En Cúcuta semanalmente venden 10.000 cajas de flores: claveles, rosas, astromelias y plantas verdes como palmas y helechos.
El negocio que florece en los cementerios
La costumbre de llevar flores a los muertos perduró y se afianzó hasta convertirse en un negocio consolidado afuera de los cementerios, un trabajo con el que decenas de familias consiguen su sustento diario.
Es una ocupación sin descanso, pues de domingo a domingo los vendedores están apostados en sus casetas esperando que los fieles creyentes a las ánimas se acerquen a comprar ramos.
Las personas ya no solo llevan estos presentes durante el tiempo de velación y entierro, sino que también van al cementerio en días específicos, como el 1 de noviembre, día de Todos los Santos.
Algunos nunca dejan de visitar a sus seres queridos, a pesar de que pasen los años, y se convierten en clientes fieles de las floristerías.
Como si fuera una plaza de mercado, los vendedores buscan llamar la atención vociferando los precios y nombres de las flores.
Algunos definen sus espacios trazando líneas imaginarias que sus compañeros no pueden invadir; es una competencia por vender más.
Sin embargo, las dinámicas afuera de cada cementerio son diferentes, en espacios, cantidad de flores y puestos de trabajo.
En el Cementerio Central de Cúcuta, ubicado en el barrio San José, la mayoría de vendedores lleva más de 30 años en el negocio.
Una de ellas es Marta Leal, quien desde los 20 se dedicó de lleno al oficio.
Se sabe de memoria las variedades que se usan en estos casos, pero allí, lo que más se vende, son los claveles, por ser más baratos.
Leal explica que el respeto con los demás compañeros empieza por no vender los mismos tipos de flores. Por ejemplo, ella no vende ni hortensias ni aves de paraíso, entre otras que son más costosas.
“La gente siempre lleva lo más económico, pero hay tal cual persona que no mira precio y compra hasta $30.000 en flores”, dice.
En el Cementerio Central hay alrededor de 20 vendedores, pero entre semana se quedan menos de la mitad.
El domingo y el lunes son los días más concurridos en este camposanto, pues la gente considera los lunes como el día de las ánimas y el domingo muchos asisten en familia por ser día de descanso.
La vendedora invierte aproximadamente $150.000 en flores, para ganarles el 30%, pero hay días en los que no vende nada. Con ese presupuesto compra una caja de claveles y 20 paquetes surtidos con las otras flores.
Afuera del cementerio Jardines Los Olivos San José, el panorama es diferente. Los puestos de las floristerías son casi tres veces más grandes y la cantidad de flores rebosa por todos lados.
Allí se encuentran desde rosas hasta margaritas y los vendedores no necesitan disputarse los clientes porque los espacios están separados por grandes carpas; además, la gran mayoría de compradores ya sabe a quién buscar.
Guizelly Uribe cuenta que su negocio familiar empezó hace 38 años gracias a su esposo, quien fue de los primeros en llegar a la zona.
Hoy tiene más de 100 clientes fijos que desde esa época no han dejado de visitar a sus seres queridos en el cementerio.
Como su negocio es más amplio, no solo vende flores sueltas, sino que arma ramos que pueden cubrir en su totalidad las tumbas. Tiene su propio catálogo y se comunica con sus clientes por redes sociales.
“Si ellos quieren nosotros les ponemos las flores, la gente manda a hacer jardineras con arcos, corazones, tumbas tupidas”, dijo.
Un oficio con sacrificios
Uribe explica que este oficio no es tan fácil como muchos creen.
Todo empieza desde el momento en que llegan los pedidos de flores, un trabajo pesado teniendo en cuenta que en esta zona se surten dos veces a la semana cada local.
Entre semana trae dos cajas de claveles, equivalentes a 100 paquetes, 40 paquetes de arañas, 60 paquetes de margaritas, 15 paquetes de rosas, 3 docenas de aves de paraíso, 25 paquetes de montecasino y 4 paquetes de yisofilias.
El fin de semana cuenta que se doblan los pedidos, menos en claveles, pues esos vienen en mayor cantidad.
Las flores del fin de semana llegan el viernes y se venden principalmente entre el domingo y el lunes; las de la semana llegan los martes.
En estos pedidos gastan hasta dos millones de pesos.
La vendedora cuenta que lo más dificil de este oficio es no poder compartir tiempo con su familia, pues todos los días se venden flores.
“Me privé de muchas cosas, no podemos compartir un día de las madres, un día del padre, 24 y 31 de diciembre, porque esas fechas son las más fuertes en ventas”, dice.
Los viernes, cuando llegan los pedidos más grandes, deben trasnochar y seguir trabajando hasta el sábado, incluso amaneciendo el domingo.
Desde Medellín y Bogotá
Anteriormente, los vendedores de flores de los cementerios compraban sus pedidos a las floristerías de la avenida cero de Cúcuta, hoy solo trabajan con proveedores de Bogotá y Medellín que pueden suplir la demanda de la ciudad.
Darío García, distribuidor bogotano, explicó que para Cúcuta semanalmente venden 10.000 cajas de flores entre las que se encuentran claveles, rosas, astromelias y plantas verdes como palmas y helechos.
Sin embargo, en temporadas altas como el día de las madres o el día de todos los santos, los pedidos se duplican en los cementerios de Los Olivos y La Esperanza, donde ellos distribuyen.
García explicó que el resto de flores de clima templado, como las ‘ave de paraíso’, se cultivan en Medellín y se comercializan con otro proveedor.
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