El reciente estudio del Departamento Administrativo Nacional de Estadística (Dane) sobre seguridad alimentaria en el país, muestra una dramática realidad que se vive en Cúcuta, donde decenas de familias en diferentes sectores están pasando hambre y han visto reducidas sus comidas diarias.

El Dane ha revelado que antes de la cuarentena y del aislamiento preventivo el 99,3% de los hogares cucuteños consumía tres comidas al día, posteriormente esta cifra disminuyó hasta el 79,3%.

El organismo nacional también ha dicho que en el 70% de hogares colombianos comen tres veces al día, y que la pandemia y los confinamientos llevan cada vez a más hogares a reducir el número de raciones diarias a las que pueden acceder.

La encuesta elaborada por el Dane para aportar información relacionada sobre el impacto de la situación generada por la COVID-19, reveló que en Colombia solo siete de cada 10 familias tuvieron acceso a tres comidas al día durante los últimos siete días, mientras que antes de la pandemia la cifra llegaba a 85%.

El estudio que incluyó a 23 ciudades principales encontró que Cartagena es la ciudad en donde más familias pasan hambre, ya que solo 35% de los hogares pudieron tener tres comidas durante el día, mientras que antes de la cuarentena esta cifra llegaba a 85% de la población. 

Mario Zambrano, director del programa Cúcuta Cómo Vamos, dijo que un tema de vital importancia en la agenda social es la seguridad alimentaria, ya que es interdependiente con otros temas, de ahí su complejidad. 

Explicó que en la encuesta del Dane denominada Pulso Social, el porcentaje de hogares que consumen tres comidas al día antes de la pandemia para el caso de Cúcuta y el Área Metropolitana era de 99,3% y después de la cuarentena y demás medidas sanitarias pasó a 79,9%, una disminución de 19,4%, lo que quiere decir que de 100 hogares casi 20 no alcanzan a consumir 3 comidas diarias. 

Estos resultados coinciden con los arrojados por la segunda encuesta Mi Voz Mi Ciudad, aplicada en noviembre por la Red Cómo Vamos y Cúcuta Cómo Vamos, donde el 24,5% de los encuestados dijo que algún miembro del hogar pasó hambre por falta de ingresos, según Zambrano.

Explicó que en los niveles socioeconómicos más bajos fue mayor la incidencia del 26,4%, y que al mirar los datos entre hombres y mujeres el mayor porcentaje se da en mujeres con 26,4% y cuando se observa por rangos de edad los de 35 a 45 años obtuvieron el mayor porcentaje del 30,1%. 

Hay que recordar que el 69,4% de los encuestados dice que al menos una persona de su hogar perdió el empleo y de los ingresos actuales, 5 de cada 10 dice que no alcanza para cubrir los gastos mínimos.

Había problemas estructurales antes de la pandemia que se agravaron, especialmente en el mercado laboral como mecanismo de transmisión no solo de la pobreza, sino de la desigualdad, que se traduce en falta de ingreso y motivos para rebuscarse en la informalidad, con efectos negativos en su capacidad adquisitiva y compra de bienes importantes para la seguridad alimentaria, una especie de circulo vicioso, dijo el experto.

Aseguró que el problema no es solo de producción de alimentos, sino también de acceso (derechos), relacionado estrechamente con la pobreza, de ahí el llamado de Amartya Sen, Premio Nobel de Economía, “si el mundo quiere derrotar al hambre, deberá enfrentarse a todas sus causas de forma simultánea, en particular la pobreza, ninguna sociedad justa, razonable y democrática debe ser laxa con el hambre, y erradicarla es un imperativo que exige acciones, compromisos y valores sociales a la altura de los tiempos”. 

Pobreza desde antes de la pandemia

El padre David Cañas, director de la Casa de Paso Divina Providencia, dijo que  la pobreza y las dificultades en esta zona de frontera desde hace muchos años están arraigadas debido a la falta de empleo y oportunidades, con marcadas limitaciones en casi todos los hogares  donde la mayoría vive del rebusque y del día a día.

“La cuarentena y los meses siguientes de pandemia han agravado el problema y en estos momentos en Cúcuta, muchas familias si tienen para almorzar no tienen para comer”, según el sacerdote.

Aseguró que sin embargo en estos tiempos de dificultades “se ha dado una experiencia de solidaridad, donde cualquier persona que tiene la bendición de contar con un trabajo ha regalado algo para socorrer al necesitado, así sea un kilo de arroz, harina pan, una panela, que las familias que están pasando hambre bien lo saben agradecer”.

Otra realidad es la de los migrantes y la gente en Cúcuta también ha sido solidaria con ellos, incluso porque muchas personas que llegan tienen familia en la ciudad y han encontrado allí cobijo, lo que es un gran gesto humanitario.

El religioso se mostró agradecido con las empresas de la ciudad que también supieron responder al clamor de las comunidades pobres que en esta crisis sanitaria se han visto muy afectadas, donando mercados que han sido distribuidos mediante el Banco de Alimentos de la Diócesis de Cúcuta, para ayudar a paliar el hambre en decenas de hogares, particularmente en los barrios de la periferia.

“La realidad que hay en los barrios es el mapa de la misma situación que tenemos, que se agravó por la pandemia, con familias en la pobreza a las que se sumaron población migrante y colombianos retornados, que hacen que en la periferia de Cúcuta se viva en un verdadero hacinamiento”, añadió. 

El padre David Cañas dijo para finalizar que la caridad consiste en darse cuenta de la necesidad del prójimo y actuar, pero que en muchas ocasiones desde instancias oficiales se pasan el tiempo en diagnósticos y diseño de estrategias, mientras la gente está pasando hambre y necesidades a la que hay que responderle de inmediato.