medio de comunicación que expresara la visión y las ideas liberales surgió el proyecto de La Opinión, asumido por nortesantandereanos alineados en el Partido Liberal. Virgilio Barco Vargas, Eustorgio Colmenares Baptista, Alirio Sánchez Mendoza, Eduardo Silva Carradine y León Colmenares Baptista, le gastaron muchas horas de conversación para el desarrollo y la consolidación de esa iniciativa.

La conclusión fue positiva y se puso en marcha. Se decidió publicar un semanario como periódico de identidad liberal y así se hizo. El 31 de mayo de 1958 circuló la primera edición de La Opinión en tamaño cuarto de pliego y 12 páginas.

Se imprimió en la imprenta de la Diócesis de Cúcuta, donde también se hacía El Criterio, vocero parroquial. En la bandera de La Opinión figuraban, Alirio Sánchez Mendoza en la dirección; Eustorgio Colmenares Baptista, en la gerencia y Cicerón Flórez Moya, en la jefatura de redacción.

Virgilio Barco Vargas y Gonzalo Canal Ramírez, que era el gerente de la editorial Antares, en Bogotá, tuvieron mucha participación en el diseño y los contenidos del periódico. Eduardo Silva Carradine y León Colmenares Baptista aportaron sugerencias políticas y administrativas. Y se contó con la animación constante de la esposa de Eustorgio Colmenares, Esther Ossa.

Desde su aparición La Opinión definió su orientación, como medio ceñido a los principios patrimoniales del periodismo.

En su presentación editorial dijo: “Al comprometernos a publicar La Opinión hemos tenido en cuenta más de una cuestión. Esto no ha surgido caprichosamente. Resulta, amigo lector, que nosotros estimamos necesario plantear en forma objetiva y realista los problemas de Cúcuta y en general, los del departamento. Pero algo más:  creemos que esos problemas deben llevarse a debate público, al conocimiento e interés de la población sobre bases concretas, con una organización, con un plan y con unidad. Para alcanzar este propósito debemos descartar las improvisaciones, la pasividad y el criterio tropicalista de la  casualidad. Entonces hemos convenido conscientemente en investigar y estudiar para presentar a consideración de ustedes los problemas sociales, administrativos que confronta la humanidad de esta parte de Colombia para que ese ambiente de libre movilización de conceptos, de ideas, de interpretaciones, forjemos y propongamos conjuntamente posibles soluciones. Y lo hemos proyectado así porque atendemos a una dirección de nuestro tiempo y de nuestra patria: esa dirección indica que los asuntos del Estado y los generales de la sociedad deben tratarse con la intervención de la opinión pública, a la cual nosotros le asignamos una categoría fundamental”. Así nace La Opinión y ha llegado a sus 60 años.