Sin importarles que están en plena vía pública, los drogadictos que inundaron la avenida 5 de Motilones van armando los baretos mientras caminan.
Son las 4 de la mañana y la avenida 5 de Motilones pareciera no dormir. Decenas de indigentes se toman la vía principal para sentarse a meter vicio frente a los madrugadores residentes que procuran pasar lo más lejos posible para evitar ser robados o ‘chuzados’.

En los andenes de la calle 6 hasta la 17 se extienden a armar los baretos sin ningún reparo. Otros luego de drogarse utilizan el sendero peatonal como motel de paso, ante la mirada impávida de los vecinos.

Mujeres y hombres, en igual cantidad, no se pierden la cita del bazuco, el perico y la marihuana, la cual empieza desde las 5 de la tarde y se extiende hasta las 7 de la mañana siguiente.

Algunos de estos indigentes, se pasean desde antes del mediodía en busca de su dosis personal.

Llegan en colectivos o busetas, con sus vestidos sucios y desgastados, en chancletas, malolientes, y con la ansiedad de meter vicio.

Como ya tienen detectadas las ‘ollas’ en las calles 9 y 13 con avenida 6, llegan directamente hasta ellas para comprar su dosis.

El desfile de viciosos con chuzos en mano, mirada desafiante, y un particular movimiento al caminar se volvió el pan de cada día en el barrio Motilones.

En medio de ese panorama, los vecinos bautizaron ese sector de la ciudadela Juan Atalaya comprendido entre las calles 9 y 14 con avenidas 5 y 6 como la ‘Calle del Bronx’, haciendo alusión al marginal rincón de Bogotá donde se expende droga por doquier y es el lugar de residencia de habitantes de la calle.

Una ‘olla motilona’

Como ‘olla’ se les conoce a los sitios en que se venden alucinógenos, lo que las autoridades denominan el negocio del microtráfico.

Jorge Orduz, uno de los residentes en Motilones, asegura que la inusual presencia de los ‘gamines’ y consumidores se intensificó luego de que la Policía desmantelara las ‘ollas’ de otros sectores de la capital de Norte de Santander.

En una especie de trasteo, los drogadictos se marcharon para Motilones luego de que la Policía Metropolitana de Cúcuta (Mecuc) atacara los expendios de sustancias alucinógenas  en la ‘Curva Pelelojo’, en el barrio Santo Domingo, en La Tomatera, y en La Cabrera.

Los habitantes de los sitios mencionados pudieron volver a dormir y a caminar  tranquilamente por las calles de sus barrios, con el cierre de los sitios en que venden las papeletascon las sustancias ilegales y la expulsión de los drogadictos.

Se recuerda cuando por el canal de Puente Barco y sitios como las avenidas 5 y 6 con calles 18, 19 y 20, al sur de la ciudad, pululaban los consumidores y eran frecuentes los atracos en céntricos lugares aledaños, por donde pasaban.

“La situación cambió de la noche a la mañana. Ya la gente saca las sillas a la calle y puede hasta tener la puerta abierta. Antes, duraban encerrados todo el día por temor a los indigentes”, dijo un taxista mientras pasaba por el canal de La Cabrera.

Dentro de las operaciones de erradicación,  se habilitó un Comando de Atención Inmediata (CAI) Móvil de la Policía Nacional, en ‘Pelelojo’, en el barrio Santo Domingo.

Esta instalación policial ubicada estratégicamente sobre la vía que intercomunica los barrios Santo Domingo, Alfonso López, La Cabrera y Camilo Torres, atiende las inquietudes y controla la situación de inseguridad ya conocida en esta área.

“Prontamente estaremos habilitando una cámara digital que tenemos instalada en este sector lo que nos permitirá identificar o hacer labores de policía judicial más precisas y de acompañar especialmente a la comunidad”, dijo el coronel Óscar Wilfreth López Ortiz, subcomandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta.

Hoy, el problema lo heredaron los residentes de Motilones y Ospina Pérez.“No siempre son los mismos.Pareciera que se reproducen o se multiplican cada vez que sale el sol”, afirmó Leidy Molina, dueña de un gimnasio en el sector.

Molina, quien ha visto como su clientela se disminuye por impacto de la ‘clientela de las ventas de droga’, afirmó estar cansada de correrlos de sus predios cada hora, y que se devuelvan como si nada.

Incluso, hace un par de días le robaron unos discos de acero de sus máquinas de ejercicios.

Los fumadores de marihuana y bazuco se acostumbraron a pedirles plata a los transeúntes para comprar el vicio. Unas personas les regalan dos o tres monedas para que se vayan. Otros simplemente cruzan de calle para no tener que encontrárselos y recibir algún insulto por no ‘colaborarles’.

Mujeres embarazadas, jóvenes que no pasan de los 30 años y ancianos que pueden llegar hasta los 70 años, hacen parte del grupo de drogadictos que tiene desesperados a los residentes del populosos barrio de la ciudadela Juan Atalaya.

Operativos de desmantelamiento

El teniente coronel Javier Francisco Mora, comandante operativo dela Policía Metropolitana de Cúcuta aseguró que la institución tiene conocimiento de esta problemática y está trabajando con el personal de inteligencia para ubicar los puntos de expendio de droga en este sector de la ciudadela Juan Atalaya.

Invitó a la comunidad a denunciar los puntos de expendio de droga para poder desmantelarlos en conjunto.

Mora indicó que en lo corrido del año se han sacado del mercado de las drogas ilegales a un total de 35 ‘ollas’ en la ciudad. Los operativos han arrojado el decomiso de 230 kilos de cocaína, 74 kilos de base de coca, 34 kilos de bazuco, y 2.916 kilos de marihuana, en diferentes operativos.

Hasta la fecha, se han presentado 886 capturas por porte y tráfico de sustancias alucinógenas en la capital nortesantandereana.

El comandante operativo indicó que de las 217 capturas que se han hecho en el CAI de Ospina Pérez, un 80% ha sido por el mismo delito.

¿Quién los controla?

Pese a que en la calle 14 con avenida 5, a escasos metros del punto de encuentro de jíbaros y consumidores de alucinógenos se encuentra el CAI de Policía de Ospina Pérez, los viciosos hacen de las suyas a plena luz del día, según denunció la comunidad.

“Es normal ver a las 10 de la mañana a una pareja de ‘gamincitos’ armando en plena calle su bareto para sentarse en una esquina a consumir. Como siempre, van con la dosis mínima en el bolsillo, se escudan de eso para que la Policía no les haga nada”, explicó una de las vecinas que pidió conservar su nombre en reserva.

La mujer aseguró que la Policía, al igual que los residentes tienen detectadas las ‘ollas’, por lo que manifiesta no entender porque no acaban de raíz el problema.

“Si pudieron acabar con una ‘olla’ tan grande como la Tomatera, como les va a quedar grande una ‘olla’ de barrio”, dijo con rabia la denunciante.

Los vecinos aseguran que el microtráfico de drogas en este sector se apoya en menores que son los encargados de alertar a los consumidores cuando viene una patrulla de la Policía a requisarlos.

Otros de los habitantes aseguran que han visto que en múltiples oportunidades los uniformados sacan a los consumidores del barrio en las camionetas, pese a la gritería y resistencia que ponen, pero a los pocos minutos los viciosos vuelven a llegar.

La situación que se intensificó en el último mes tiene desesperados a los residentes, que ya no saben a quién acudir para que su barrio vuelva a la normalidad.

“Para nadie era un secreto de que Motilones tenía sus ‘ollas’, pero la situación pasó de castaño a oscuro y eso es lo que nos preocupa, que esto se llene de consumidores cada vez más”, señaló uno de los afectados.

La Opinión estuvo presente en este sector, y luego de tomar algunas fotografías, los consumidores de drogas intentaron agarrar a piedra el vehículo en el que se movilizaba el equipo periodístico.